Confesiones de una cazadora

Capítulo 91.

Injae estaba en el centro comercial paseándose por las tiendas en busca de atuendos y zapatos que le gustaran para renovar su guardarropa. En su paso se topaba con chicos atractivos que la veían de forma lujuriosa, a algunos de ellos les correspondió la sonrisa y a otros simplemente los ignoró sin más.

“Este es lindo.” “¿Qué dices? Está horrible.”

Dos chicas estaban en la tienda alegando sobre unos atuendos e Injae escuchó así que se acercó disimuladamente en lo que ella buscaba la ropa que iba a probarse.

—Creo que ese es lindo —comentó Injae señalando—, resalta tus ojos.

Ambas la miraron extraño por lo que Injae solo sonrió y se dio la vuelta para seguir su búsqueda, las desconocidas encogieron sus hombros y fueron tras ella. Empezaron a compartir opiniones sobre la ropa y a entrar una y otra vez al probador para salir una y otra vez a modelar lo que llevaban.

— ¡Te ves sexy con esa minifalda de cuero!

— ¿Bromeas? Esa vestidito pegado azul con medias de cruces rojas es increíble.

Las tres se traían ropa para enseñarse mutuamente y se la probaban para modelarla, se veían al espejo y criticaban, luego iban por más atuendos y así sucesivamente.

—Esta blusa roja de tirantes con… esos jeans rasgados y una chaqueta de cuero se verían fabuloso.

— ¡Por Dios! Amo como te quedan los escotes.

— ¡Encontré una chaqueta vino!

Después de un rato, se fueron a un salón de belleza; una de ellas se aplicaba una mascarilla y la otra se hacía las uñas; Injae se hacía algo en el cabello y durante la espera bebían unas malteadas mientras hablaban de chicos y otras cosas triviales.

—Entonces, ¿quién te gustaba más?

Injae dio un sorbo a su malteada por el popote y arrugó su boca en una mueca.

—No lo sé, es que ambos eran tan diferentes —dijo frustrada—. Liam era demasiado bueno y tierno, estar con él era sentir que todo era dulce y suave, pero Jace era lo opuesto, estar con él era estar a la defensiva siempre porque se sentía el peligro y la emoción.

— ¿Te acostaste con ambos? —Inquirió emocionada.

— ¡No! —Se rio Injae—. Cielos, no. De hecho, jamás me acosté con ninguno, aunque sí eran muy apuestos.

—Pero uno debió serlo más que el otro. Anda, enséñanos una foto.

Injae sacó su celular y les mostró una foto vieja donde estaba ella en medio de ambos chicos celebrando el cumpleaños del ex novio de la chica.

— ¡Dios! ¿Este es Jace? —Arrebató el celular—. Es jodidamente sexy, solo mira esos labios y esos ojos azules… ojalá alguien así se fijara en mí.

— ¿De qué hablas, Giselle? —Le quitó el celular la otra chica—. Liam se ve más lindo, mira que sonrisa… ¡Luce tan tierno! Tan tierno que me lo comería a besos.

— ¿Quién quiere besos cuando puedes tirártelo? Seguro Jace tiene lindos abdominales.

— ¿Abdominales? ¿Quieres algo sexy? —Arqueó su ceja la chica—. Las manos de Liam son sexys con esas venas marcadas hasta sus brazos.

Injae se reía de las dos hermanas mientras bebía su malteada de arándanos.

— ¿Quieren ver a alguien con abdominales y manos sexys, pero con sonrisa perfecta y ojos encantadores? —Insinuó pícara.

Buscó en su celular y mostró una foto de uno de sus compañeros del grupo de cazadores, las hermanas arrebataron su celular y pelearon por él para ver la foto. Después de su tiempo en el salón de belleza, las chicas iban a separarse para irse por caminos distintos.

—Por cierto, ¿cómo dijiste que era tu nombre?

Se volteó y dijo sonriendo:

—Injae.

—Que nombre tan raro.

—Lo sé. —Reviró sus ojos—. Intenta que una niña de tres años lo diga, que gran mierda.

Injae pasó por un puesto con letreros fluorescentes y entró por curiosidad al ver la luz rojiza como si fuera un club. Vio las pinturas con temática sensual que le iban muy bien a la canción que tenía la bocina reproduciendo, caminó rozando sus yemas en el cuero de los asientos negros de la entrada y siguió observando hasta llegar a una puerta de hilos con piedrillas plateadas.

— ¿Hola? —Habló un tipo saliendo de otra habitación—. ¿Te puedo ayudar? Parece que te equivocaste de lugar.

La chica vio de pies a cabeza sin disimulo al chico escuálido con tatuajes y piercing en el labio.

— ¿Tú eres quien hace los tatuajes?

—Sí. —Entrecerró sus ojos—. ¿Quieres que te haga uno?

—Tal vez —replicó coqueta—. ¿Dónde me sugieres?

Se acercó a él para hablarle muy pegado a su rostro y él relamió su labio cerca del arillo que usaba.

—Tengo algunas ideas…

Injae sonrió cuando él recorrió su cuello con el lápiz que traía y bajó a sus clavículas para después descubrir unos centímetros su hombro. El chico fue hasta la puerta y cambió el letrero de abierto por el de cerrado mientras Injae lo esperaba recargada en el mostrador donde lo encontró; el tatuador regresó con ella y al verla quitándose la blusa, le puso las manos sobre sus caderas para apretarlas mientras la besaba, luego la subió al mostrador donde ella aprovechó a rodearlo con sus piernas y deslizar sus manos sobre la espalda del chico por debajo de la camiseta gris que llevaba puesta.

Más tarde en el instituto, estaba Yurim con todos en el comedor grande para darles un aviso y algunas nuevas órdenes.

—Gerard ha regresado a Oregón y me encargó notificarles sobre un asunto importante. —Aclaró su garganta y se paró firme—. Muchos saben que Hermione era aliada de los Redentors y usó sus influencias para tener el control de los cazadores en Sølvbyen, pero al parecer también esperaba hacer algo más…

Injae llegó sin cuidado interrumpiendo a la pelinegra, se encogió de hombros como una disculpa sin sentimiento y se sentó.

—Uno de sus aliados antes de ser ejecutado reveló que esperaban al hijo de Arkain, Kalisman —expresó inquieta—. El Orkunato cree que por la cercanía entre Redentors y la corporación Brizz, Kalisman pueda estar por aquí así que estén alerta a todo y también incrementen la vigilancia en los clubes para vampiros.




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