Confesiones de una cazadora

Capítulo 31.

Scott e Injae salieron del cuarto rumbo a la oficina de Hermione Francis para que esta hablara con ella. En el camino a la oficina todos vieron sin disimulo a Injae y conforme la tenían más cerca para ver, murmuraban sobre las marcas oscuras en sus brazos haciendo que la chica se avergonzara y tuviera que abrazarse a sus brazos para tratar de esconder las marcas.

Scott la vio de reojo y se quitó su sudadera gris para dársela.

—Úsala.

Injae volteó cuando lo oyó, la tomó despacio porque aún estaba extrañada por el gesto del pelirrojo.

—Gracias por no verme como un bicho raro —susurró.

—Apuesto que nunca imaginaste sacar fuego de tus manos —bromeó.

—Nunca imaginé nada de esto —confesó riéndose.

Llegaron a la oficina, pero se quedaron afuera esperando. Se recargaron en el barandal de concreto que habían entre los muros del corredor, con la mirada hacia abajo en el amplio recibidor que también servía en ocasiones como centro de reunión.

Scott se mantuvo callado y absorto en sus pensamientos.

—No tuve oportunidad de decirlo, pero lamento mucho lo de Maya.

—Está bien —respondió frío.

Injae lo miró abatida y decidió no fastidiarlo justo en ese momento con ese mal recuerdo.

—Hablé con Stella —titubeó—. Maya nunca te engañó con ella.

—Lo sé. —Miró a Injae que arrugó la frente—. Vi cuando Stella la besó luego me fui y de pronto todo el instituto sabía una versión diferente de lo que pasó.

— ¿Supiste quien fue?

El chico se quedó callado unos segundos y después negó sin mucha seguridad por lo que Injae lo miró incrédula.

Un hombre abrió la puerta y les dijo que podían pasar.

—Tú debes ser Injae. —Se levantó emocionada—. Soy Hermione Francis.

Le dio un abrazo tomando por sorpresa a Injae que se quedó con sus brazos en al aire por la impresión.

—Estoy muy contenta de que te encuentres mejor. —Le sonrió—. Vamos, toma asiento… tú también Scott.

Hermione regresó a su silla mientras Injae caminaba con nervios, miró a su lado y vio a Gerard sentado un poco atrás de ella bebiendo un café sin prestarle atención a la chica.

— ¿Sí sabes que la runa que usaste fue una runa elemental?

—Sí, las había estudiado antes de la misión.

Gerard se levantó del asiento y se acercó molesto.

—Te ordené que estudiaras los artefactos rúnicos no las runas…

—Calma, Gerard —expresó relajada—, no veo porque hay que regañarla si gracias a eso los artefactos están a salvo, ¿no crees?

Llevó su vista a Injae y le guiñó el ojo con una sonrisa cómplice.

—Estoy segura que no sabrás esto. —Entrelazó sus manos sobre la mesa—. Las runas elementales son los cuatro elementos naturales que los Kineut controlaban.

Injae la vio sin entender y Hermione se sonrió de lado.

—Fueron las criaturas que dieron vida a los licántropos hace cientos de años. Creo que deberías estudiar más el origen de ellos, seguro será fácil para ti… Tengo entendido que tuviste historia con los lobos.

—Scott podría ayudar a Injae con eso, gracias por la recomendación —intervino irritado Gerard.

—Oh no, seguro Scott tiene sus propios asuntos, ¿cierto, Scott? —Miró frívola al chico—. Yo ya tengo a alguien en mente para eso y también tengo curiosidad de algo.

Se recargó en su silla y miró a ambos jóvenes con una amplia sonrisa en su rostro.

—Los espero mañana temprano aquí, usen ropa cómoda porque será una mañana ajetreada. Mientras tanto… —Se puso en pie e invitó a que se levantarán—. Injae, ven conmigo para que te presente a tu nuevo tutor sobrenatural. Gerard y Scott pueden tomarse un descanso, son nuestros invitados.

—Hermione —expresó tajante—. Injae es mi cazadora, es cazadora de La orden de la sombra y como su líder yo decido que aprende y con quien lo hace.

La mujer frenó antes de tomar la perilla y se sonrió burlona sin ser vista.

—Pero no estás en tu instituto, estás en el mío y yo decido lo que se hace o no y quien lo hace —contestó fría sin voltear—. Vamos, Injae.

Ambas se fueron mientras el anciano se quedó rechinando sus dientes enfadado y Scott se fue sin decir algo sobre lo que había pasado.

Hermione llevó a Injae hacia la biblioteca donde aguardaba un chico pelinegro en el fondo con los pies sobre la mesa mientras oía musica con los auriculares. La mujer se paró frente al chico sin parecer molesta y cuando este la vio bajó sus zapatos de combate para prestarle atención.

—Injae, te presentó a Yohan Soler. —Se puso junto al chico y tocó su hombro—. Uno de mis mejores cazadores, sino es que el mejor.

—Gracias, señora —expresó jocoso.

—Ella es Injae Venator, la chica de La orden —mencionó en bajo—. Quiero que le des algunas tutorías, empieza por los Kineut y el origen de los licántropos.

—Como ordene.

—Perfecto. —Juntó sus palmas y se sonrió abierta—. Te dejo en buenas manos, Injae.

Se despidió de la chica tomando su mano entre las suyas para hacerla sentir segura y después se fue alejando.

“Yohan… si no vas a cortarte el cabello al menos no fumes en la biblioteca.”

El chico estiró su boca hacia abajo y de lado, con burla por el regaño.

—Así que la chica de la runa, ¿eh?

—Solo Injae —dijo tímida.

Yohan relamió su labio y asintió riendo.

—Bien, “solo Injae” —bromeó—, sígueme.

Caminó entre los pasillos de los estantes con soltura haciendo sonar las cadenas decorativas de su pantalón negro.

— ¿Qué sabes de lobos?

Buscó algunos libros mientras esperaba la respuesta.

—Que hay tres tipos, originales, mestizos y dementors; que la plata esmaltada es su principal enemigo, su maldición es hereditaria en originales y algunos mestizos.

— ¿Sabes algo de las familias antiguas? —La miró serio—. ¿Clanes familiares?

—Algo oí, pero no realmente.




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