Confesiones de una cazadora

Capítulo 36.

La fiesta de graduación terminó hasta tarde y en cuanto acabó, Injae y Scott fueron llevados al instituto donde los esperaban para dar inicio al ritual. Dentro de la casa de Gerard, en un cuarto grande que solía ser de Dylan antes de morir, estaba una bañera llena de agua fría con velas largas de color blanco alrededor de esta y en las esquinas del cuarto.

Hermione estaba impaciente y quería que la chica llegase cuanto antes, al contrario de Gerard que se mostraba paciente a pesar de que también estaba ansioso porque el ritual se hiciera.

— ¡Injae! —Saludó emocionada—. Empezaba a creer que no vendrías… Por cierto, que hermosa te ves. —Le sonrió y luego vio hacia Scott—. Buena elección de cita, Scott.

Scott arqueó sus cejas sorprendido y vaciló un poco antes de negarlo.

—Oh, yo pensé que iban a asistir juntos como… pareja —comentó pícara—, que pena.

—Hermione, ¿podrías dejar de fastidiar a mis cazadores con tus insinuaciones fuera de lugar?

—Claro…

El anciano se acercó a Injae con una mujer adulta y una chica, ambas con una apariencia similar, piel trigueña y de cabello azabache liso.

—Te presento a Arcelia y a Mireya, su hija.

Ambas miraron a Injae con asombro y admiración; la mujer mayor, Arcelia, se le acercó para tocarle la mejilla y luego le dio un abrazo.

—Tanto tiempo sin vernos, vieja amiga.

—No puedo creer que seas tú —susurró entusiasmada Mireya—, por fin puedo conocerte.

—Mireya, más respeto —regañó seria.

Injae se quedó estática sin comprender la situación, miró a Gerard esperando una explicación de lo que acababa de suceder.

—Arcelia conoció a una de las reencarnaciones de Farah, así como su madre y anteriormente su abuela y su bisabuela —explicó el hombre—. Son una familia de brujas espiritistas que la apoyaron en momentos cruciales y participaron en el ritual de memoria.

—No sabía que las brujas fueran… inmortales.

—No lo son —intervino Scott—, pero muchas suelen hacer cosas “prohibidas” como alargar su vitalidad en el plano terrenal.

Arcelia vio al pelirrojo con suspicacia por su comentario, pero se mantuvo viéndolo unos instantes más cuando se acercó a la castaña, entonces bajó la guardia y llevó su mano al pecho del muchacho y le sonrió.

—Ella estará segura siempre que esté contigo.

Injae se les quedó viendo intrigada del mismo modo en que Hermione y otros más que estaban de espectadores atrás echando hielo a la bañera.

—Mi mamá puede ver el aura de las personas y el futuro —le mencionó Mireya en susurros a Injae—. Esto quiere decir que tu amigo es bueno.

Arcelia le entregó un camisón negro de tirantes a Injae para que se cambiase en el baño, la chica lo vio nerviosa entre sus manos por lo delgado y casi transparente que este era.

—Entre menos ropa uses mejor, aunque no creí que aceptarías entrar desnuda.

Una vez que salió cambiada y con su cabello desarreglado todas las miradas de los que estaban en el cuarto se posaron sobre ella, algo que la cohibió e hizo que se abrazara a sus brazos para sentirse más cubierta además de que el fresco del cuarto ella lo sentía más fuerte.

—Tendrás que entrar a la tina, el hielo hará que tu temperatura disminuya hasta entrar en hipotermia —explicó Arcelia probando el agua—. Se necesita que tu corazón se detenga, pero no te preocupes porque si todo sale bien al acabar el ritual, él mismo volverá a latir por su cuenta.

— ¿Qué quiere decir con “si todo sale bien”? —Cuestionó nerviosa.

Arcelia y Gerard se lanzaron unas miradas culposas que Injae notó.

—No ha habido ninguna reencarnación que no haya logrado regresar, es todo cuestión de ti porque todo lo que veas, oigas y sientas será completamente real —avisó inquieta—. Debes encontrar a todas, así que ten cuidado, puede ser muy fuerte lo que vivas.

Scott la ayudó a entrar a la tina y en cuanto su piel tocó el agua helada empezó a temblar hasta cubrir por completo su cuerpo, dejando libre su cabeza y brazos que se aferraban a los bordes de la bañera metálica.

—Scott —dijo Gerard serio—, tú deberás ser quien la sumerja hasta que su corazón deje de latir por completo.

— ¿Qué? —Protestó asustado.

—Está bien —respondió castañeteando—, solo trata de no disfrutarlo.

La pequeña broma de Injae fue para calmarlo y darle confianza al pelirrojo antes de poner sus manos cálidas sobre los hombros helados de ella.

—Si algo pasa te sacaré enseguida —prometió decidido.

Ella asintió temblando y luego Scott la sumergió despacio. Cuando el agua cubrió todo su rostro, se aferró con más fuerza a la bañera y cuando el aire empezó a írsele lo tomó del brazo.

—Gerard…

—Resiste, Scott. Son sus últimos reflejos así que no faltará mucho.

El agarre se suavizó de a poco hasta que al final sus dos brazos cayeron al agua lo que indicó que finalmente su corazón se detuvo.

—Ya empezó —avisó inquieta viendo las velas goteando la cera—, espero lo logre antes de que se consuman todas las velas.

Injae despertó en una especie de limbo que conforme más avanzaba en él, más se desvanecía y tomaba forma física de algún lugar en particular.

«Polonia, año 610.

Tropezó con una rama y cayó sobre la nieve.

“Olesia!”

Injae volteó al oír la voz de una niña, se sorprendió cuando esta corrió a abrazarla y pudo sentir su tacto como si de verdad estuviese ahí.

—Co Ty tutaj robisz? —Le preguntó la niña.

Injae balbuceó como si quisiera hablar y de pronto solo respondió con lo primero que se pasó por su mente.

—Potknąłem się.

—Dziadek powiedział ci, że nie możemy przejść tędy —le dijo como regaño—. Wstań!

La castaña asintió anonadada por lo que estaba viviendo; se puso en pie y siguió a la niña con rizos rojos que la llevó a una cabaña pequeña y vieja. »




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