Confesiones de una cazadora

Capítulo 76.

Febrero 2025.

La ceremonia del nombramiento de Hermione ya había llegado.

Los cazadores novatos de Sølvbyen estaban preparando el centro de ceremonias mientras el Orkunato recibía a todos los líderes de grupos. A la ceremonia solo podían asistir los líderes, sin ninguna compañía más; Hermione estaba terminando de vestirse en una de las habitaciones.

Por otro lado, Injae estaba sentada en la orilla de la cama viendo colgado sobre el espejo largo, el vestido azul que Hermione le había dado para la ceremonia y el banquete.

—Es un vestido muy lindo, señora Francis, pero no entiendo por qué me lo da.

—Quiero que lo uses en mi nombramiento, Injae. —Sonrió tomándole la mano—. Porque quiero que estés presente, a mi lado, tanto en la ceremonia como en el banquete de celebración.

Injae frunció su boca y bajó su mirada.

—Espero no te moleste el color ya que no es de tu grupo, pero tu vestido de graduación era azul y te quedaba muy lindo… este es más oscuro, pero resalta con tu tono de piel.

—Gracias, señora Francis —respondió sin muchos ánimos.

Faltaba poco para la ceremonia y la mayoría de los lideres ya habían llegado.

Injae terminó de alisarse el cabello para ponerse el vestido azul marino con un escote de tipo cruzado que se adhería bien a la silueta de sus pechos y cintura; se miró al espejo para ver si la caída del vestido no le quedaba mal ni que tampoco se abriera demasiado la abertura frontal al caminar.

«De nuevo con la espalda descubierta… y esto no trae un tonto abrigo»

La chica fruncía sus labios y su frente haciendo muecas, el vestido largo y tan elegante para una ceremonia a la que asistiría incómoda, la estaban abrumando desde que llegó al instituto.

Después de maquillarse, tomó las zapatillas abiertas de color plata puestas sobre su caja para ponérselas; al abrocharse la primera, recordó a Scott poniéndoselas en el reino de la magia.

—Esto es muy incómodo —murmuró para sí misma.

— ¿Tú crees que yo estoy feliz? —Protestó al oírla—. Nunca le he puesto una zapatilla a una chica… ¡No sé cómo carajo se ajustan estas correas!

La chica se rio al recordar aquel momento, pero después se esfumó su expresión y en su lugar, su mirada se apagó con melancolía.

Alguien tocó a la puerta y cuando Injae lo permitió, la persona pasó.

—Sabía que escogí bien.

Hermione miró a Injae frente a ella con una actitud cohibida.

—Te ves como una reina por la que cualquiera mataría —afirmó admirándola.

Injae se quedó inexpresiva unos segundos y luego sonrió tímida.

—Usted también se ve muy bien, lleva un atuendo muy lindo.

La mujer también vestía de azul, pero en lugar de un vestido usaba un traje y en su blazer llevaba dos broches circulares dorados para cerrarlo mientras que debajo de este no llevaba ninguna prenda por más mínima que fuera.

—Gracias.

Hermione escoltó a Injae con su mano en la espalda de la chica hasta la plaza ceremonial.

—Hoy luce diferente, los asientos del Orkunato están acomodados de otra forma.

—Están alineados ya que representan que por hoy tienen el mismo poder que a quien van a nombrar —explicó la mujer con un ligero tono burlón—. La orden tiene un lugar en el Orkunato, así que por hoy la representarás y te sentarás justo a mi derecha.

— ¿Está segura que quiere que esté ahí? —Preguntó nerviosa.

Hermione volteó a verla y observó lo asustada que estaba, la miró con su frente ligeramente arrugada y quizá por esos pocos instantes, sintió algo por la chica; la mujer tomó la mano de Injae quien la miró.

—A mí también me abruma ser el centro de atención —confesó en voz baja—, todas las miradas y murmullos sobre uno son… extenuantes, en especial cuando no te sientes suficiente para estar allí porque entonces son como pequeños alfileres que se entierran en tu piel, los sientes, pero no puedes verlos ni saber de quien vienen.

Injae arrugó su boca y se contuvo el nudo en su garganta para poder hablar.

— ¿Podría…? —Titubeó avergonzada—. Quizá solo unos segundos, ¿me permitiría abrazarla?

Hermione fue tomada por sorpresa, pero aceptó y extendió insegura sus brazos un poco. Injae abrazó a Hermione por la cintura y recargó su rostro en el hombro de ella; Hermione rodeó con sus brazos a la chica sin saber con exactitud lo que hacía, después aclaró su garganta y se distanció.

—Debemos darnos prisa, el evento empezará —vaciló al verle el rostro enrojecido a Injae.

Injae tenía sus ojos llorosos y su nariz roja, pero logró evitar derramar sus lágrimas cuando Hermione acabó el abrazo.

—Sí… subiré como me dijo.

—Injae… —La llamó antes de que se fuera.

Le acomodó el cabello para que quedase detrás de sus orejas y libraran su rostro.

—Siempre mantente con la frente en alto, eso hacen las personas poderosas. Recuerda que el poder viene de la mente no de la magia o la superfuerza que puedan tener.

Más tarde, el Orkunato empezó la ceremonia con un discurso simple para que después Hermione dijera en voz alta el juramento de inquisición y una vez que lo hizo, dos de los veteranos más viejos se acercaron con un cofre de cristal que contenía una corona de acero inoxidable un tanto vieja con cinco puntas del mismo tamaño que eran similares a una punta de flecha; cada punta tenía un grabado que por el estilo ahumado que poseía la corona casi no se distinguía; en el comienzo de las puntas donde tocaban la cabeza de su portador, tenían todos, bordes curveados hechos de plata y montados sobre el acero.

Hermione se arrodilló para recibir la corona en su cabeza por parte de uno de esos veteranos mayores, al darse la vuelta, tuvo frente a ella a cada miembro del Orkunato que pasaban de uno en uno para mostrar su respeto bajando su cabeza y poniendo su mano en su pecho; cuando acabó el Orkunato, le siguieron el resto de lideres en sus lugares.




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