Confesiones de una cazadora

Capítulo 54.

La camioneta llegó a la orilla del bosque y bajaron para mirar.

—Se ve enorme…

— ¿Qué fue lo que pasó con Yurim exactamente, Injae? —Reclamó Yohan serio.

—Algo la jaló, pero no… —Pausó al recordar los cuerpos envueltos—. Las raíces… ellas jalaron a Yurim.

— ¿Raíces?

Injae buscó la maleta en la cajuela y la abrió para sacar las armas, le fue dando una espada a cada uno sin que ellos entendieran.

—No usen dagas ni armas de corto alcance, las armas de fuego tampoco funcionan —explicó apurada—, mejor usen esas espadas e imaginen que podan el monte.

Cerró la cajuela llevándose consigo el hacha.

—Y cuidado con las raíces que tiene vida.

— ¿Raíces con vida? Esto no podría ser mejor.

Entraron al bosque y siguieron a Injae hasta el punto donde fueron atacados, de ahí Scott ordenó que se dividieran en dos grupos; Marco y Félix fueron juntos por el lago mientras que Injae se fue con los otros chicos hacia más adentro del bosque.

La parte del bosque donde estaban los tres lucía árida con los árboles secos e incluso había ceniza en el suelo, como si hubiera habido un incendio antes.

—Hay ceniza, pero no cadáveres, no debe ser nada bueno, ¿cierto?

—No alcanzamos a llegar hasta aquí por eso todos los cadáveres están… allá.

Los tres se detuvieron cuando vieron cuerpos ensangrentados cubiertos por la ceniza que caía de los árboles secos, pero siguieron adelante con sus armas empuñadas. A lo lejos, Scott vio un cuerpo que no tenía raíces y corrió enseguida hasta él.

— ¡Yurim! —Se tiró al suelo para revisarla—. Abre los ojos.

— ¿Qué…? —Balbuceó—. ¿Morí? ¿Es el más allá o algún otro lugar…?

Injae se acercó sola.

— ¿Está bien? —Le preguntó a Scott.

—Ah… no —dijo decepcionada al ver a la chica—, claro que no morí. ¿Qué hacen ustedes aquí?

—Vinimos a rescatarte —espetó Scott—, ¿estás herida o puedes caminar?

—Creí que me odiaban.

Scott la vio ofendido y negó enseguida.

—Eres mi hermana, mi única familia y aunque a veces me sacas de quicio jamás podría odiarte… eres todo lo que tengo y daría mi vida por ti siempre, Yurim.

—Perdóname, Scott…

El chico le limpió a Yurim las lágrimas que escurrieron de sus ojos y atrás de ellos, Injae los vio un tanto seria, lo suficiente para apartar la mirada molesta.

“¡Oigan!”

Yohan corrió hacia ellos con prisa y cuando llegó, Yurim se sorprendió.

—Viniste…

Injae no dejó hablar al pelinegro porque cortó una raíz que subía por uno de los  brazos heridos de Yurim.

—Eso es lo que quería decir… —vaciló preocupado—. Debemos irnos ya porque esas cosas están cubriendo los cuerpos de allá.

—Le diré a Marco que tenemos a Yurim —avisó Scott—, ayúdala a levantarse.

Las ramas jalaron de nuevo a Yurim y esta vez fue Yohan quién las cortó, la chica desgarró más sus heridas en las extremidades por las raíces que la apretujaron.

— ¿Qué diablos es esto? Las raíces no tienen vida… debe ser cosa de hadas.

—Pues parece que no, los cuerpos que vimos aquí eran de hadas, oscuras a lo mejor —comentó Scott angustiado—. Algo más controla las raíces, ¿quizá los wendigos?

— ¿Y quién crees que controla a los wendigos? Ellos no matan hadas —alegó Yurim—, algo más las mató.

—Scott, ¿estás ahí? ¡Scott! —Habló Félix por el radio—. Hay alguien aquí… creo que va hacia ustedes.

Unos hombres llegaron muy rápido a donde estaban los cuatro, mostraron sus ojos rojos y venas negras.

—Lo que faltaba —murmuró Scott—. Yohan, saca a mi hermana de aquí. Injae, ve con ellos.

—No te dejaré con ellos y lo que sea que haya aparte de ellos…

—Fue una orden, Injae.

—Te recuerdo que perdiste tu rango. —Empuñó su hacha y se fue contra los vampiros.

Yohan cargó a Yurim, pero fue rodeado por otros vampiros con los que tuvo que pelear; Yurim permaneció en el suelo a punto del colapso, desde ahí vio como el chico logró matarlos, pero no alcanzó a matar del todo a uno ya que lo habían herido de gravedad con dagas que los vampiros tomaron de los cazadores muertos.

Por su parte, Félix y Marco llegaron a apoyar a Injae y a Scott. Cuando acabaron con ellos, oyeron a Yohan que venía con Yurim desmayada en sus brazos y él estaba a punto de quedar igual; los cuatro se apresuraron para ir hacia ellos, pero el vampiro que Yohan no logró mata con su espada, lo estaba alcanzando.

El vampiro usó la espada de Yohan que se sacó antes de su pecho cubierta con su sangre para clavársela por detrás en el corazón al chico. Yohan se detuvo al sentir el filo de la hoja atravesándolo brutalmente, escupió sangre de la boca por la hemorragia interna de su órgano y cayó de rodillas con la chica todavía en sus manos.

Félix y Marco lanzaron sus espadas para frenar al vampiro y poder retenerlo; Scott e Injae corrieron hacia Yohan, el pelirrojo tomó a su hermana y la castaña se hincó para sostener a Yohan que terminaba de agonizar.

—La… la… es… —Balbuceó Yohan apenas.

Cuando murió, Injae le cerró sus ojos y dio un trago duro.

—Debemos irnos ya antes de que los wendigos o lo que sea llegue —ordenó Scott.

—No podemos dejarlo aquí —protestó Injae indignada—, no dejaremos su cuerpo aquí… debe ser enterrado como se merece.

El vampiro se carcajeó con esfuerzo por la espadas clavadas en su cuerpo mientras los dos chicos lo sostenían de un brazo cada quien.

—No creo que pienses lo mismo cuando él despierte —expresó burlón—. Ups… no debí decirlo.

Siguió riéndose mientras el resto se quedó callado viéndose entre sí. Injae volteó molesta hacia él y preguntó:

— ¿Qué fue lo que hiciste?

—Lo averiguarás pronto, linda —susurró riéndose.

Los chicos arrugaron sus frentes y murmuraron cosas preocupados, por otro lado, Injae permaneció inexpresiva mientras se levantaba del suelo y apretó sus dientes cuando recogió la espada de Yohan con la que fue asesinado.




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