El escuadrón llegó al instituto y al bajarse de los vehículos celebraron con bromas y bulla el haber sobrevivido.
—Chicos, lo que hicieron en la moto fue genial —expresó fuerte Félix—. Yo estaba en la parte de atrás de la camioneta y volteé a ver si seguían vivos, pero ¡maldición! Hicieron esa cosa de cambiarse y los hicieron comer su polvo.
Injae se rio mientras se apoyaba en Scott para caminar y con quien se lanzaba miradas. Félix fue por Marco detrás de ellos, Samantha y la otra chica se adelantaron a la casa dejando al resto seguir solos.
—Sí fue divertido —comentó riendo Injae—, fue emocionante.
—Creí que no te gustaban las motos.
—Lo sé, pero hoy fue… diferente.
—Ni que lo digas —bromeó agachando su cabeza.
Se soltó de Scott para caminar por su cuenta al recordar el momento del baile en el club y cerró fuerte sus ojos con una sonrisa jocosa a la vez que abrazaba sus brazos con sus manos. Scott se quitó su chaqueta cortavientos casual de color negro y se la puso sobre los hombros a Injae quien dio un brinco al sentir sus manos cálidas sobre su piel.
—Estás helada, podrías resfriarte —mencionó mientras le acomodaba la prenda.
Ambos se quedaron viendo, pero luego por segundos la mirada de Injae bajó a los labios rosados de Scott que se entreabrieron soltando un suspiro.
—Tus ojos brillan —dijo atrayendo la atención de Injae—. La luz de la luna se refleja en ellos.
Ella esbozó una sonrisa y desvió su mirada de donde la tenía, después arrugó un poco su frente como si no comprendiese porque miró a Scott de esa forma.
— ¿Te haría sentir mejor que no dijera nada sobre… lo que pasó en el club?
—Sí, eso estaría bien —replicó con gracia.
—Bien. —La miró jocoso—. Pero eso no significa que voy a olvidarlo.
Injae asintió jocosa y se rio leve, luego se fue lento hasta el instituto para ir a la enfermería.
Marco y Félix se acercaron por atrás para sorprender a Scott que seguía viendo a la chica caminar.
—Amigo, que valor el tuyo al atreverte hacer lo de la moto —comentó Marco burlón—. Aunque no me refiero a la acrobacia sino a mantener el control de otra cosa…
Scott lo vio juntando sus cejas y el moreno se alejó riéndose.
— ¿Sabes qué quiso decir?
—Para entenderlo no deberías fijarte en tu alrededor sino en una parte más baja de ti… —Le dio unas palmaditas y se fue siguiendo al otro.
El pelirrojo sin mucha confianza se vio a sí mismo en la parte de abajo y lo entendió.
— ¡Mierda! ¡Mierda!
Marco y Félix lo oyeron atrás suyo maldecir y no pudieron evitar reírse fuerte.
En su habitación, dentro de la regadera estaba Scott dándose una ducha con agua helada para aclarar sus pensamientos, pero al cerrar sus ojos lo único que podía ver era una pelicula rápida de imágenes claras de Injae que incluía todos los momentos que ha pasado con ella y hasta las veces que la ha mirado sin que ella lo notase como aquella primera vez que Scott la vio.
«Hace un año en febrero.
Scott monitoreaba la plaza principal como cada vez que le tocaba hacerlo mientras que Injae se paseaba por la plaza para conocerla mejor. Un día fue con la camioneta de su tía a comprar víveres, pero al salir del lugar empezó a lloviznar así que corrió hasta el vehículo y al arrancar se le ponchó un neumático.
— ¡Maldición! —Protestó pegando al volante y de paso al claxon.
El pelirrojo estaba cerca con su grupo y dio un brinco al oír el claxon detrás suyo a unos metros, volteó y quedó viendo a una camioneta roja de la cual salió una chica castaña azotando la puerta.
Injae checó el neumático, bufó del fastidio y después le dio una patada que terminó dejando adolorido su pie; Scott se rio cuando la vio empapada quejándose más, pero dejó de hacerlo al verla de pie mirando al cielo para esperar la lluvia en su cara.
“¡Scott!”
Injae volteó por casualidad hacia donde vino la voz, pero en el mismo instante, Scott también lo hizo y sus miradas nunca se cruzaron.»
El agua corría por la cara del chico que tenía su frente pegada a la loseta de la pared.
—Maldición —murmuró enfadado—. ¿Por qué aún estoy pensando en ella?
Salió del baño atándose su toalla a la cadera y al doblar la tela dentro de la toalla para atarla sintió un deja vú.
«Injae había entrado al cuarto mientras él se bañaba y en cuanto salió amarrándose la toalla, la vio parada frente a la cama.
—Solo vine a devolverte esto…
La chica arrojó el brazalete que Scott le había dado a la cama.»
Scott resopló pasando sus manos con fuerza por su cara.
— ¿Por qué le di ese brazalete?
Se tiró a la cama mirando el techo, sintió un ardor en su espalda que provocó la fricción con la tela de la sábana y al sobarse sintió sus cicatrices que lo llevaron a revivir aquel momento en que Injae lo abrazó llorando.
«La chica se lanzó hacia él para abrazarlo fuerte y cuando acabó, tenía sus ojos llorando.
—Lo siento —balbuceó pegando su cabeza en el pecho de Scott—, siento haberte dicho lo de ayer y haberte golpeado hoy.»
— ¡Sal de mi cabeza! —Protestó irritado.
Su mente se estaba llenando cada vez más con la voz dulce con la que Injae solía hablarle.
«Entonces seamos solo tú y yo. Scott, un chico cualquiera que es un cazador y tú, Injae… Injae, una chica cualquiera que es una cazadora.»
— ¿Por qué dije eso? —Refunfuñó cerrando sus ojos—. ¿Por qué sigo pensando en ti?
Las veces que Injae le sonrió estaban presentándose con más fuerza en la mente de Scott, estas poco a poco lo llevaron a cuando se atrevió a besarla por voluntad propia en Sølvbyen y así recordó la primera vez que probó sus labios.
— ¿Por qué tuvo que pasar eso?
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Editado: 04.04.2024