Confesiones de una cazadora

Capítulo 23.

—Maldición —murmuró adolorida.

“¿Y esa es la gran cazadora original?” “No creo que dure un día más.”

—Levántate, novata —ordenó Yurim—, ¿o te rindes ya?

Injae puso sus manos sobre el piso mientras tomaba aire antes de poder ponerse de pie de nuevo.

Tres días atrás.

Injae llegó temprano a casa de Gerard como le había dicho Scott. En la entrada la recibió el pelirrojo que le irritó verla, pero se contuvo de decir algún comentario poco amigable y solo la guio hacia el lugar donde radicaba “La orden de la sombra” o simplemente “La orden” como escuchó a otros miembros llamar al grupo.

La llevó por un pasaje secreto escondido en el corredor extraño lleno de fotografías y artesanías donde conoció al pelirrojo. Bajaron varios escalones y doblaron muchas veces hasta llegar a un portón alto con barrotes y cristales.

—Bienvenida al instituto de “La orden” —expresó indiferente.

Abrió el portón y la chica vio deslumbrada todo lo que había adentro.

En el presente.

Injae escupió sangre y se puso de pie, trató de dar otro ataque a la pelinegra, pero esta la golpeó de nuevo a puño cerrado hasta aventarla al piso otra vez.

—Suficiente —dijo Gerard entrando—. Yurim, muy bien hecho… como siempre.

Scott reviró sus ojos desde la esquina donde veía el entrenamiento recargado en el muro.

—De pie, Injae —ordenó serio—. Te quiero en mi estudio.

El resto de miembros ignoraron a la chica en el suelo y siguieron entrenando por su cuenta o haciendo alguna otra actividad que tuviesen pendiente. Injae se levantó con dificultad y caminó con el cuerpo golpeado hasta donde Gerard, en el camino se topó con Scott que la vio unos segundos con desprecio y después continuó golpeando el saco de box.

— ¿Para qué me quería?

—Es curioso como todos me respetan aquí y tú me tratas como tu enemigo —comentó jocoso—. Toma asiento, Injae.

—Solo vaya al grano, prometí llegar temprano para la comida.

Gerard resopló y se paró a buscar algo entre los cajones a un lado de su escritorio.

—Bébela, curará las heridas. —Le dio un frasquito de vidrio—. Es sangre de vampiro, un poco es suficiente para…

—Ya sé, sanar las heridas —respondió tajante—. Scott dijo que no podría beberla hasta ser competente en los entrenamientos.

—Y es correcto, pero te ha ido tan mal que pensé que regresar golpeada a casa tres días seguidos no ayudaba mucho, bébela.

— ¿Y que todos aquí piensen que es alguna clase de privilegio por ser la super cazadora? Olvídelo. —Puso el frasco en el escritorio y se marchó.

Injae salió del estudio, pasó por el comedor de la casa de Gerard y vio a Scott preparando un sándwich.

— ¿Un aperitivo para gozar mejor como tu hermana me apalea?

Scott ignoró el comentario y terminó de cocinar así que se acercó a ella para ofrecérselo, pero ella no reaccionó así que lo dejó en la mesa de centro.

—A Yurim le gusta mucho jugar con los novatos —comentó regresando a la cocina—, normalmente sería más fácil, pero contigo es diferente.

Abrió el congelador y buscó algo dentro así que no le ponía mucha atención a la conversación que él mismo estaba dando.

—Déjame adivinar. —Resopló Injae—. ¿Es por eso de la gran cazadora original?

—Dejas mucho que desear —respondió indiferente—, el mito de Farah Venatore creó muchas expectativas… y muy altas.

Cuando se acercó a Injae le dio una bolsa con hielo quien la tomó sorprendida.

—Para tu cara y tu labio roto. —Señaló en sí mismo—. Lo estás haciendo del asco.

Injae reviró sus ojos.

—Gracias por el hielo y por la opinión no pedida. —Se dio la vuelta y se detuvo al oír a Scott.

—Se nota cuando uno realmente es pésimo y cuando lo hace mal porque algo lo distrae. —Tomó el sándwich para él y se sentó—. No es por creer que eres buena, pero es obvio que algo te impide mejorar y hasta que no lo arregles seguirás recibiendo más golpes.

— ¿Por qué de pronto actúas bien conmigo? Creí que no te agradaba —dijo cabizbaja hacia un lado.

—Aún creo que no eres confiable y que te falta mucho para ser un poco buena de lo que yo soy —alardeó jocoso—. Entrenar con lobos fue una cosa, pero aquí todos somos humanos y no nos contendremos para evitar romper tus huesos o en este caso tu labio, tómalo como aviso.

— ¿Gracias?

Injae regresó a su casa nerviosa porque todo el camino la pasó pensando en lo que pasaría cuando mencionara el tema del recuerdo bloqueado.

Verónica estaba moviendo la cuchara en la olla con la sopa para que no se pegaran los fideos cuando Injae llegó sin decir nada, solo el sonido de la puerta cerrándose.

— ¿Tienes hambre? —Preguntó entusiasmada—. Ya casi sale la…

Dejó de hablar cuando la vio detrás de ella con el rostro golpeado y el labio roto con un poco de sangre.

— ¡Cielo santo! ¿Qué ocurrió? —Se acercó para revisarla—. Llamaré a Patrick…

—No, tía. —La detuvo de llamar—. Está bien, solo son un par de moretones.

—Te traeré hielo.

Regresó a la cocina a buscar trozos de hielo o bolsas de verdura congelada para los golpes de Injae y cuando encontró algo de hielo lo soltó al suelo por escuchar a la chica.

—Sé lo que pasó con Luka. —Tragó duro viendo a su tía paralizada—. Recuerdo todo porque estuve ahí… él no se suicidó como dijeron.

Verónica permaneció en el mismo lugar parada sobre el hielo tirado derritiéndose de a poco.

— ¿Cómo puedes recordar eso? Se suponía que…

— ¿Estaba bloqueado? —Preguntó esperando la reacción de su tía—. ¿Tú también eras una cazadora? ¿Y mi papá? —Añadió con la voz cortada.

La mujer se congeló al escuchar esas palabras, tomó una bocanada de aire y miró desesperadamente a su alrededor sin saber que responder.

—Lo sé todo, no intentes mentir… por favor, tú no.

—Nuestro padre fue militar y también cazador, nos entrenó a mí y a Alaric desde muy jóvenes —confesó nerviosa—. Durante un tiempo permanecimos a un grupo, pero me salí cuando me embaracé para vivir tranquila con mi familia.




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