Confesano - Confesiones oscuras de un adolescente

CAPITULO 5 - DOMINGOS DE SUPLICIO

La conversación empezó a ser entretenida para Eduardo y después de muchas horas se estaba olvidando un poco del lugar y la situación en la que se encontraba.

- Eduardo, ¿Alguna vez has ido a misa cuando eras niño?

- Claro que sí, cuando era niño mi mamá me obligaba a ir. Para mí era un suplicio escuchar hablar a un sacerdote algo que yo no entendía. Una hora se me hacía demasiado larga, sin ofender, claro está padre, pero es lo que yo siento.

- Claro, desde tu punto de vista es tu verdad, el detalle está en que no comprendías lo que estaba pasando en el momento de la Santa Misa y por eso no prestabas atención. Pero sigamos con lo que te estaba explicando. Ten presente que con cosas sencillas o mínimas uno puede ir abriendo las puertas a la oscuridad y sin darnos cuenta con el tiempo ya no podemos ver nada, ni salir de ella.

Eduardo en su mente recuerda y se visualiza en su habitación cuando él tenía 13 años; es domingo y su madre abre la puerta de su cuarto. 

- Edu ya levántate, se hace tarde para ir a la misa.  

- Mamá tengo sueño, no quiero ir.  

- Levántate rápido Eduardo. 

Él se levanta sin mucho ánimo pues está indeciso en ir o no a la Misa con su mamá y en su interior dice: 

- Hay que flojera, es domingo y me tengo que levantar a las nueve de la mañana para ir a la misa de diez de la mañana.

En el interior de Eduardo se ve a Parákleton levantándose del trono y acercándose a él sin dudar, lo motiva a ir con ánimo a la Santa Misa.

 

PARÁKLETON:

Vamos Eduardo, ir a la Santa Misa te ayudará mucho. Te renovará las fuerzas y te llenará de gozo y sabiduría.

Después de que Parákleton habló, se acerca Sarx a Eduardo y lo motiva a seguir acostado.

Sarx:

Eduardo, quédate en tu cama a descansar. Eso es para los viejos, ósea para tu mamita. Toda la semana te levantas temprano para ir al colegio y el único día que puedes descansar tranquilo es el domingo. Dile a tu vieja que no fastidie.

Al final Eduardo no hace caso a Parákleton, más bien acepta lo que Sarx le dice y lo impulsa a discutir con su madre, ella para no seguir renegando se va sola y el niño acostándose se queda viendo televisión relajadamente en su casa. 

En el salón blanco ya no respira tranquilidad, Parákleton toma asiento en su trono y está muy preocupado por las decisiones que está tomando el niño Eduardo. 

Sarx en cambio está quedando muy satisfecho con los resultados que obtiene, ahora este ente oscuro de manera muy relajada se sienta en el brazo izquierdo del trono incomodando así a Parákleton para luego burlarse nuevamente de Él.

 



#21968 en Otros
#6502 en Relatos cortos
#9312 en Thriller
#5276 en Misterio

En el texto hay: jovenes, policias, sacerdote

Editado: 20.07.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.