Confesiones de una cazadora

Capítulo 68.

Scott llevó a Injae más allá del pozo abandonado para cruzar el bosque y llegar hasta un páramo que cubría gran parte del lugar y en donde volaban decenas de libélulas de varios colores, pero un azul tornasol era el que más predominaba en ellas.

—Vaya —jadeó cansada—, debiste decirme para no usar estas zapatillas —bromeó viendo los tacones del mismo color que su atuendo.

Bajaron para sentarse en el suelo alrededor del lago en medio del páramo.

— ¿Son flores de loto? —Se inclinó para tomar una en el agua—. ¡Son azules, Scott!

El chico se sonrió detrás de ella viéndola emocionarse con el lugar.

— ¿Cómo conocías este lugar?

—Maya me habló de él y de cómo a veces venía antes de dejar el reino —comentó abatido—, pero nunca creí llegar a verlo en persona.

Injae volteó a verlo y le regaló una sonrisa un tanto triste al recordar a la joven bruja que murió al salvarlos.

—Ya podemos hablar, ¿qué fue lo que te dijo Arcelia?

—No me dijo con exactitud lo que vio, pero sí que no era nada bueno —mencionó preocupada—. Estaba angustiada cuando me lo dijo, me pidió ser cuidadosa, como si… lo que pasase en estos días fuera a determinar el rumbo.

El pelirrojo apretó sus labios y la vio fijo.

— ¿Y por qué piensas que su visión está relacionada a su muerte? Dijeron que fue un accidente, que se cayó al pozo…

— ¿Y si no fue así? —Dijo en bajo—. ¿Y si alguien la mató? Ella sabía lo que pasaría y alguien debió descubrir que me estaba advirtiendo.

— ¿Y quién pudo ser? —La vio desconcertado.

—Quizá un redentor.

—Aumentaron la seguridad del reino, nadie pudo entrar y los únicos que vinieron fuera del reino fuimos nosotros.

—Y Gerard —asumió firme—. Él conocía a Arcelia, es un hombre influyente y además, no he sido su favorita últimamente.

Scott negó anonado con la boca abierta queriendo articular alguna respuesta y veía el pasto como si ahí fuera hallarla ahí.

—Solo piénsalo, Scott —pidió desesperada—. Hermione me hace una insinuación sobre él y su maldición, él sale a lugares cada mes… solo —mencionó seria para conseguir su apoyo—, ¿tú sabes a dónde va?, ¿alguien lo sabe?

—Me cuesta trabajo creer que Gerard… —Se mantuvo perplejo—. Él estuvo con nosotros todo el tiempo en el que pudieron matar a Arcelia, no pudo ser él.

—No personalmente.

El chico levantó la vista de golpe y miró a Injae.

—Gerard es una persona influyente afuera y posiblemente también dentro del reino, conoce al consejo de la magia y quien sabe a qué otras brujas o hechiceros más… ¡Incluso se quedó pidiendo detalles a los guardianes que la encontraron! —Exclamó disgustada—. ¿Un simple cazador puede hacer eso? Claro que no, él tiene los medios para deshacerse de quien se meta en su camino y nosotros solo somos los peones en su tablero.

Siguieron hablando de las teorías conspirativas que Injae estaba haciendo en contra de Gerard hasta que Scott dejó de prestarle atención y quedó viendo hacia atrás de ella del otro lado del lago.

— ¿Qué ves que no me oyes? —Reclamó volteando—. ¿Eso es un…?

—Tú también lo ves, creí que alucinaba por la neblina del bosque encantado.

— ¿Bosque encantado? —Lo miró impactada—. Ahora me dirás que eso es un unicornio, ¿no?

—Alicornio, de hecho, mitad unicornio y mitad pegaso —explicó desinteresado—. ¿No ves el cuerno y las alas?

Injae pestañeó varias veces tratando de asimilar esa extraña explicación.

—Hasta ahora he creído todo, incluso que las hadas existen, pero esto es…

Scott se rio recargando sus manos en el suelo para reclinarse hacia atrás.

—No te rías, es en serio —se quejó arrugando su frente—. Estoy viendo un… ¿alicornio?, ¿al menos existe esa palabra?

—Claro que sí, búscala en internet —se burló—. Si eso te sorprende, espera a encontrarte con un hada.

—No me digas, ¿“Molly Bell” es real?

— ¿Por qué?, ¿quieres que te la presente? —Continuó riéndose—. Si subes al alicornio te hablaré de ella.

—Que gracioso.

Scott dejó de reírse cuando la vio de pie, quitándose los zapatos, luego se levantó de golpe cuando la vio caminar hacia el alicornio.

— ¿Qué haces?

—Dijiste que me presentarías a Molly Bell, ¿no? —Se mofó volteando a verlo—. ¿Vienes o no?

El chico se apresuró para acompañarla; al llegar, se acercaron con cautela a la criatura que estaba aleteando para sacudirse las libélulas que se posaban sobre él.

— ¿Has montado uno? —Le susurró Injae.

— ¡¿De verdad estás preguntándome eso?! —Reclamó y asustó al alicornio—. Retrocede —le ordenó a la chica y puso su brazo frente a ella para protegerla—, si se sienten amenazados huyen y si no les agradas pueden ser algo agresivos.

—Debe ser igual que un caballo y por suerte, me llevo bien con ellos.

Caminó despacio hacia el animal que seguía inquieto, pero Injae extendió su mano para querer tocarlo y poco a poco la fue acercando a su cabeza.

—Cuidado con el cuerno —susurró—, son sensibles.

—Scott, cállate —ordenó susurrándole también—. Que lindo amigo eres, soy Injae y el tonto de atrás que te asustó es Scott —le dijo con suavidad al alicornio mientras lo acariciaba.

El alicornio movía sus orejas de un lado a otro constantemente al igual que su cola, después dio unos pasos al frente y se dio la vuelta para acercarse a Injae, a quien le dio un empujoncito con su ala para pegarla a su lomo.

—Creo que… quiere que te subas —comentó sorprendido Scott.

La criatura se echó y encogió sus alas; Injae acarició el lomo del animal y luego se subió, pero después de unos segundos sin que este respondiera, los dos chicos se quedaron viendo sin entender hasta que el alicornio relinchó viendo a Scott.

—Creo que también quiere que subas. —Miró a Scott que se rehusaba a subir—. No hagas enojar a un alicornio y sube ya.




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