Capítulo 9
Evelyn miró de reojo a su hijo en el momento que se acercaban cada vez más a la mansión McLean, quería comprobar que lo que decía era cierto, que estaba bien y que todo estaba mejorando. Su instinto de madre le decía que eso no era cierto.
Iban camino a la ciudad para que Ian viera al psicólogo que le habían recomendado. Darien quien era el médico del pueblo y el mejor amigo de su marido les recomendó al mejor psicólogo que conocía, según su amigo, Ian podría estar desarrollando algún tipo de esquizofrenia y esta a su vez desencadenado una psicosis, ella y su esposo no podían creer que eso estuviera ocurriendo, que su bebé estuviese sufriendo este tipo de enfermedad aunque esto fuese mucho más lógico que un espíritu siguiéndolo por haber nacido en una casa que al parecer estaba maldita.
La mujer desvío la mirada hasta su marido que se mantenía en silencio, eso también le preocupaba, Steven estaba más callado de lo normal, siempre centrado en sus pensamientos, salía y volvía tarde, hasta llegó a pensar que tal vez le estaba siendo infiel pero fue algo que descartó de inmediato, con ella no había cambiado en lo absoluto, seguía siendo el hombre cariñoso y protector de siempre, su vida íntima no tenía cambios, conversaban de todo y cualquier tema, el único que parecía incomodarlo era todo lo referente a su hijo.
Esto estaba siendo difícil para todos. Ian se esforzaba porque su familia dejara de preocuparse y por lo mismo había aceptado visitar a un profesional, él, estaba seguro que no estaba enfermo, sabía que lo que estaba pasando no era producto de su cabeza. Había escuchado lo que el amigo de su padre había dicho. Esquizofrenia. Era una enfermedad peligrosa, difícil y sobre todo desgastante para las personas alrededor de quien la padece. Si eso era lo que pasaba con él, no permitiría que su familia tuviese que enfrentar semejante escenario. Haría cualquier cosa para que sus padres y su abuelo no tuviesen que lidiar con él.
Toda esta situación lo estaba cansando, estaba cansado de todo, de las visiones, de los sueños, de no poder cerrar los ojos sin que ese hombre y esa chica aparecieran en su mente, de tener que fingir que estaba bien, sentía que sus energías se estaban acabando, tenía que terminar con todo esto.
Cerró los ojos y de inmediato los ojos verdes de esa chica vinieron a su cabeza. Había intentado volver a hablar con esa anciana que era la única persona en todo San Luis que sabía qué había pasado con los dueños de la mansión que era la protagonista de sus pesadillas, pero la mujer se negaba rotundamente a recibirlo nuevamente, su hijo le había dejado en claro que no volviese a su casa si no quería tener serios problemas, su madre se alteraba con la sola mención de su nombre y para la edad de la anciana, que se alterara de esa manera era realmente peligroso.
Ian no sabía que más hacer, no sabía por donde buscar más información y que esta fuese verdadera ya que todo lo que lograba averiguar estaba tan desviado de la realidad que rayaba en lo absurdo.
Hasta ahora sabía que George McLean estaba enamorado de esa chica, la que era solo una empleada más de la casa de sus padres, ese amor era tan intenso que se reveló contra ellos y terminó el compromiso que tenía sólo para estar con ella, la chica estaba igual de enamorada de él a pesar que era mayor por varios años según lo dicho por la anciana. La tan grande tragedia que muchos dicen sucedió, fue a consecuencia de ese hecho, pero qué demonios era exactamente lo que había pasado era lo que no lograba averiguar. En su interior intuía que había sido algo macabro, que sangre se había derramado por montones, lo podía oler cada vez que estaba cerca de esa casa, como ahora. Muchas veces preguntó si alguien más podía sentir el olor a sangre fresca en el aire pero ya hace mucho se dio cuenta que era solo él quien lo notaba así que ya ni siquiera lo mencionaba.
Abrió los ojos y se encontró con los de su madre que lo miraba claramente preocupada, como pudo le sonrió y le aseguró que todo estaba bien, ella sonrió pero solo salió una mueca, Ian sintió su pecho oprimido al ver la tristeza en los ojos de su madre.
—Todo está bien, mamá —aseguró—. No pongas esa cara, ya les dije que hace días no ha habido nada raro —Evelyn asintió deseado creer que lo que decía su hijo era cierto.
—Todo va a estar bien Evy —Steven, sin desviar la mirada de la carretera, tomó la mano de su esposa y la llevó a sus labios dejando un suave beso en sus nudillos. El hombre ya tenía claro que algo sucedía con su hijo y de verdad esperaba que fuera algo psicológico, deseaba con todas sus fuerzas que la ayuda médica fuera suficiente.
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