Confesiones de una cazadora

Capítulo 94.

Fairfield, California.

Injae se quedó con los cuatro chicos en la sección de juegos y competían entre ellos en las rondas del billar mientras Stella y Yurim estaban en la barra pidiendo los tragos, durante su espera se quedaron a conversar.

—Feliz cumpleaños —mencionó nerviosa.

—Me sorprende que lo recuerdes, no enviaste saludos.

Yurim bajó su cabeza, jugó con su anillo y Stella lo vio de reojo.

—Tus ataques de ansiedad… ¿han disminuido?

— ¿Lo dices por el anillo?

—Creí que te habrías deshecho de él después de lo que ocurrió, pero si lo conservaste fue porque lo has necesitado —expresó apenada—. ¿Recuerdas cuando te lo di?

La pelinegra sonrió al recordar, asintió volteando a verla y Stella la miró seria.

—Fue después de que supe sobre tu ansiedad, luego de que sufriste un ataque en Sølvbyen —contó mirándola a los ojos—. Estaba aterrada de que te pasara algo y yo no estuviera allí, por eso te lo di… para que pudieras calmarte mientras yo llegaba.

—“Mientras me tengas a mí, jamás permitiré que algo te pase” fue lo que dijiste…

Una lágrima se escurrió por los ojos marrones de Yurim que permanecieron viendo el reflejo de las lámparas del bar sobre el cristal de la barra.

— ¿Por qué lo hiciste? —Tragó duro—. ¿Fue divertido?

—Fue doloroso —admitió alzando la vista—. Cuando me veías y sonreías, era sentir que la herida se hacía más grande porque no lo merecía. —Rompió en llanto, aunque quería contenerlo—. Solo quería ser la persona que tú querías, pero no podía y después de eso sabía que jamás podría serlo, no sabes cuanto me odié por lo que te hice.

Stella desvió su vista para limpiar su rostro húmedo y regresó a verla.

—No sabía de quien me hablaba Yohan al contarme la verdad porque creía que jamás me harías algo así.

—Yo solo no quería perderte, no tenía a nadie más que no fuera Scott y él seguía su vida dejándome atrás —confesó cabizbaja.

—Me tenías a mí, Yurim. —La vio desilusionada—. No importaba qué, jamás iba a dejarte porque eras mi mejor amiga… mi vínculo, pero a ti eso no te importó.

El barman llegó con las bebidas que ordenaron y se las dejó a las chicas. Ambas miraban el cristal de los vasos sin decirse más hasta que Yurim volteó a ver a Stella.

—Perdón, de verdad te ofrezco perdón.

—Aún no me dijiste el por qué lo hiciste. —La volteó a ver—. Hubiera tenido más sentido que Scott lo hiciese, pero fuiste tú… ¿por qué?

—Porque querías a Maya… —Se pausó al ver la confusión de Stella y luego añadió—: Y yo te quería a ti.

Stella la vio unos segundos analizando la confesión en su mente, se giró en su asiento para tomar su vaso y bebió de golpe su bebida alcohólica; bajó el vaso despacio, respiró hondo y de repente elevó las comisuras de sus labios.

— ¿Qué es gracioso? —Alegó ofendida—. Hace un segundo juraría que me lanzarías a la mesa de billar o me usarías como tiro al blanco.

La rubia se rio un poco, recargó su codo en la barra para cubrirse la cara y sobre su palma se giró a ver a Yurim.

—Es solo que… —Respiró hondo—. Yo tenía un crush contigo cuando asistíamos a Sølvbyen.

Yurim entreabrió sus labios al oírla.

Del otro lado estaba el grupo jugando, pero Yohan con su audición de vampiro estuvo al tanto de la conversación entre su prima y Yurim. Al oír la confesión de Stella, se tensó y dejó de jugar por llevar su atención y vista a las dos chicas en la barra.

— ¡Yohan! —Habló Injae—. Dijiste que eras el mejor, pero perdimos.

—Sí… —vaciló desconcentrado—. Lo siento, chica rúnica.

De pronto todos se callaron cuando vieron a Yurim y a Stella regresar con los tragos.

— ¿Y…? —Las miró Félix curioso—. ¿Todo bien?

Las dos se miraron, Stella sonrió y asintió.

—Todo gracias a ti, pequeño ricitos de oro —replicó chillona al acercarse a él.

Stella abrazó fuerte a Félix y pasó su mano sobre su cabeza para despeinarlo.

—Bien, bien, es suficiente, me despeinas.

—Deberíamos tomarnos una foto todos juntos —sugirió emocionada—. ¡Abrazo grupal!

La rubia buscó a alguien para que les tomase la foto, jaló a todos para obligarlos a abrazarse y aunque Yohan rechazó salir en principio, Stella lo jaló para que saliera.

— ¡Cielos, Injae! ¿Nuevo estilo?

Las miradas se fueron a Injae que lucía un crop top y minifalda negra holgada en compañía de unas botas largas de piso con un abrigo de cuadros rojos y mangas de cuero.

—Me gusta la nueva forma en que llevas tu cabello —añadió admirando—, lindas mechas.

Toda la tarde la pasaron en el bar-club bebiendo y divirtiéndose con las atracciones del lugar.

— ¿Acaso nunca habían jugado esto? —Los miró sorprendida Injae—. ¿Pues en donde pasaron su vida?

—En un instituto con asesinos profesionales.

El grupo probó el juego de baile. Scott y Stella perdieron primero contra Félix y Yurim, luego esta perdió contra Yohan quien más tarde le ganó a Félix para tener que competir contra Marco.

— ¡Vamos, Marco! —Gritó Scott emocionado.

—Cállate, Scott. —Le puso la mano en la boca—. ¡Gánale, Yohan!

Injae estaba en un lado tomándoles fotografías al grupo hasta que un sujeto con una cerveza se le acercó demasiado para coquetear.

—Me gustan tus botas.

—Ah, genial —respondió indiferente.

—Soy…

—No estoy interesada, gracias. —Se alejó, pero fue jalada del brazo—. ¿Me sueltas? No te conozco.

—Podríamos conocernos mejor —le susurró pícaro—, quizá en un lugar más privado, te invito unos tragos.

—Ya dije que no estoy interesada, búscate a alguien más.

—Ay, vamos. Solo será un rato, bebamos algo y divirtámonos. —La empujó contra la pared para acorralarla—. No te hagas la mustia conmigo, linda.

—No me gusta que me digan linda, lindo —afirmó irritada cerca de su cara.




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