Injae estaba en los pasillos de los cuartos del instituto frente a la puerta de Yurim, estaba indecisa sobre tocar a su puerta, pero luego se atrevió y la pelinegra desde adentro le permitió el paso.
—Hola…
— ¿Qué te ocurre? Parece que vieras a la inquisidora rusa —comentó fría—. Pasa ya.
—Es solo que… —Frunció sus labios de un lado a otro—. Me preguntaba si podrías ayudarme con un asunto.
Yurim alzó su ceja sin mucha preocupación.
— ¿De qué se trata?
—Bueno, yo… no sé qué usar para un encuentro con Maxon en la tarde.
— ¿Tendrás una cita con el niño Brizz? —Arqueó sus cejas y sonrió pícara—. Todo este drama, ¿era por eso?
— ¡No es una cita! —Alegó seria—. Y es que la poca ropa que tengo linda no siento que sea…
— ¿Ideal? ¿Adecuada? ¿Suficiente…?
—Basta, entendí. ¿Vas a ayudarme?
— ¿Qué hay de tu amiga pelirroja? Seguro ella tiene mejor sentido de moda que yo.
—No he podido volver a contactarla desde su última llamada hace casi dos semanas, tampoco responde mis mensajes en Facetagram… debe estar ocupada —comentó desanimada.
Yurim seguía cruzada de piernas en su sillón mientras la oía; cuando acabó de hablar, permaneció viéndola unos segundos más en silencio y después suspiró para levantarse.
—Es tu día de suerte, es mi día libre —expresó un tanto jocosa—. Enséñame que tienes.
Fueron al cuarto de Injae a donde ella ya había llevado los atuendos que podría usar en su salida.
— ¿Y bien?
—Tenías razón —admitió con desagrado—. Estos atuendos no son para nada buenos.
— ¡Hey!
—No porque sean malos sino porque una blusa rosa pastel de flores y una falda celeste ya no son para nada tu estilo después de haber cortado los dedos de alguien —aseguró burlona—, pero este… no está mal.
Yurim estaba sentada en la cama viendo la ropa y al encontrar un vestido azul lo alzó para observarlo mejor, pero Injae arrugó su frente.
—Está muy corto.
La pelinegra lanzó el vestido hacia atrás y tomó otro amarillo que encontró debajo de unas blusas floreadas.
— ¿Qué tal este? ¡Por favor no digas que también está corto! —Exclamó rápido—. Porque si es así, ¿por qué lo sigues teniendo?
Injae miró fijo el vestido amarillo con mangas bombachas y de botones dorados grandes que estaban por enfrente en la mitad del vestido.
—No es mío —dijo triste—, era de mi hermana Rebecca. Un día se revolvió con mi ropa por accidente y lo dejé allí porque olvidé devolvérselo, pero… luego no me atreví a sacarlo.
—Siento mucho lo de tu hermana.
La castaña asintió y esbozó una sonrisa a medias para cortar la incomodidad, después resopló y siguió revoloteando entre su ropa.
—Iremos a los bolos, sería mejor usar jeans.
—En ese caso…
Yurim empezó a buscar entre las blusas para separar las que mejor le favorecían a Injae mientras esta se cepillaba el cabello.
Scott llegó y entró al cuarto, pero se detuvo confundido al verlas juntas buscando ropa.
— ¿Qué sucede aquí?
—Injae tendrá una cita con el niño Brizz.
—No es una cita, él no la llamó cita así que no es una cita —protestó fastidiada.
—Como sea… —Se levantó apurada de la cama—. Scott, ¿con escote o sin él?
Puso dos blusas de manga larga frente a Injae para enseñárselas al pelirrojo.
— ¿Qué?
—Solo responde.
—Ah… —Se quedó mirando indeciso a las blusas sobrepuestas en Injae—. Sin.
—Que machista —espetó Yurim bajando las blusas—. ¿Cuál es tu problema con los escotes femeninos?
Scott extendió sus brazos desconcertado por la acusación de su hermana.
—Tú me hiciste una pregunta y respondí, eso no tiene nada que ver con… —se defendió nervioso y miró a Injae luego—. No soy machista, lo prometo, no tengo problema con los escotes… al contrario, creo que son geniales… yo… yo creo que debería callarme ya.
Injae se rio un poco en diferencia de Yurim que se carcajeó por la actitud del chico al sentirse acusado.
—Cálmate, sé que tu nivel de machismo es tan bajo que hasta una hormiga es más machista que tú —se burló—. Pero en serio, ¿sin escote? La blusa se ve linda.
—En realidad a mí tampoco me gusta mucho usar escotes, de hecho, no uso.
Yurim enserió su rostro viendo a Injae que seguía cohibida por admitirlo.
— ¡¿Entonces por qué la tienes?!
—Quizá sea de Melissa y la olvidó cuando vino…
—Sí, es de ella… —respondió desinteresado Scott y ambas voltearon a verlo serias—. Creo. ¿Saben? Mejor las dejo con su asunto.
Scott salió tenso de allí con las miradas todavía sobre él. Después de que se fue, Yurim continuó viendo la ropa, pero Injae se quedó intrigada.
— ¿Cómo pudo recordar…?
—Seguro recordó cuando se la quitó el día que se acostaron —dijo desinteresada.
Injae cerró sus ojos y arrugó su boca.
Después de un rato, Injae bajó a la sala para irse, pero se topó con Scott.
—Hey, hace rato subiste a verme, pero ya no me dijiste a qué.
Scott jugó con los cubiertos en sus manos con los que iba a comer un trozo de pay para evitar mirarla.
—Nada importante, solo iba a practicar un poco con los cuchillos y quería una compañera. —Resopló cansado y elevó su vista—. Que te diviertas en tu cita.
—No es una cita.
—Claro. —Alzó sus cejas y reviró sus ojos—. Solo ten cuidado.
Yurim pasó por la sala y vio a la chica, se apresuró para despedirla y verificar el atuendo.
—Deberías… —Estiró la blusa hacia abajo para resaltar el busto de Injae—. Mejor.
Scott se presionó en medio de sus cejas con su pulgar y suspiró.
— ¿Podrías dejar de querer hacer ver a Injae como…? Además, no puedes ir por ahí tocando el cuerpo de las personas como si nada —alegó disgustado.
—Estás celoso de que yo lo toqué en lugar de haber sido tú —insinuó burlesca.
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Editado: 04.04.2024