Confesiones de una cazadora

Capítulo 85.

Injae estaba por tomar un baño. Mientras la bañera se llenaba, la chica buscaba la ropa que usaría para dormir, pero solo había una bata negra que sin muchos ánimos arrojó a la cama antes de regresar al baño.

Se quitó la bata de baño, se metió al agua despacio y se puso con las piernas dobladas para recargar su mentón sobre sus rodillas; un ruido de la habitación llamó la atención de Injae, de inmediato la puerta del baño se abrió dejando entrar a un grupo de al menos cinco personas que tenía su rostro cubierto.

— ¿Qué es esto? ¿Quiénes…?

La chica trató de buscar su bata y al querer alcanzarla se resbaló de la mesita, así que intentó pararse con pena para salir de la bañera, pero un chico la frenó al ponerle una daga en el cuello.

— ¿Qué haces? ¡Solo ahógala!

— ¡Hazlo rápido! Ya deben estar buscándonos.

El mismo chico soltó la daga y metió a Injae a la bañera para sumergirla hasta el fondo, donde ella pataleaba como reflejo a la falta de aire en sus pulmones.

—No hay mucho tiempo, Torres ya debió haber avisado que no estamos en las celdas.

Por el pasillo estaba Scott con su hermana y el grupo de La orden que los acompañaba yendo hacia la habitación de Injae.

—Torres ya mandó a buscar por todo el lugar, no deben estar lejos.

El grupo había ido para cuidar a la chica en caso de que dichos fugitivos quisiesen tomar represalias en contra de Injae. Yurim iba a abrir la puerta del cuarto cuando vio que estaba abierta.

—Está abierta…

El grupo entró apurado esperando encontrarla en la cama, pero al no verla, se desconcertaron y empezaron a inspeccionar el lugar.

—No se escucha la regadera.

— ¿Injae?

Injae oyó la voz de Scott a lo lejos debido al agua, así que en lugar de querer zafarse de las manos del sujeto, tocó la mesita junto a la bañera hasta tirar al piso un frasco de vidrio que había sobre ella. El ruido llegó al otro lado y corrieron hacia el baño, empujaron la puerta para romper el pasador y los fugitivos se fueron contra el grupo.

Scott lanzó su daga hacia el que ahogaba a Injae para que la soltase, luego de él se encargó Yurim mientras el pelirrojo iba por la chica en el agua; Scott sacó desnuda a Injae de la bañera y rápido buscó como cubrirla a la vez que ella se aferraba a él con miedo.

—Son de El círculo —mencionó Samantha—. Los traidores que se escaparon de la escolta de la magistrada.

—Ve con tu madre para informarle y el resto, los llevaremos a las celdas —ordenó Yurim viéndolos—. Scott…

El chico asintió para irse con ellos, pero Injae lo jaló de su camisa antes de que se alejara y se quedaron viendo.

—Llévala a mi cuarto, los alcanzo luego —agregó la pelinegra al ver la preocupación en los ojos de su hermano—. El resto viene conmigo.

Scott levantó a Injae para que no pisara descalza los trozos de vidrio que quedaron el piso y la llevó hasta la habitación de Yurim que estaba en el otro pasillo.

—Usa mi camisa —sugirió desabotonándosela—. Yo buscaré que me presten un uniforme de los novicios y mañana te buscaremos algo que usar, mientras trata de descansar.

Se acercó a entregarle su camisa de mangas largas azul rey y se dio la vuelta para que ella se quitara la toalla mojada y se cambiara.

— ¿Podrías…? —Balbuceó avergonzada.

Scott la miró por encima de su hombro y ella evadió su mirada.

—Solo hasta quedarme dormida, es que no quiero quedarme sola —añadió cabizbaja.

El chico asintió sin verla, caminó hacia la cama donde ella le dejó vacío un lado de la cama mientras se cubría con la sabana; Scott se sentó junto a ella hasta que más tarde llegó Yurim y lo vio acariciando el cabello de Injae que dormía recargada sobre el pecho de él.

— ¿Interrumpo?

Scott le reviró los ojos y se movió despacio para poder pararse sin despertar a Injae.

— ¿Por qué estás semidesnudo? ¿Qué le pasó a tu camisa?

—Se la di, la toalla estaba mojada y no tenía ropa —explicó tajante lo obvio—. Quédate con ella mientras voy por algo que ponerme.

Yurim se quitó su chaqueta y empezó a poner el seguro en las ventanas que ahora ya no tenían la protección de metal contra la luz de sol nocturna; se recargó en la ventana y vio en el centro ceremonial como tenían de rodillas a todos los miembros de El círculo azul que habían apoyado a Hermione para decapitarlos.

En cuanto el primer hachazo cayó, Yurim volteó su cara y vio despertando desorientada a Injae.

—Tranquila. Mi hermano regresará pronto, fue por ropa para cambiarse y se quedará cuidando la puerta —comentó recostándose en la silla—, Samantha y el resto están en el pasillo.

— ¿No quieres dormir en tu cama?

Yurim la vio alzando una de sus cejas.

—Es tu cuarto —mencionó Injae tímida.

A la mañana siguiente, Yurim abrió las cortinas para dejar pasar los rayos de luz y estos molestaron el rostro de Injae que despertaba de poco en poco arrugando su cara.

—Despierta, Injae —dijo amable mientras quitaba los seguros—. El Orkunato te está esperando.

Injae gruñó y se cubrió con la sábana su rostro; Yurim la vio de brazos cruzados, resopló y fue hasta la orilla de la cama para jalarle la sábana.

—Ya tienes una camisa, así que sola te falta esto.

Le arrojó unos pantalones ajustados de cuero negro e Injae puso mala cara.

— ¿De dónde sacaste esto? —Refunfuñó al sentarse.

—Tómalo o déjalo, pero si lo dejas, irás desnuda a un lugar donde su mayoría son ancianos decrépitos y otros seguro pervertidos.

La castaña frunció su boca y se echó a la cama de nuevo, pero poco después se levantó para arreglarse. Yurim la acompañó por el pasillo, pero luego la dejó un momento para encontrarse con los otros del grupo; Injae se quedó jugando el cuello de su camisa y arreglándose un poco más el cabello frente a su reflejo en un cristal; detrás de él, recargado en un muro de otro pasillo vio a Scott con su celular.




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