Confesiones de una cazadora

Capítulo 66.

Injae fue al instituto para buscar a Scott y decirle sobre la invitación que le dio Arcelia. Preguntó por él y bajó al gimnasio donde lo vio concentrado, ejercitándose sin su camisa mientras realizaba dominadas; Injae se quedó recargada en la puerta viéndolo de espaldas mientras bajaba y subía de la barra donde se colgaba.

«Es bueno saber que en ti siempre podré confiar» Fue lo que pensó Injae al verlo.

Scott la vio de reojo al sentir su mirada.

— ¿Te gusta mi espalda? No sabía que te gustaran con cicatrices y moretones —bromeó jocoso.

Injae reviró sus ojos y luego entró mientras él bajaba para hablar con ella.

— ¿Qué pasó?

—Es la invitación para la ceremonia de Mireya en el reino de la magia. —Alzó el sobre—. Me la trajo Arcelia esta mañana.

—Cierto, la vi salir de la oficina de Gerard así que seguro le dio una.

Scott actuaba desinteresado a la vez que buscaba su toalla para secarse el sudor.

— ¿Gerard irá? —Protestó desganada—. En ese caso es bueno que Arcelia me haya dado tu invitación.

El chico la miró quieto y caminó despacio hacia ella.

— ¿Mi invitación? —Se señaló así mismo—. ¿Para un ceremonia en el reino de la magia? ¿Hablas en serio?

Injae le entregó el sobre con su nombre y cuando él lo leyó, la miró emocionado con una sonrisa abierta.

— ¿Iré al reino de la magia? ¡No puede ser! —Empezó a acelerarse y a caminar de un lado a otro—. Debo empezar a buscar mi atuendo.

La chica se rio al verlo actuar así, pero él la ignoró.

—Scott, la ceremonia es el dieciocho de diciembre… apenas es quince —mencionó riéndose.

—Lo sé, pero quiero usar algo presentable y además… espera —dijo serio—, ¿dijiste quince?, ¿hoy es quince de diciembre?

—Sí…

—No puede ser —masculló perplejo—, desde que murió mi padre no he podido olvidar su costumbre de presentarse en Sølvbyen ese día… y hoy lo hice.

Injae pestañeó varias veces seguidas y frunció su boca.

—Durante mis años en el instituto de Sølvbyen, siempre que tomábamos vacaciones navideñas él iba por nosotros y esperaba que lo sorprendiéramos con lo mejor —explicó poniéndose su camisa—. La última vez que fue yo estaba empezando a salir con Maya, ya imaginarás que no terminó bien su visita.

—Así que llevaste intentando compensarlo todo este tiempo, pero ya es hora de que lo hagas por ti y no por la expectativas de otros.

Scott asintió atónito y luego esbozó una sonrisa pequeña con su cabeza agachada, empezó a levantarla, respiró fuerte y resopló.

—Se sintió bien respirar tan libre —añadió jocoso—. Gracias, Injae.

—Seguro, Scott… ¿esto significa que ahora tendrás tu propia banda? —Bromeó sonriendo.

—Ya no tengo doce —alegó riéndose—, además estoy algo oxidado con la guitarra.

Injae abrió más sus ojos cuando escuchó el instrumento que tocaba.

—No sabías que tocases la guitarra, es cool.

— ¿Tú tocas algo?

—Solía tocar el piano.

El pelirrojo le quedó viendo pícaro, pero disimuló bajando su mirada al suelo para borrar su sonrisa y cuando lo hizo, volvió a ver a la chica.

—Te conseguiré un piano porque definitivamente debo ver eso.

—Estoy algo oxidada…

—No importa, te escucharé tocar el piano.

Malheur, Oregón.

Hermione estaba al tanto de los movimientos en la casa de Injae gracias a un pequeño y privado equipo de cazadores que ella disponía para sus propios asuntos.

—Señora, la bruja vidente volvió a casa de la cazadora original —avisó entrando Tobías.

La mujer resopló fastidiada y se sobó la frente.

—También estuvo en el instituto de La orden, al parecer la vieron llevando unos sobres dorados —mencionó leyendo su Tablet—, luego la cazadora salió con los mismos sobres hacia el instituto.

—Invitaciones —expresó fría—. Deben ser para la ceremonia de su hija, me parece haber oído que se reclamaría a su magia así que debe ser para eso.

Hermione pegaba sus dedos sobre la mesa haciendo sonar el choque de esta con su anillo largo dorado en forma de garra que usaba en su índice.

—No me importa cómo ni a quién debas recurrir, pero hazme entrar al reino de la magia el día de la ceremonia y Tobías, con discreción.

—Sí, señora.

El chico salió y ella se quedó jugando con su anillo, después se levantó para ir a su librero donde presionó un botón en forma de un cristal morado que hizo deslizar la puerta de un compartimiento secreto que contenía una nevera, por la cantidad de humo frío que sacaba, la temperatura debía ser demasiado baja; sacó un guante del cajón y después de ponérselo sacó un frasquito de vidrio con sangre, después de darle un vistazo volvió a guardarlo.

Finalmente, el día de la ceremonia de Mireya llegó.

—Que elegante —se burló Yurim—. Gerard ya bajó.

— ¿Injae ya llegó?

—No ha de tardar.

Scott bajó con su ropa formal, pantalón negro y una camisa negra que arremangó dejando a la luz su brazo tatuado mientras llevaba su saco colgando en el hombro; llegó a la sala donde el anciano esperaba también con un traje negro completo.

—El auto está listo, señor —le avisaron a Gerard.

El chico estaba de espaldas a la puerta, terminando de ponerse su reloj cuando oyó al hombre saludar a Injae; Scott se volteó y vio entrando a la chica, usando un vestido corto de color rosa palo con pliegues y de lazo en el cuello.

Injae vio a Scott y sonrió haciendo una mini reverencia.

— ¿Es suficiente para el gran reino de la magia?

—Más que suficiente —afirmó burlón—. ¿Traes tu invitación?

Subieron a la camioneta que condujo hasta la dirección que marcaba la invitación.

—Aunque sea un evento ceremonial no dejen de estar alerta —ordenó Gerard revisando su sobre—, la seguridad en el reino incrementó por lo que pasó con las brujas y hadas secuestradas.




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