Confesiones de una cazadora

Capítulo 39.

Gerard estaba esperando a Injae en su oficina muy temprano para informarle sobre la nueva persona con la que entrenaría a partir de ese día.

—No puede hablar en serio —masculló decepcionada—, ¿no hay alguien más? ¿Marco o Félix?

—Te molesta la idea, ya veo.

Tomó su puro y lo encendió sin preocupación.

— ¿Sabes por qué te hice pelear contra Yurim por segunda vez?

—Porque sabe que me odia y le gusta verme padecer.

Gerard se rio y expulsó el humo hacia a un lado.

—Para ser el mejor no solo debes ser bueno dando golpes o usando un arma, sino que también necesitas carácter y ella tiene mucho —afirmó inclinándose sobre su escritorio—, quizá deberías aprender algo de ella.

—Dudo que Yurim quiera darme alguna lección que no sea un golpe suyo.

—Tendrá que hacerlo porque estará bajo una orden mía.

Injae salió de la habitación y al cerrar, se recargó en la puerta para resoplar con sus ojos cerrados, pero fue interrumpida por un jaloneo de brazo en dirección de la salida de la casa.

—Necesito que me hagas un favor —dijo en voz baja Yohan—. ¿Podrías decirle a Hermione que debo quedarme un poco más?

Injae dejó de caminar a su lado y se paró enfrente de él con los brazos cruzados.

— ¿Por qué quieres quedarte?

Yohan se mantuvo en silencio y la chica se sonrió pícara.

— ¿Es por Yurim Evenson?

—Es porque me gusta el clima cálido de California.

La chica asintió sin creerle y siguieron caminando un poco más hacia el establo de Gerard.

—Te gusta, ¿no? —Lo miró jocosa.

—Pff. Claro que no, ¿de qué hablas? —Vaciló a la defensiva—. A ti te gusta la zanahoria de Evenson.

Injae bufó con la nariz arrugada como si le desagradara ese pensamiento.

—Por supuesto que no. —Evitó verlo a los ojos—. Nunca me fijaría en alguien tan engreído y tonto como Scott Evenson.

Yohan arqueó su ceja y se rio.

—Así que sí había problemas en el paraíso. ¿Qué ocurrió?

—Dijo que ahora soy su rival y no me quiere cerca.

—Qué idiota.

La castaña esbozó una sonrisa de lado.

—Odiaré decir esto, pero trata de entenderlo —dijo arrastrando las palabras—. Tanto tiempo siendo el mejor y que una cazadora no oficial sin entrenamiento pueda ser mejor… a nadie le agradaría esa idea.

—Nunca intenté ser mejor que él ni que nadie.

Injae resopló cansada y Yohan sacó su encendedor para prender un cigarrillo, pero cuando ella lo vio, se lo quitó para aventarlo por un lado y Yohan extendió confundido sus brazos a los lados.

—Basta de eso, no tienes que estar drogado todo el tiempo.

—No lo entiendes, es la única forma de ver… Olvídalo.

—Lo entiendo muy bien. Esa sensación de flotar en una brisa rosada y sentir que nada pasa, que lo tienes todo y a todos aun cuando nada de eso está ahí, pero en algún momento debemos volver a la realidad.

Siguieron caminando y hablando de trivialidades hasta que Yohan le preguntó a Injae sobre su nuevo compañero de entrenamiento y cuando oyó la respuesta, se rio fuerte, luego le tiró una broma sobre lo divertido que sería su entrenamiento con Yurim.

Tras el primer par de días entrenando juntas, las cosas no tuvieron mucho avance, pues estaban en silencio durante las peleas y en cuanto acababan se iban por su cuenta. Por otro lado, estuvo Yohan disfrutando su fin de semana en el pueblo, yendo a lugares de la plaza y teniendo encuentros casuales con algunas chicas fuera y dentro del club neón sobrenatural.

—Alto —ordenó Yurim—. Estás muy rígida, necesitas mejorar tu flexibilidad.

— ¿Eso fue un consejo? —La miró extrañada.

—A mí tampoco me agrada esto, pero si no tienes avance, tendré problemas con Gerard así que trata de hacer caso, ¿quieres?

Injae le asintió obediente y se acomodó para imitar los ejercicios que Yurim empezó a hacer.

—Sé qué crees que solo soy una novata ingenua que le falta talento y que por eso me odias.

—Yo no te odio —contestó tajante—. No niego que no me agradas, así como tampoco negaré que no eres tan mala, solo necesitas pulirte y eso se comprueba porque venciste a mi hermano.

Injae dejó de estirarse hacia su pie, pero permaneció encorvada tocando su pecho con su rodilla mirando hacia Yurim.

—No lo vencí, quedó en empate —mencionó inocente.

—Han sido pocos los que han resistido a un combate contra él, pero ninguno le había arrebatado el arma ni mucho menos apuntado y tú hiciste todo eso en el mismo combate… en la primera vez que se enfrentaron —afirmó impresionada—. Eso ya es como vencerlo.

La castaña arqueó sus cejas desaprobando la situación, Yurim notó la cara seria de Injae y la miró intrigada.

—Parece que no te agrada vencerlo y aun así sigues durmiendo en su antiguo cuarto.

Injae la volteó a ver en un dos por tres y se quedó muda.

—Veo que no sabías —comentó con un resoplo—. Le pregunté por qué lo hizo y no quiso responderme, quizá lo que le dije después lo hizo querer retractarse, pero el cuarto ya era tuyo y seguro no quiso hacer un drama.

El tema se cortó ahí y solo hicieron un par de ejercicios más para finalizar el día. Injae subió a la casa para bañarse en su supuesto cuarto, cuando terminó de vestirse se volvió a poner su collar y cuando tomó el brazalete que le regaló Scott, lo quedó mirando con atención, mordió sus mejillas por dentro y se lo llevó sin ponérselo.

Cuando se topó con un miembro del grupo, le preguntó por la habitación del pelirrojo y cuando la halló, tocó para poder pasar, pero al no obtener respuesta supuso que no estaba allí así que no lo pensó mucho y entró. Recorrió el lugar con la vista; pasó junto a la cama y vio en la mesita junto a la lampara, unas fotografías de un niño pelirrojo junto a una mujer quien parecía ser la mamá de Scott, pues se parecían mucho; se percató de la ropa que estaba al otro lado de la cama y se puso nerviosa porque escuchó el seguro de una puerta.




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