Confesiones de una cazadora

Capítulo 45.

—Ya puedes pasar.

Injae tomó su ropa para entrar a bañarse y vestirse ahí mismo, pero al acabar se percató de que por la prisa olvidó su toalla en la silla del escritorio; Scott se levantó para llevarle la toalla.

—No vayas a ver —ordenó nerviosa.

—Ni quien quiera hacerlo —respondió burlón.

Apagaron la luz y se acostaron bocarriba uno junto al otro, no dijeron nada por unos minutos, solo sus respiraciones tensas se oían en el cuarto.

—No dormiré en el piso.

—Yo tampoco.

—Bien.

—Bien.

Se dieron la vuelta en direcciones contrarias, Scott veía hacia el pilar junto a la puerta mientras que Injae a la ventana trasera con la cortina de metal para evitar el paso de la luz a la hora de dormir.

— ¿Sigues despierto?

—No.

Injae se sonrió con gracia de su lado de la cama.

— ¿Te dolió?

Scott respiró como si el sueño empezara a ganarle y aun así respondió.

—Solo un poco, luego desapareció el ardor. No vayas a gritar ni quejarte de dolor o alguna tontería de esas enfrente de todos sino quieres quedar en ridículo.

La chica se rio y luego él se volteó hacia ella por lo que Injae lo imitó para terminar frente a frente sin poder verse por la oscuridad.

—No te preocupes, lo harás bien.

A la mañana siguiente las cortinas de metal fueron levantadas automáticamente y el rayo de luz pasó las ventanas de mosaico para cubrir toda la habitación. La luz llegó al rostro de Injae y empezó a quejarse, poco a poco abrió los ojos y se sorprendió al ver que amaneció abrazada a Scott y que este también la abrazaba por los hombros.

— ¿Qué rayos pasó? —Protestó en alto.

Scott despertó por el movimiento brusco de Injae al sentarse y reaccionó al sentir su mano en la espalda baja de ella, enseguida se incorporó preocupado para tocarse el pecho y suavizó su rostro cuando sintió su playera puesta.

— ¿Qué creíste que pasó?

—Nada, ¿tú que creíste?

—Nada… obviamente.

Scott se metió a bañar para arreglarse en lo que Injae buscaba entre su ropa algo adecuado para la ceremonia, al salir le dijo que ninguno funcionaba sino era negro y que seguro su hermana tendría algo así que la llamó mientras seguía en toalla.

— ¿Piensas vestirte aquí? —Lo vio inquieta.

—Después de que dormimos en la misma cama y amanecimos… —Carraspeó—. Yo creo que ya puedo vestirme cerca de ti, además no quiero mojar la ropa en el baño.

Injae abrió la boca para protestar, pero el pelirrojo la interrumpió antes decir algo.

—Descuida, ya me puse la ropa interior en el baño, solo date vuelta para ponerme el pantalón.

La chica resopló sin más opción y se dio vuelta hacia la ventana del escritorio para ver el patio de la entrada.

— ¿Podrías…?

Injae miró sus manos que se recargaban sobre la silla, pero entre ambas estaban los pantalones negros de Scott, los tomó y se los lanzó sin voltearse a verlo; Scott los atrapó y se sonrió.

Se puso los pantalones y le avisó a la chica para que pudiera voltear tranquila, cuando lo hizo se encontró a Scott frente al espejo largo, cerrándose la camisa negra y con el pantalón abierto teniendo el cinturón colgando.

— ¿Qué? —Miró de reojo a Injae—. ¿Se ve mal?

—No, te queda bien el negro.

Scott sintió la timidez en la voz de Injae y fue hacia ella en el escritorio, se acercó por encima de su hombro y puso su mano a lado de su cintura sobre la silla.

—Mi corbata…

— ¿Uhm?

—Estás recargada en ella.

Yurim tocó y abrió la puerta para pasar con dos vestidos negros, al instante que entró, Injae se alejó del escritorio y por ende de Scott.

—Traje dos vestidos para que elijas.

Alzó ambos vestidos para mostrarlos, pero Injae no sabía cuál tomar así que Yurim metió a Scott para que escogiera el que mejor le quedaría a la castaña.

—El de la cola más larga de atrás.

—Cola de pato —corrigió—. Ese y un recogido de trenzas para librar el cuello, Scott sal para que se vista y tú vete a bañar.

— ¿Por qué la ropa debe ser negra? No es un funeral.

—Cada grupo tiene un color distintivo. El círculo azul obviamente es azul, el grupo de La rosa blanca usan blanco, de gris son Los VK que cambiaron su color después de la reciente muerte de su líder Barton… —explicó Yurim—. Scott, carajo, me desesperas con eso, ¿quieres que te haga la corbata?

Scott jaló la prenda para quitársela de mala gana y la arrojó a la silla.

—No, iré sin corbata.

Se fue molesto azotando la puerta.

—Entra a bañarte ya.

Atrás del edificio principal se encontraba el centro de ceremonias que estaba siendo preparado por cazadores novatos del instituto para el mediodía. Hermione estaba en una esquina observando los preparativos.

—Imagino que disfrutas que esté en la cuerda floja.

— ¿Tú disfrutaste cuando tuve que abandonar el Orkunato? —La miró burlón—. Es bueno que entre nosotros no existan las falsas apariencias, porque sí sabes que yo no caigo en tu buena cara como el resto, ¿no?

—Entonces sabes que no me dejo pisotear fácilmente.

Hermione tocó a la puerta de Injae y cuando pasó, miró sonriente a la castaña.

—Luces encantadora.

—Las dejaré solas. Permiso, señora Francis.

La mujer puso un estuche de madera sobre el escritorio y se paró frente a Injae viendo cada detalle en ella.

—Sé que no perteneces a mi grupo y que por eso debes usar ese color tan… apagado, pero me encantaría darte algo. —Abrió el estuche y sacó una peineta—. Tiene piedras preciosas y su joya principal, un zafiro azul en forma de círculo, la usé al recibir mi marca y me haría muy feliz que la usaras.

—Yo… —Titubeó—. No sé si deba, es algo muy preciado para usted y…

—Este es un día especial para un cazador, lo justo es que uses lo apropiado.




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