Confesiones de una cazadora

Capítulo 37.

Los cazadores que se les permitió estar presentes como la escolta de Hermione y algunos de alto rango de Gerard estaban en el cuarto esperando a que la chica despertase, pero las velas ya estaban prácticamente consumidas así que sus esperanzas estaban por desvanecerse hasta que una fuerte ráfaga de aire rompió los vidrios de la ventana para entrar a la habitación al mismo instante en que las llamas volvieron a encenderse con más fuerza.

Todos retrocedieron y se agacharon para cubrirse de los vidrios cuando Injae salió del agua para recuperar el aire, los cazadores que tenían armas las sacaron para soltarlas y luego con el resto se agacharon para mostrar respeto a la chica.

Arcelia ayudó a Injae a levantarse de la tina y luego para salir de ella sin que fuera a resbalarse; Scott la miró de reojo con deseo de ayudarla, pero se quedó en su lugar por algo que lo incomodaba de él mismo. Los cazadores se incorporaron y al verla con el camisón totalmente pegado al cuerpo marcando sus delicadas curvas, volvieron a poner su vista en el suelo hasta que Mireya cubrió a Injae con una toalla.

— ¿Cómo te sientes, Injae? —Preguntó Gerard intrigado.

Injae castañeteó por el frío mientras se tomaba unos segundos para asimilar un poco lo que vio.

—Quisiera… quisiera tomar un baño caliente primero, ¿puedo?

—Por supuesto. —Hizo una seña con su mano—. Llévenla a su cuarto.

Durante la orden de Gerard, Scott le susurró algo a los chicos que llevarían a Injae a su nueva habitación. Más tarde, Yurim llegó al cuarto de Injae en busca de Scott, pero se encontró con la chica secándose el cabello.

— ¿Qué diablos haces tú aquí?

—También me alegro de verte —replicó cansada.

— ¿En dónde está Scott? ¿Por qué estás aquí?

—No sé en donde está y estoy aquí porque este es el nuevo cuarto que me asignaron.

—Imposible, es el cuarto de… —Apretó sus dientes antes de continuar—. Como sea.

La pelinegra bajó al instituto en busca de su hermano y lo encontró hablando con uno de sus amigos cerca de la plataforma de combate.

“¡Scott!”

—Ahí viene la bomba… —masculló burlón Marco—. Suerte, viejo.

Le dio una palmada en el hombro y se fue poco antes de que Yurim llegara a Scott.

— ¿Por qué le diste tu cuarto a Injae Venator? —Reclamó en bajo.

—Eso no es asunto tuyo.

—No, no otra vez. —Movió su cabeza en negación—. ¿Cuándo entenderás que no puedes tenerlo todo al mismo tiempo?

—Ya deja de meterte en mis asuntos, no eres mi niñera —alegó molesto—. Yo sé lo que hago.

—No puedes tenerla en tu cama y de rival al mismo tiempo, en una vas a tener que ceder, hermanito.

El pelirrojo resopló exasperado y trató de mantenerse en calma hasta donde pudo.

—Deja de fastidiarme, Yurim. Dices que te preocupas por mí, pero no necesito una niñera porque sé cuidarme solo… lo he hecho todo este tiempo mientras tú esparcías rumores —expresó en bajo con desprecio.

Se alejó de ella golpeándole el hombro al pasar junto a ella. Yurim pegó su puño contra la mesa a su lado y luego miró el monitor con la tabla de clasificaciones.

Injae salió del cuarto cuando escuchó el bullicio afuera de la casa.

—Hey, hola —saludó Marco.

—Hola… ¿Qué es ese ruido?

—Tienen una fogatada, están celebrando con alcohol y bueno, ya sabes. Deberías ir, Scott está allí.

— ¿No vienes?

—No, esta vez no.

En el campo estaba una gran fogata con troncos alrededor para sentarse, tenían bocinas cerca que reproducían la misma canción con la que varios empezaron una especie de karaoke que se formó por los excesos de tragos y polvo de estrella que los cazadores de El círculo azul habían llevado.

—Aquí estás.

Se sentó junto al pelirrojo frente a la fogata y lo miró cansado sin su saco del traje y con la corbata deshecha, bebiendo una cerveza.

— ¿Cómo te encuentras? —Preguntó sin mirarla.

—Fue abrumador vivir tanto en tan poco, pero creo que salir de ahí con todos viéndome lo fue más —bromeó—. ¿Por qué la fiesta?

—No fuimos los únicos graduados. —Sonrió burlón—. ¿Cerveza?

Le abrió la botella y cuando se la dio observó su expresión aliviada que tenía ella hacia el cielo.

— ¿Qué pasa? —Cuestionó al sentir la mirada sobre ella—. Siento que no estás bien.

—Es solo que… desde que murió mi padre me dediqué a ser el mejor cazador que olvidé lo que pasaría cuando llegara este momento.

— ¿Algún sueño de niño?

—Quería ser astronauta —confesó riéndose—, también quería tener mi propia banda… quizá lo averigüe pronto o tal vez no, Yurim dejó la carrera de negocios cuando murió nuestro padre y… pasaron cosas, entonces se quedó aquí.

—A veces olvido que eres mayor que yo.

—Es solo un año, no se siente mucho —dijo jocoso—. ¿Tú irás a algún lado?

—Estoy esperando la carta de aceptación de Berkeley —admitió inquieta—, aunque también de la universidad de San Francisco.

Scott se mantenía callado con su mirada en el fuego y luego se acordó de algo que traía en su pantalón, una bolsita de terciopelo morada, la abrió y sacó de ella un brazalete dorado ajustado que tenía en su centro una punta de flecha hecha de cornalina roja.

—Creí que si no usarías un arco al menos podrías usar la flecha como algo distintivo, pero veo que te adelantaste —insinuó viéndole el collar de flechas—. Es lindo, el brazalete haría juego con él, además vi que te gusta usar rojo… lo digo por la pulsera de hilo que siempre usas.

Injae lo vio extrañada, pero luego sonrió cuando él se lo puso.

—Es un regalo de graduación y también por el ritual.

—Gracias —susurró sonriendo—. Lamento no tenerte un regalo de graduación…

—Está bien, no tienes que lamentarlo.

Suspiró y luego la miró abatido.

—Después de hoy todos estarán esperando a ver tu siguiente movimiento y en qué momento vas a quebrarte, cazadores o sobrenaturales, todos tendrán algo por qué verte —avisó con cautela—, ahora más que nunca debes estar alerta en cada segundo que respires y tener tu puntería firme hasta que sepas si debes confiar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.