Confesiones de un alma torturada

Confesion N°23 Buen augurio

Todo empezó con el tatuaje que ella tenía en el antebrazo. Un ancla. Todo empezó cuando todo termino entre nosotros. Todo lo que sucedió empezó y terminó con ella.

¿Qué donde la conocí? En una plaza, la que está detrás del supermercado, no recuerdo el nombre, ustedes seguro que si. Ella paseaba a su perro, Pipo, yo iba corriendo delante de ella cuando sin razón aparente, el animal me mordió la pantorilla, me arrancó un pedazo. Diecisiete puntos me gané gracias a eso. ¿Qué por qué sonrio? Es un lindo recuero no le parece. ¿Qué si fue venganza? Por supuesto que lo fue, pero no porque su perro me haya mordido, no no, para nada. Fue porque ella me había marcado. Aunque parezca lo contrario, yo no soy el victimario, ella lo fue. Desde un principio.

Era una de esas que se dicen viudas negras o algo asi, te ven en la calle, te conquistan y luego pum! Te desvalijan hasta el alma. Pues bien, a mi me paso eso, ella me había marcado. Pero lo suyo fue más tardado. Fue simpática, fue tierna y creo que hasta en algún momento, llego a ser sincera.

Despues de que su perro me mordiera, me acompañó a urgencias, dejó a su perro por el camino y se quedo en el pasillo esperándome mientras a mi me suturaban.

Yo pensé que esto solo le pasaba a las mujeres.

Si, lo sé, que ingenuo.

Me esperó por tres horas y media. Ahora que lo pienso, es extraño, si quería desvalijarme, lo hubiera hecho ¿no? Se había quedado con todas mis pertenencias, mi billetera, mi tarjeta, mis licencias en donde aparece mi dirección y hasta mi casa. ¿Por qué no lo hizo en ese momento? Quizá porque estaba muy indefenso, quizá. Era bajo hasta para ella hacer una cosa así. No me hubiera sorprendido, por como están las cosas en este país, cualquier cosa es posible.

Cuando salí de allí, me acompaño a comprarme unas muletas porque no tenía que hacer mucho esfuerzo con la pierna, por los puntos. Luego, ingenuamente le pedí que me llevara a mi casa. En el momento no lo pensé. Había visto el ancla, creí que era una buena señal.

¿De qué? Bueno verán, mi papa trabajo mucho tiempo en barcos y yo pasaba mucho tiempo en ellos junto a él. Era nuestro lugar favorito en el mundo y el siempre decía que las anclas eran de buen augurio. Evidentemente se equivoco.

Se mostró simpática, cooperativa, amorosa. Hasta me beso.

Si lo se, no es una película adolescente, pero así fue.

Me acompaño a la cama, quiero que quede claro que no paso nada en ese momento, soy un caballero, además, no estaba en condiciones. Ella se durmió primero, o eso pensé. Cuando desperté, mi casa parecía deshabitada, hasta los sillones se había llevado. Pero para mí eso no es lo peor. Me dejó una nota, donde se disculpaba por lo ocurrido.

No me miren así, no es un tema menor, es un motivo lo suficientemente coherente como para haber hecho lo que hice. Al menos le di la oportunidad de arrepentirse.

Quieren saber como  lo hice verdad… Pues bien.

Luego de que tuve absolutamente curada la pierna. Una de las recomendaciones era caminar distancias cortas para afianzar el musculo que había perdido tonacidad por el reposo. Todos los días un poquito más, hasta que un día, llegue a la plaza. Y la vi. En realidad, primero vi al perro y fue como si todo mi cuerpo lo sintiera, era ella.

Me había pasado noches pensando como sería volver a verla, que haría, que diría. Pero sinceramente, nunca pensé que llegaría el momento. No podía hacerlo allí, había mucha gente, muchos niños, no era bueno para su débil psiquis que vieran una cosa así.

Lo primero que hice, fue llamar a su perro, quería  sacarlo de su vista. Le fui dejando pistas, la conduje hasta lo que en algun momento fue mi hogar. Ella sabía, lo intuía, pero aun asi fue. Tuvo el descaro de entrar como si fuera su casa. Como si tuviera el permiso. Como si estuviera libre de pecados.

Lo primero que vi fue su tatuaje. Fue como si me llamara, entonces supe que hacer. Solo que tardé demasiado. Cuando volvi, se había pegado un tiro, yo no tuve nada que ver. Lo juro.

No, no tengo como comprobarlo, es cierto, pero si bien quería hacerle daño, su cobardía me quitó el gusto. Aun así, tuve mi trofeo, le arranqué el tatuaje. Se lo extirpe, porque no tenía derecho a utilizar un buen augurio con malas intenciones, a papa no le hubiera gustado eso.

Eso es todo.

Todo empezó y terminó con ella.



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En el texto hay: historiascortas

Editado: 15.02.2020

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