Confesiones de una cazadora

Capítulo 7.

Al día siguiente Injae estaba en la cafetería con su amiga, Ana.

—Creí que ya no me hablarías ahora que eres de último grado —comentó Ana—, seguro hay chicas más geniales allí, ¿no?

Injae esbozó una sonrisa burlona y negó.

—Son muy presuntuosas —afirmó jocosa—, me agradas más tú.

Ana frunció su nariz con una sonrisa.

—¿Y los chicos? Seguro sí son más guapos y maduros —expresó pícara.

La castaña quiso reírse, pero antes de que pudiera chocó miradas con el pelirrojo del tatuaje que estaba en la mesa de enfrente viendo serio hacia ella.

Injae se aclaró la garganta e ignoró al chico.

—Me recuerdas a mi mejor amiga en Virginia —comentó—, decía que los mayores son más guapos.

—¡Lo son! —Exclamó entusiasmada—. ¿Nunca te has fijado en alguien mayor?

—Mayor…

Murmuró al perderse en sus pensamientos mientras giraba sin sentido su popote adentro del licuado.

—Dylan no es mayor, creí que te gustaba —comentó Injae.

—Cambiaste el tema —mencionó arqueando su ceja—, así que tomaré eso como un sí. Y no, Dylan es lindo, pero no me gusta realmente… ¿ustedes no tenían algo?

—Que entrometida, Ana —dijo regañando un chico al acercarse—. Eso no se pregunta.

Dylan apareció de sorpresa por atrás de la morena y se sentó con ellas, aunque no tuviera un almuerzo que comer. Injae actuó indiferente ante su presencia.

—Está tensión se puede cortar con cuchillo —comentó Ana viéndolos—. ¿Quieren hablar? Puedo irme.

Injae negó, pero Dylan aceptó.

—Por favor —le susurró a Injae—, necesito hablar contigo.

Ana miró a Injae esperando su respuesta y cuando dio una, aunque vaga, se levantó para ir a comprar algo a la máquina expendedora.

—Lamento no poder haber dicho más ayer —dijo el chico en voz baja—, no tengo permiso para hacerlo…

Dylan miró de reojo hacia dónde permanecía sentado el pelirrojo para que Injae entendiera mejor lo que quería decir.

—No tengo otra intención oculta, confía en mí.

La chica bajó su vista hacia el labio inferior del pelinegro, lo tenía lastimado como si hubiera recibido un fuerte golpe en él para que se lo hubieran roto. Dylan notó lo que hacía Injae.

—No es nada, tuve una fuerte discusión con mi abuelo…fue mi culpa —admitió—, dije cosas que no debí y lo ofendí.

—¿Cómo sé que dices la verdad? Sobre todo.

—No lo sabes, sólo confía. —Encogió sus hombros—. Nunca haría nada que te pusiera en peligro, sin importar de donde pueda venir.

Se miraron fijamente y sin notarlo sus manos se juntaron sobre la mesa.

Los días pasaron y se volvieron semanas hasta que el mes de la primavera llegó acompañado de los primeros brotes de flores que vendrían de ahora en adelante cuando iniciara la estación.

Marzo 2024.

Injae y Dylan pasaron más tiempo juntos, solos o con amigos como Ana. Durante ese tiempo la confianza entre ellos logró fortalecerse, pero también otros sentimientos como el cariño mutuo que empezó a surgir entre ambos. Dylan ya se había sentido atraído hacia Injae desde que la vio, pero con el tiempo sintió algo más que atracción y una simple amistad, por su parte Injae logró abrirse de nuevo con otra persona que no fueran sus tíos y Melissa, lo que hizo que a la larga también se sintiera atraída por él.

Dylan no quiso mantenerse oculto ante ella así que un día por la tarde estaban en el río charlando.

—Debería dejar de juntarme con lobos —bromeó Injae—, son…complicados —resopló.

—Seguro que sí —dijo acostándose junto a ella en el suelo—. Mi ADN viene de mi padre y de mi abuelo, pero ninguno hemos activado la maldición —contó serio.

— ¿Qué…qué hay de tus padres? —Titubeó—. No vi fotos de ellos en tu casa.

—No sé mucho de ellos, murieron cuando era muy pequeño de algo que no sé bien —confesó abatido—. Mi abuelo no habla de ellos nunca porque no le gusta recordar, lo único que me ha dicho es que mi padre también tuvo la maldición.

—Supongo que no debes extrañarlos si no los recuerdas…creo que en parte debe ser un alivio, ¿no?

—Sé por qué lo dices. —Volteó a verla—. Los recuerdos de lo que ya no volverá a ser duelen, Injae, pero el sentimiento de cuando se fueron ya no.

—Tenemos la misma edad. ¿Cómo puedes decir eso y parecer sabio?

Dylan se rio y regresó su mirada al cielo.

—Así es, soy sabio por eso hazme caso. Debes tener cuidado, hay rumores de que hay Redentors cerca —comentó serio—, son peligrosos.

Injae frunció el ceño.

— ¿Qué es un redentor? ¿Es una criatura como los dementors?

—No, son cazadores pero que trabajan con propósitos…incorrectos para un cazador. Al parecer se han estado llevando personas, porque ha habido algunos desaparecidos, mi abuelo cree que quizás hayan sido sobrenaturales, lobos, seguro.

— ¿Por qué secuestrarían lobos? No tiene sentido…

—Los Redentors suelen trabajar para otro sobrenatural a cambio de algo en particular, así que seguro eso pasa ahora… ¿estás preocupada? —Se incorporó y la vio acostada—. ¿Temes que me lleven si descubren mi maldición? —Bromeó.

Injae se rio y le dio un pequeño golpe en el pecho.

—Descuida, no les sirvo si no la activo y eso no pasará porque no soy un asesino.

—Es cierto, eres muy bueno para eso.

El chico se llevó su mano al pecho fingiendo que se ofendió ante su comentario.

—Puedo ser un asesino si me lo propusiera.

—Claro…

En la semana siguiente Injae despertó temprano porque sus tíos recibirían finalmente a su hija adoptiva.

—Bajo en un minuto —avisó en voz alta.

—Si estás ocupada podemos hablar en la tarde…

—Calla, quería felicitarte —regañó por llamada—. No todos los días se cumplen dieciocho, Mel.

La mejor amiga de Injae cumplía años ese día por lo que la castaña la llamó para felicitarla.




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