Confesiones de una cazadora

Capítulo 34.

[Escucha Devil in me - Halsey]

 

Hermione les pidió un reporte a todos los que participaron en la misión, pero a Injae y a Scott los pidió ver antes de que fuesen a descansar.

—Así que el motivo de la celebración era presentar al líder de los Redentors…

—Pero al final no apareció —mencionó tajante—, resultó ser tímido.

La mujer se quedó callada pensando y luego miró a la chica esperando algún comentario.

—Aparentemente nadie lo conoce, su nombre y apariencia, incluso el grupo al que pertenecía es un misterio —comentó extrañada—. Solo dicen lo mismo, que traicionó a su grupo y trabaja con un clan poderoso.

— ¿Qué clan?

—Arkain —replicó abatida—. El vampiro ancestral con el clan más extenso e influyente de vampiros estuvo presente.

—Ya veo… —Resopló resignada—. Gracias a ambos por todo su trabajo hoy, fue un placer conocerte, Injae Venator. —Le sonrió tomando sus manos—. Espero poder vernos de nuevo y Scott Evenson, apuesto a que tu padre estaría orgulloso de ti, sigue así.

—Gracias, señora Francis.

Después de que se cambiaron, ellos y los miembros de La orden de la sombra que estaban allí subieron a las camionetas que Hermione les prestó junto con un par de sus cazadores como escolta para regresar a su hogar.

Petaluma, California.

Scott fue directo a su cuarto y detrás de él lo siguió apurada Yurim.

— ¿Ya podemos hablar?

El chico respiró irritado y se volteó a verla molesto.

—Venator me dijo lo que ocurrió con Maya —dijo apenada—. No sabes cuanto lo lamento…

— ¿Qué es lo que lamentas exactamente, Yurim? —Mordió sus mejillas por dentro—. ¿Alguna vez lamentaste esparcir el rumor sobre Maya y Stella?

Yurim bajó la cabeza avergonzada y Scott caminó a ella con enfado, la tomó del brazo para arrastrarla a la puerta y sacarla a empujones de su cuarto.

—Scott…

—Stella era tu mejor amiga igual que Maya y yo tu hermano, ¿por qué carajo nos hiciste eso?

—No quise hacerlo, lo juro —confesó en sollozo—. Estaba molesta y dije algo estúpido, no creí que se saldría de control.

—Claro que no, porque solo piensas en ti y nada más que en ti —despotricó con repudio—, eres tan egoísta que incluso te estás escudando con “no creí que se saldría de control”. ¡Vete al diablo, Yurim!

Exclamó poco antes de azotarle la puerta en la cara.

A la mañana siguiente Injae y Scott estaban en la preparatoria ayudando con los preparativos de su fiesta de graduación.

—Estuviste muy callada cuando salimos de Oregón —comentó Scott—. ¿Tiene que ver con lo que pasó en el baile…?

—Me trajo malos recuerdos, fue todo.

«¿Tan mal la besé?» Se cuestionó avergonzado por dentro.

— ¿Alguno en particular?

—Arkain me secuestró y enterró un par de flechas en mis piernas y brazos para fastidiar a mi exnovio por haber asesinado a su amante —contestó tajante—, poco después de decirme que soy la cazadora original.

Scott la miró sorprendido y al mismo tiempo aliviado por un asunto propio.

—Eso debió ser… duro, veo porque tu rechazo a la idea de serlo.

—Solo quiero ser buena cazadora para proteger a mi familia o lo que me queda de ella.

—Entonces, ¿entrenamos más tarde? —Le sonrió pícaro.

Injae le sonrió y siguieron acomodando algunas cajas. Más tarde no pudieron entrenar ya que Gerard puso a ciertos miembros de su grupo a entrenar con las diferentes armas que tenían habilitadas para las misiones.

En el campo estaban diez miembros incluidos Yurim y Scott practicando su puntería con el tiro al arco al mismo tiempo que Gerard hablaba con Injae rumbo a ellos.

—Hermione cree que estás lista para el ritual de recuerdos —comentó serio—, así conocerás a las reencarnaciones pasadas.

—No me siento lista...

—Pensé lo mismo, pero creo que no lo estarás hasta que no dejes de dudar de ti y aceptes lo que eres en verdad —expresó firme—. Si aceptas hacerlo será este viernes, después de la graduación.

Injae se quedó callada cuando llegaron con el resto que disparaba las flechas de madera hacia los blancos delgados en el otro extremo.

—Injae, toma un arco.

—Lo siento, pero no usaré un arco —le dijo nerviosa—. Usaré cualquier arma excepto el arco.

Gerard entrecerró sus ojos y se sonrió cruzado de brazos, mientras que Yurim que era la más cercana a ellos reviró sus ojos.

—Todos los miembros de La orden deben saber manejar todas las armas a la perfección sin importar cual sea su arma distintiva —mencionó serio—, así que toma un arco y dispara a cada blanco sin fallar, si lo logras no vuelves a tocar uno en tu entrenamiento, pero si fallas…

“Como si fuera a lograrlo.” “A que falla a la primera.”

“Ni Scott podría darles a tantos sin fallar.”

—Silencio —ordenó—. Injae, toma el arco.

La chica se mordió el interior de sus mejillas al acercarse a Yurim para tomar el arco que esta usaba.

—Buena suerte —susurró burlona.

Injae ignoró su presencia, tomó una flecha y levantó el arco apuntándole al centro que estaba libre porque le flecha de la pelinegra no había alcanzado a llegar más que a la octava diana.

La sensación de sus dedos al sujetar la flecha y al tocar lo frío del metal de la agarradera del arco, le trajo a la mente el rostro de su hermana antes de morir y el de Dylan cuando estaba en la camioneta de los Redentors, pero inhaló despacio y al exhalar soltó la flecha directo al blanco. Caminó hacia el siguiente puesto para tomar una flecha y disparar, durante las primeras tres veces todos murmuraron que debía ser suerte que haya atinado, pero conforme siguió dándole al blanco sin fallar los murmullos cesaron y la vieron sorprendidos hasta que llegó al último puesto.




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