Conexión Irresistible ©

0|La Despedida.

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PRÓLOGO.

 

Hace un año atrás...

 

—¿Por qué no me lo dijiste antes? —le pregunté.

Sus ojos mieles se fijaron en los míos durante una fracción de segundo. Pero, a diferencia de todas las veces en las que me miraba, esta vez era diferente. Sus ojos lucían tan fríos como el hielo. Como si el Eduardo que alguna vez había conocido, simplemente, se hubiese esfumado de la faz de la tierra.

—¿Para qué, Jess? ¿Qué hubiese cambiado entre los dos? Tú lo sabes bien, y siempre lo dijiste, nunca seré tu tipo. Nunca seré el que te haga babear, el que te haga suspirar. No me parezco a ninguno de tus anteriores novios, no tengo tatuajes, ni fumo ni drogas. ¡Nada hubiese cambiado entre los dos! Me he resignado a ser tu mejor amigo para siempre. Pero acabo de descubrir, que tampoco quiero ser eso —abordó. Cada palabra que abandonaba sus labios me hacía estremecer completa.

Me había enmudecido. Incapaz de soltar una sola palabra que pudiese arreglar nuestra amistad. Estaba perdiendo a mi amigo justo en frente de mis ojos, y no había nada que pudiese hacer para salvarlo.

Quería responderle que se equivocaba con respecto a cada palabra, pero sabía que no era así, porque él tenía razón. Siempre habíamos sido amigos, y no podía imaginar si quiera cómo habría de sentirse todas aquellas veces que estuvo ahí, consolándome, tras cada decepción amorosa.

—¿Y qué pretendes hacer ahora? —sentí a mis ojos lagrimear—. ¿Te olvidarás de mí? ¿Dejarás de ser mi amigo solo porque te has enamorado de mí?

Él asintió. Tomó sus cuadernos, y los introdujo en el interior de su mochila. El cielo empezaba a salpicar gotas de agua contra el asfalto, empapando mis zapatillas y mi cabello. Pero eso era lo que menos me interesaba en ese momento.

—No puedes dejarme, Wardo... —el nudo en mi garganta se apretó cuando lo vi subir a su motocicleta.

Él me dirigió una última mirada que me rasgó el alma.

—¿Por qué no?

—Porque te necesito... —se escapó de mis labios.

Una risita amarga abandonó sus labios.

—Yo también te necesite, Jessica. Pero no quiero seguir amando a una persona que no me pertenece.

Y se marchó junto a una tormenta que empezó a descender del suelo, bañándome de pies a cabeza.

Me quedé ahí, de pie, aguardando a que en algún instante se diese la vuelta para decirme que todo estaría bien. Que no había perdido a mi mejor amigo. Que nuestra amistad no se había roto...

Pero Eduardo jamás regresó.

Y jamás lo hará.

 

❣❣❣

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