Confesiones de una cazadora

Capítulo 21.

Una de las brujas era morena con vitíligo y usaba su cabello azabache trenzado mientras que la otra tenía la piel bronceada, pero con cicatrices de rasguños muy grandes para ser de un simple perro.

Prepararon té y pastelillos para sus invitados en el comedor.

— ¿Qué son? Porque lobos o vampiros no —alegó exasperado Jace—. ¿Y cómo nos tienen sujetos a las sillas?

La morena se acercó a ellos tarareando una canción, les sirvió té y luego se sirvió una taza a ella también, se sentó frente a ellos, los miró uno por uno repetidas veces y se sonrió.

—Amo el drama adolescente, me recuerda a mi adolescencia. ¿A ti no, Betty?

—Totalmente, Clary. —Se acercó con la bandeja de pastelitos—. Tomen uno, sin pena… me quedaron ricos.

Injae forcejeaba sentada sin saber cómo deshacerse de lo que sea que la retuviera ahí.

—Es inútil, es control mental, no saldrán de aquí a menos que los dejemos.

— ¿Van a matarnos como ha intentado el resto?

—Ay, claro que no —dijo disgustada—. Mejor aún, vamos a divertirnos con sus mentes y emociones un rato, veamos que hay dentro.

Las brujas se sonrieron perversas y empezaron a manipularlos. Pasó aproximadamente una media hora en el que ellas descubrieron algunas sobre los chicos, desde su pasado y pensamientos hasta cada uno de sus sentimientos.

—Qué curioso… —Se acercó la bruja Clary a Injae—. Tienes recuerdos bloqueados, ¿por qué?

—No sé de qué hablas…

—No, eso ya lo sé. —Puso sus manos sobre las sienes de la chica—. Quiero saber qué es y por qué lo bloquearon.

La castaña cerró sus ojos para soltar unas lágrimas al mismo tiempo que gritaba del dolor producido por desbloquear el recuerdo. Era como pisar descalzo los pedazos rotos de un espejo o tratar de unirlos enterrándote las astillas de los trozos.

— ¡Basta! —Gritó Jace—. ¡Ya déjala!

La otra bruja, Betty, puso su atención en él y percibió todo el enojo contra ellas derivado de la preocupación hacia la chica.

—Ah, ya veo —murmuró—. La amas, pero te contienes, ¿por qué?

Se puso de cuclillas junto a Jace que estaba observando como sufría Injae. Le acarició el rostro y lo obligó a seguir viendo.

—Toda tu vida creíste que perderás el control y sufrirás si te dejas sentir, pero ella te ha hecho sentir más de lo que has querido y por eso la apartas —susurró en su oído.

—Basta —ordenó enojado—, no intentes usar tus juegos conmigo, bruja…

— ¿Quieres saber cómo es sentir hasta que no puedas más?

Puso su mano sobre el pecho de Jace y oprimió para que sus emociones y sentimientos, hasta los más profundos que no sabía que estaban se incrementaran.

—Tu amiga siente mucho y tú sientes muy poco —comentó tomando un pastelito—, veamos qué pasa si es al revés.

“¡Maldición!”

—Clary, ¿pudiste?

La bruja asintió exhausta y tomó asiento. Injae se quedó con la mirada perdida tratando de incorporarse a la realidad, pero el recuerdo que había estado bloqueado por años llegó también.

«Injae tenía once años cuando vivía en Oregón al igual que sus tíos, Patrick y Verónica acompañados de su hijo Luka. Era fin de mes y la niña estaba de visita por el cumpleaños dieciocho de su primo donde todos estaban emocionados.

Luka solía pasar el rato con sus amigos en el bosque hasta que ese día algo sucedió y un animal los atacó, sus amigos fueron mutilados y él solo fue mordido así que corrió de regreso a casa antes de que cayera la noche y saliera la luna llena. Injae estaba afuera de la casa sentada en los columpios cuando escuchó unos gruñidos y se asomó, era Luka tratando de evitar convertirse en un Dementor.

Injae gritó aterrorizada cuando él se abalanzó sobre ella, debido a la poca lucidez que le quedaba la dejó ir corriendo hasta donde el padre de la niña, quien salió acompañado de su hermana Verónica y del padre de ambos, Nolan Venator.

—Encierra a la niña, Verónica —ordenó Nolan.

La mujer llevó a la niña al baño y le pidió que se quedase hasta que alguien volviera por ella.

—Por favor ayúdenme, no quiero ser un monstruo —suplicó entre quejidos.

Sus huesos se estaban rompiendo para transformarse por completo. Alaric ayudaba a su padre a buscar unas cosas mientras Verónica estaba en llanto sosteniendo el rostro de su hijo para limpiarle sus lágrimas.

 —Mamá está aquí —le susurró al chico.

—Hazte a un lado, Verónica —exigió Nolan—. Alaric, a mi señal…

Injae no dejaba de llorar por los gritos y ruidos extraños afuera del baño, entreabrió la puerta y vio como su padre empuñaba una lanza para después clavarla en el corazón de Luka.

La niña gritó. »

El recuerdo dejó perpleja a Injae, era como si nuevamente estuviera dentro de ese baño reviviéndolo todo. Jadeó y lloró desenfrenadamente, la bruja que la hizo recordar se limpió sus ojos llorosos.

—Lo siento mucho, niña —dijo cabizbaja—, de haber sabido lo que era…

— ¡Aléjense de ella! ¿Qué más quieren?

—Puedo aliviar ese dolor —intervino Clary—, puedo aliviarlos todos, el de ambos. —Volteó hacia Jace—. No tienen por qué cargar con esos sentimientos, con ninguno de ellos.

— ¿Por qué confiaríamos en ustedes? —Balbuceó Injae—. ¿Qué las diferencia del resto que intentó matarnos?

—No nos pidieron matarlos, solo ver en ustedes —aclaró Betty—. ¿Quieres saber que vi en ti? El lobo no es el único aquí reprimiendo sus sentimientos… ¿Por qué no le dices lo que sientes por él? ¿Crees que eso lo detendría de irse a Virginia? ¿O porque crees que lo que sentiste no debió ser?

— ¿Injae de que está hablando? —Interrumpió Jace.

—Pude ver que aún hay alguien más, pero aun así… ¿Ves a Jace Barrow como algo más que un amigo?

Injae trató de mantener su boca cerrada, pero Clary la obligó a decir la verdad.




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