Confesiones de una cazadora

Capítulo 9.

—No.

— ¿Por qué no? —Insistió Dylan—. Sabes montar, seguro lo harás genial.

El día del festival de primavera llegó y todo los ciudadanos de ahí estaban celebrando con mucho entusiasmo. Dylan logró convencer a Injae de haber asistido con él como su cita.

—Debes bromear —se quejó—, además no con este vestido.

Extendió sus brazos para señalar el atuendo que traía puesto; un vestido holgado, de color amarillo muy claro hasta debajo de sus rodillas y que llegaba hasta los hombros luciendo unas pequeñas escarolas como mangas.

—Te dije que te verías hermosa de amarillo.

—Si sigues me arrepentiré de haber venido contigo —bromeó—. ¿Por qué no concursas tú?

—El premio son kilos de carne, no tiene sentido ganarlos para quien lo ofrece.

Injae ladeó su cabeza asintiendo a su argumento.

—Concursa solo esta vez, si no te gusta jamás lo vuelves a hacer, ¿bien?

La expresión pícara del pelinegro no lograba mantener la seriedad de la chica que al final cedió.

— ¡Genial! Pediré que te ensillen un caballo —avisó emocionado—, mientras ve a cambiarte…a menos que quieras montar con ese vestido.

—Puedo montar con un vestido, ya verás.

—Que presumida —dijo en broma mientras se iba—. ¿Todos los Venator son como tú?

Injae se rio y negó mientras se iba a inscribir al concurso.

Dylan se encontró cerca de los caballos con su abuelo que hablaba con el hombre que aquella vez supuestamente había ido a verlo por un asunto de negocios.

—Señor Marshall… —saludó Dylan—. ¿De nuevo por la carne del festival?

—Hola, muchacho —respondió serio—. No, vine aquí por otro asunto…

El chico vio que su abuelo estaba muy callado y entonces entendió de que iba ese asunto.

—Ya veo, entonces no tengo nada que hacer aquí —expresó tajante—. Espero pueda ver algo del festival, se pone interesante con los fuegos artificiales.

Dylan se metió al establo para organizar a los caballos con los que iban a participar las personas inscritas al concurso. Por su parte Gerard permaneció hablando con el hombre olvidando que ahora Dylan como lobo podía oírlo incluso adentro.

—Nunca entendí la razón por la que tu nieto nunca fue miembro de…

—Marshall… —dijo cansado—. Solo respeté la última voluntad de su padre. Stefan me pidió antes de morir que lo mantuviera a salvo y lejos de esto, pero lo más que pude fue excluirlo de los cazadores.

—Todos conocemos tu condición y la de tu descendencia, ¿aun así pretendes mantenerlo lejos? —Expresó juzgándolo—. Te recuerdo que los Redentors están aquí y se han llevado lobos, sobre todo jóvenes.

—Ya tengo un plan para eso. —Se aclaró la garganta—. No hay nadie a quien más puedan temerle los Redentors que…

—A la cazadora original, ya todos saben esa historia ¿y qué crees? Es un mito barato, inventado por un demente hace cientos de años.

Gerard soltó una risa vacía para marcar su burla por la incredulidad del hombre.

—Los lobos y vampiros, incluso las brujas siguen considerándose un mito ¿y qué crees? Son reales. —Sonrió frívolo—. ¿Qué te hace creer que la cazadora original no?

El señor Marshall frunció el ceño.

—El mito es real y está más vivo que nunca yaciendo en una adolescente huérfana —confesó Gerard.

— ¿Quién es? Quiero saberlo.

—Ya la conocerás y no te imaginas quien es.

Dylan llegó con Injae que esperaba en la fila para recibir el caballo con el que participaría.

— ¿Podemos hablar un momento? —Susurró Dylan jalándola de la cintura—. Quiero pedirte un favor.

Injae asintió extrañada por la repentina preocupación del chico.

—Si un día pierdo el control y me vuelvo salvaje seguro lastimaré a alguien y no quiero eso —comentó serio—, pero tampoco quiero morir a manos de unos cazadores traidores y asesinos como los Redentors…

—No entiendo a donde quieres ir con eso.

—Por favor promete que si algo de eso pasa…tú vas a matarme.

—No —expresó contundente—, por supuesto que no, no voy a matarte. ¿Qué dices?

—Injae, por favor prométemelo, es lo único que te pido —suplicó—. No te lo pediría si creyera que hay otra forma, pero no creo que pueda haberla sino es esa.

—No lastimarás a nadie ni tampoco van a llevarte a ninguna parte así que no voy a matarte —afirmó tomándolo de las mejillas—. ¿Bien?

—Aun así, promete que lo harás si llega a pasar.

Injae respiró hondo y sin mucha seguridad aceptó para dejarlo más tranquilo.

—Gracias —masculló.

Dylan todavía tenía las manos cálidas de Injae sobre su rostro así que cuando le agradeció se volteó despacio para poder besar la palma de una de ellas.

—También hay otra cosa que quiero pedirte —añadió más relajado—, promete no enojarte, ¿sí?

La chica entrecerró sus ojos con recelo y antes de poder articular alguna palabra Dylan le robó un beso suave, aunque corto, pero fue suficiente para sonrojar a Injae.

—Los caballos ya están listos, solo hacía falta un concursante —comentó poniéndose serio—. Parece que el señor Marshall va a ser ese último.

Dylan vio al hombre acercándose al lugar de inscripción; Injae volteó a ver hacia atrás suyo para divisar lo mismo que Dylan y entender su cambió repentino de actitud.

— ¿No te agrada? Es un comprador de tu abuelo…

— ¿Aún crees que es un comprador?

—Es un cazador —se respondió a sí misma sorprendida—. Eso explica la actitud del pelirrojo de ese día cuando se lo mencioné.

—El pelirrojo se llama Scott —confesó—. Él y su hermana son los Evenson, son de los mejores cazadores del grupo de mi abuelo, en especial él.

—Ya veo.

—Ven, ya comenzará el concurso.

El abuelo de Dylan saludó a la chica y ahí mismo le presentó al señor Marshall, que al verla quedó anonadado por su apariencia.

—Es un gusto conocerla, señorita…




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