Confesiones de una cazadora

Capítulo 25.

Durante el fin de semana por la mañana, Injae estuvo yendo al centro de pelea que le presentó Jace para poder entrenar un poco a solas sin que nadie la juzgara o molestara por no cumplir las expectativas. Inesperadamente Scott la vio entrar al lugar y por curiosidad entró también.

Una vez que la vio ir hacia uno de los cubículos especiales pasó a pedir uno y así poder seguirla. Se detuvo cuando escuchó por la puerta los golpes hacia un saco y entreabrió la puerta despacio para ver si era la castaña adentro, en efecto era Injae entrenando, Scott cerró y se fue al cubículo que rentó y entrenó un poco para hacer valer el gasto.

Después de unas horas Scott salió y se asomó al cubículo de Injae, la vio exhausta recobrando fuerzas con sus manos sobre sus rodillas y después volviendo a ajustar sus vendas sobre sus nudillos lastimados.

Salió del corredor y fue hacia el hombre que atendía.

—La chica que llegó antes de mí, ¿cuánto tiempo lleva viniendo? —Interrogó tajante.

—No puedo decirlo, es política de…

El pelirrojo reviró sus ojos y sacó su billetera para darle unos billetes extra al hombre.

— ¿Y esta política te gusta más? —Deslizó algunos dólares hasta él—. Ahora, ¿por qué no me cuentas lo que quiero?

Recargó sus manos sobre el mostrador de madera y ladeó ligeramente su cabeza, arqueando sus cejas para esperar la respuesta del hombre.

—Si vas a hablar que sea rápido, tengo prisa.

El hombre carraspeó y tomó los billetes avergonzado.

—A finales de abril vino un par de veces con un chico rubio y después paró —dijo en voz baja—, luego ha venido toda esta semana como a mediodía, ayer sábado muy temprano y hoy.

Scott apretó sus dientes y miró hacia otro lado.

— ¿Scott? —Preguntó Injae atrás.

El chico se volteó y la vio ir hacia el mostrador, la esperó a que devolviera la llave del cubículo mientras él hombre la veía a ella y a él de reojo con nervios, luego salió con ella del lugar.

—Has estado viniendo a este lugar de porquería, ¿por qué? —Reclamó molesto—. Para eso está el instituto ¿o es que muy poco para la cazadora original?

—Esto no es asunto tuyo. ¿Qué haces aquí si es un lugar de porquería?

—Te vi entrenando. —La vio de reojo cubriéndose los nudillos—. Deberías usar guantes de training para golpear el saco o vas lastimarte más.

Injae lo ignoró y caminó rumbo al auto de su tía, pero Scott la siguió.

— ¿Por qué sigues aquí? —Volteó a verlo antes de abrir—. ¿No tienes cosas de cazador que hacer?

—Si quieres mejorar no entrenes tú sola, para eso se entrena en combate.

—Encontrar a alguien “a mi nivel”, ¿lo olvidaste? —Expresó con mal genio—. Tú estuviste ahí.

—Eso será muy difícil, ya todos son cazadores oficiales —dijo en voz baja—, y no importa si en el pasado ya te has enfrentado a un sobrenatural, aquí iniciarás de cero.

—Puedo entrenar sola, no necesito tu ayuda.

—No recuerdo habértela ofrecido.

Injae volteó a verlo ceñuda y él también se mantuvo viéndola unos segundos solo que sin saber exactamente que expresión hacer al tratar de ver en sus ojos y descifrarla.

Scott se mordió la esquina de su labio con fuerza y resopló después irritado.

—Mañana después de clases, en este… lugar. —Miró disgustado el local—. Entrenarás conmigo, al menos para que estés más o menos en forma para defenderte.

No esperó la respuesta de Injae y se fue hasta una motocicleta Italika roja con negro estacionada ahí también.

—Pero no esperes que te la haga fácil —expresó en voz alta—, haré que te cueste.

La chica lo oyó y bufó irónica, se volteó a verlo mientras él se ponía el casco.

—No esperaba menos de Scott Evenson.

Al día siguiente Injae se saltó el desayuno antes de ir a clases debido a que el ambiente estaba tenso debido a que Patrick ya estaba al tanto del asunto de su hijo.

Llegó temprano a la escuela y fue directo a su asiento para esperar la primera clase. En lo que llegaban más alumnos, incluyendo el maestro, estiró su brazo sobre el pupitre y recostó su cabeza en él.

—Te ves cansada —expresó indiferente Scott—. Gerard me dio esto para ti.

Injae levantó apenas la vista para ver el frasco en su mesa.

—Estoy bien, gracias.

— ¿Siempre eres tan necia? —Protestó tomando asiento junto a ella—. Necesitas estar bien para que puedas entrenar al rato.

— ¿Entonces lo haces más por ti que por mí? —Frunció el ceño.

El chico se encogió de hombros y dejó de prestarle su poca atención para enfocarse en su celular.

“Señor Evenson, baje los pies del pupitre… esto no es un parque”

Más tarde cuando acabaron las clases, Injae estaba despidiéndose de Ana en los casilleros hasta que Scott apareció atrás de la morena e Injae lo miró seria.

—Ah… hola —saludó Ana nerviosa—. Bueno, aún me queda una hora más así que ya me voy, hasta luego, Injae y… amigo de Injae.

Scott miró a Ana mientras se iba apurada.

— ¿Acaso la asusté?

—Con tu cara de póker, ¿a quién no?

El pelirrojo regresó sus ojos a Injae indignados, pero esta solo se encogió de hombros.

—No dejaré mi motocicleta aquí —avisó tajante.

—Y yo no me subiré a tu moto.

— ¿No te gustan las motos? —La miró jocoso—. Tienes gustos peculiares.

Injae reviró sus ojos y lo dejó atrás para ir por el auto. Llegaron al establecimiento y reservaron un cuarto para entrenar.

—Toma una. —Le entregó una daga con un cabo de metal negro—. Entrenaremos con ellas.

— ¿Siempre traes dagas contigo?

—Siempre hay que estar preparado para un ataque…

Scott aprovechó que Injae estaba distraída viendo los dibujos del mango del arma para dar un ataque sorpresa.

— ¿Qué rayos…?

—Te dije que no sería fácil. —Esbozó una sonrisa burlona—. Eres fácil de sorprender.




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