Confesiones de una cazadora

Capítulo 20.

Los días siguieron pasando y las cosas entre Jace e Injae no dejaban de ir mejor. Salían seguido con los amigos de Injae, pasaban el rato con su tía Verónica, iban al río e incluso Injae le enseñaba a montar a Jace.

—Oh, vamos —dijo riendo—. Inez es la yegua más dócil que hay.

El ceño fruncido del rubio mostraba la poca confianza que sentía de subirse ya que cuando era más joven visitó con su familia adoptiva un establo y se cayó de un caballo.

—Si lo hago… ¿Aceptas que te enseñe a nadar?

—Ese es un truco sucio —alegó indignada—, pero bien.

Jace subió al caballo con Injae y cabalgaron un rato. Al día siguiente Jace la llevó al río acompañados de Ana, Monty y una prima de Ana.

— ¡Vamos, Injae! —Animaron sus amigos.

El rubio le extendió su mano.

—Estarás bien, toma mi mano.

En las noches cenaban todos como una extraña especie de familia completa y feliz, incluso Patrick y Jace charlaban cosas sobre la empresa del padre del chico, ALARNIS.

—Hey —saludó Injae en el comedor—. Hoy ya van… casi dos semanas desde que no nos hemos topado con nada sobrenatural.

—No hay que bajar la guardia, es claro que tú eres su objetivo.

Injae suspiró y dejó caer su cabeza sobre la mesa dada por vencida contra Jace.

—Pero es bueno tener un descanso de eso y pasar el rato, me hace sentir más…

— ¿Humano? —Comentó alegre.

—Sí, justo eso —afirmó serio.

Jace había tomado la iniciativa de ayudar a los tíos de Injae con cosas del granero ya que Dylan había fallecido y Patrick no podía hacerse cargo debido a su trabajo tan ocupado. Un sábado, Patrick se tomó medio turno libre para descansar con su familia, pero aprovechó a ayudar a Jace que estaba encargándose de cortar troncos para tener leña.

—Los llevaré a la casita —avisó el hombre cargando algunos—. Muchas gracias, Jace.

La casita era un pequeño espacio atrás de la casa que acondicionaron justamente para guardar la leña que ya no entraba en el espacio propio del granero.

Injae salió de la casa con unos vasos de limonada para ellos.

—Es un buen chico —le susurró Patrick al pasar junto a ella.

—Lo es.

Se mantuvo viendo a Jace cortando los troncos y sonrió con una especie de orgullo o deslumbro por él. El chico levantó la mirada y se encontró con los ojos marrones de Injae que brillaban con el sol puestos sobre él.

«Liam tenía razón, sus ojos son brillantes» Pensó al verlos.

“Cariño, ¡te llaman!”

Patrick tuvo que salir de emergencia porque uno de sus pacientes se puso grave después de haber sido operado hacía dos días.

Verónica siguió cocinando su spaghetti especial mientras Injae estaba arriba cambiando a la bebé y Jace estaba terminando de cortar los troncos; el sonido de un plato quebrandose se escuchó en la cocina por lo que Injae bajó rápido con la nena en sus brazos.

Caminó con rumbo a la cocina cuando se detuvo al ver a Jace entrar apresurado, este estaba más cerca de la cocina y vio de reojo el cuerpo de la tía de Injae tirado en el suelo.

—Injae, ve a un lugar seguro con la bebé —ordenó preocupado.

Injae se llevó a la bebé al baño y la puso en la bañera, por su parte Jace se acercó al cuerpo para ver que ocurrió, pero fue atacado por atrás por una mujer.

La mujer lo levantó sin necesidad de usar las manos y lo amarró con una especie cuerdas místicas de luz que quemaban su piel conforme más lo apretaban haciéndolo gemir de dolor en voz alta; Injae lo oyó y salió en silencio, tomó el atizador de la chimenea por donde pasó y caminó despacio por atrás de la mujer para atacarla con la herramienta.

Clavó el atizador en la parte trasera del hombro de la mujer, pero no bastó para deshacerse de ella porque, aunque dejó tranquilo a Jace se volteó hacia Injae y le hizo lo mismo con las sogas místicas brillantes que controlaba con sus manos, pero esta vez las usó para levantarla y sujetarle los brazos para que no pudiera defenderse. La mujer creó una especie de prisión de luz azul alrededor de Injae mientras por su boca absorbía una luz dorada con destellos hasta que una daga a mitad de la frente de la mujer detuvo el proceso.

La prisión de luz se fue desvaneciendo por partes, así como lo que le fue absorbido a Injae regresaba a ella. Cuando la barrera se deshizo, Injae cayó sobre los brazos de un chico pelirrojo que estaba tatuado en uno de ellos.

Injae estaba muy débil como para ver quien la había salvado, solo se concretó a mirar a Jace que seguía en el piso cobrando fuerzas.

—Jace… —Balbuceó—. Mi tía…

—Estará bien.

El pelirrojo recostó en el sofá a Injae que se desmayó, poco después hizo lo mismo con la tía mientras Jace calmaba a la bebé. Unos diez minutos después Injae abrió los ojos, se desorientó y vio al piso donde seguía la mujer que los atacó, se incorporó de golpe y con ayuda de Jace se mantuvo en pie.

Scott regresó de haber ido a la puerta para usar su celular.

—Llamé a mi hermana para que viniera a llevarse el cuerpo, no ha de tardar —le avisó a Jace.

— ¿Qué diablos pasó? —Reclamó Injae—. ¿Quién era ella?

—Una bruja espiritista —replicó Scott indiferente.

Injae miró al rubio para recibir una mejor explicación que la del pelirrojo con quien se llevaba fatal.

—He oído que existen diferentes tipos de brujas…

—Tienes suerte de haber sobrevivido, esa bruja casi absorbía toda tu energía espiritual… podrías haber muerto —alegó irritado Scott.

— ¿Y tú quién demonios eres? —Preguntó molesto—. Aún mejor, ¿de dónde carajo saliste?

—Jace. —Miró al rubio para calmarlo—. Supongo que debo agradecerte… Scott.

El tono y la expresión de Injae indicaban lo mucho que le molestaba darle las gracias al sujeto que la había estado siguiendo por orden del hombre que insistía en unirla a su grupo.




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