Confesiones de una cazadora

Capítulo 24.

Para ir a clases Injae cubrió con maquillaje los golpes que dejó su último entrenamiento con Yurim. De regreso al instituto de La orden, Injae pasó por un corredor de miradas hasta que llegó a su cuarto provisional para poder cambiarse e ir a entrenar.

Scott faltó a clases para quedarse en el instituto. Estaba peleando contra otros miembros con espadas ligeramente curvas en su punta y hechas de acero de damasco. Todos estaban rodeándolos para ver el combate, el choque de las espadas se oía por todo el salón de entrenamiento, uno tras otro sin cesar.

“Carajo, Scott es grandioso” “Será muy dificil que alguien robe su puesto”

Injae escuchó los comentarios cuando bajó a entrenar, se metió entre la gente y se paró en primera fila para presenciar el espectáculo.

“Escuché que desde que su novia lo engañó no ha dejado de entrenar”

“Cierra la boca o va a oírte”

El pelirrojo golpeaba y se defendía demasiado bien, parecía no tener suficiente con dos así que hizo señas a un moreno para que entrara a pelear; hizo que uno perdiera su espada y él la tomó para pelear aún mejor.

“Maldición… eso debió doler”

Para esquivar un ataque de espada, Scott rozó a uno de sus contrincantes en el brazo. Segundos después lanzó al muro la espada de otro y al último en pie lo apuntó al cuello para finalizar el combate.

—Por eso Scott Evenson tiene el mejor trasero de todos aquí —dijo el moreno a quien apuntó—, nadie se lo ha pateado.

Scott bajó su espada y le extendió su mano para ayudarlo.

—Aún no —insinuó Yurim acercándose a ellos.

La pelinegra señaló con su mirada a donde estaba Injae parada viéndolos.

— ¿De verdad crees que la novata pueda superar al mejor miembro de La orden? —Preguntó burlón otro de ellos acercándose—. Tú misma la apaleaste ayer.

Injae notó las miradas sobre ella y pasó nerviosa junto a ellos para irse de allí, pero Yurim la tomó del brazo para incluirla en su platica.

—Hey… ¿Injae? —Preguntó fingiendo olvidar su nombre—. Lamento mucho lo de ayer, debí ser más blanda porque eres nueva.

—No lo tomes personal, niña —dijo el moreno marcando la burla en el apodo—. Yurim patea los traseros de todos, si pudiera también patearía el de su hermano.

—Nos sorprende que hayas vuelto después de ayer —comentó un chico rubio de rizos cortos—. Toma un consejo, entrena con alguien a tu nivel si no quieres romperte más que un labio.

Yurim se rio y le dio un golpe juguetón a su amigo.

—Ya déjala —regañó sin seriedad—, es nueva.

Injae apretó su mandíbula mientras oía los comentarios, miró a Scott que se mantenía en silencio con la cabeza agachada ocupándose de revisar si no tenía alguna herida y la chica esbozó una sonrisa burlesca.

—Gracias por el consejo… —Frunció el ceño con ironía esperando su nombre.

—Félix —respondió disgustado por la ironía de Injae.

Scott se burló disimuladamente sin mirarlos, mientras Yurim se mordió el interior de sus mejillas con enfado y el moreno tragó duro.

—Lo tendré en consideración… Félix.

Se dio la vuelta y se marchó hacia la oficina de Gerard.

— ¿Muchas heridas? —Preguntó Yurim viéndolo irritada.

Scott se rio jocoso, alzó su vista y movió su lengua dentro de su boca para sobresalirla por su mejilla.

—No me digas que de pronto te agrada la novata, ¿es eso?

— ¿Te la quieres tirar? —Dijo el moreno—. No te juzgo, sí está buena.

—Marco, por favor. —Alegó Yurim frunciendo el ceño—. Es incluso menor que Scott.

—No jodas. —Se rio Félix—. Te querías meter con ella. ¿Cuánto podrías llevarle?, ¿siete años?, ¿diez?

—Yo que iba a saber que era menor de edad.

—No lo es —interrumpió Scott despectivo—, tiene dieciocho.

— ¿Y cómo lo sabes? —Insinuó jocoso Félix recargándole el brazo en los hombros—. ¿Te gusta?

—Que asco me dan —protestó Yurim desviando la vista—. No lleva ni una semana y ya están diciendo esas estupideces de la novata, par de pervertidos, ¿por qué no van y se tiran a su abuela?

—Solo era una broma…

Injae entró a la oficina de Gerard para hablar de lo que pasó el día anterior con su tía.

— ¿Por eso me quería aquí?

—Es mucho más que eso, Injae. Vienes de un linaje de cazadores muy especial, ¿no crees que era un desperdicio que acabase así? —Expresó condescendiente—. Sé que tienes un gran potencial esperando a ser explotado…

La chica se sonrió sarcástica al recordar la advertencia de su tía.

—Debes tener cuidado, Gerard te hará una gran cazadora, pero también te llevará hasta el límite.

El anciano se paró y se recargó en el escritorio para estar frente a ella.

—Quiero estar seguro de que estás cien por ciento comprometida a esto, de lo contrario no pienso comprometerme yo tampoco.

— ¿Comprometerse a qué?

—A darte respuestas —dijo serio con la mirada fija en ella—. ¿Crees que provenir de un linaje de cazadores es lo único que debes conocer? Por supuesto que no, aún hay mucho más y lo descubrirás pronto… con mi ayuda será más pronto. —Dibujó una sonrisa en su cara—. Deja que te guíe, Injae.

La chica miró de reojo en círculos hasta volver a toparse con los ojos del hombre, entreabrió sus labios despacio y respiró hondo.

— ¿Quién era Farah Venatore?

—La pionera para los cazadores, fue la primera en descubrir la forma de matar a los licántropos, en crear la plata esmaltada, la primer cazadora mujer —contó fascinado—. Fue la primera que se adentró de verdad al mundo sobrenatural, ya que el resto de cazadores solo mataron a los licántropos sin saber que eran.

—Debió ser un ícono para los cazadores.

—Aún lo es —afirmó orgulloso—. Y tú tienes su rostro… ¿crees que todo esto es solo una casual y cruel coincidencia del destino?

Injae frunció su frente y sonrió ingenua.




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