Confesiones de una cazadora

Capítulo 97.

ADVERTENCIA.

Este capítulo podría contener escenas de violencia leve o moderada.

 

En alguna parte de California.

Dentro de una casa de clase alta en los suburbios estaba Kalisman, el hijo de Arkain, el vampiro ancestral más temido entre los sobrenaturales y con el clan de vampiros más fuerte y grande de todos después de La triada.

—La orden de la sombra —mencionó curioso—, ¿es de California?

—Sí, señor.

— ¿No es ese grupo que se vio involucrado con la muerte de esa líder traidora?

—Hermione Francis, la antigua líder de El círculo azul —mencionó otro hombre—. Sí, ese grupo posee a la cazadora original y se dice que fue ella quien mató a la mujer.

Kalisman se levantó de su silla en la sala y caminó hacia los hombres.

— ¿La cazadora original? —Arqueó su ceja—. ¿La chica que vimos esta tarde era ella?

Los dos tipos no respondieron más que con una mirada ingenua.

—Pero que maravilla. —Sonrió perverso—. Conozco a algunas personas que tienen una extraña fascinación con esa cazadora, sobre todo mi padre.

—Creí que el señor Arkain odiaba a la cazadora original…

El vampiro ladeó su cabeza algunas veces y agitó su mano dando una respuesta vaga al comentario.

—Mandó a que se deshicieran de ella y la creyó muerta, pero resultó estar viva y aun así no decidió matarla… aún. —Entrecerró sus ojos.

—Seguro tiene otros planes para ella.

—Sí, ha de ser. Me gustaría enviarle un regalo y tenerla a la vista, quiero saber qué es eso que les fascina a todos de ella, es muy… intrigante.

Los dos sujetos se vieron confundidos y uno se atrevió a cuestionarlo con nervios.

— ¿Darle un regalo luego de que asesinó a nuestros dementors y se llevara a la cría?

Kalisman les daba la espalda mientras bebía su trago de vodka, los miró de reojo por encima de su hombro, arrugó su ceño y se dio la vuelta.

—Es luna llena. ¿Acaso no deben ir a sus celdas para transformarse?

Petaluma, California.

Ya era tarde, la mayoría ya estaba por dormir cuando el instituto de La orden recibió un extraño paquete en su puerta. Este fue llevado al estudio para que la directora lo abriera, con ella se encontraba su hermano y Félix quien era el líder del equipo de gestión de crisis.

 —Lamento interrumpir —dijo el cazador entrando—. Llegó un paquete sin remitente.

— ¿Tiene algún destinatario en particular?

El cazador vio inseguro a Yurim.

—Dice para la cazadora original.

Yurim reviró sus ojos, resopló levantándose para recibir el paquete y pidió que fueran por Injae a su casa. Cuando la castaña apareció en el estudio, dieron pie a abrir el paquete que tenía adentro un caja más chica envuelta.

—Espera, tiene una nota. —Scott la tomó para leerla—. “Para la cazadora de dementors, un regalo a cambio de mi dementor.”

— ¿Un regalo? —Se cruzó de brazos Injae—. Debe hablar del cachorro, pero ¿cómo sabe que lo tenemos? Para empezar, no sabemos ni quien es.

—Un redentor, es obvio… ¡Demonios! —Se cubrió Félix la nariz por asco—. ¿Qué es ese olor?

Yurim abrió la caja para asomar su rostro y ver el contenido, pero al mismo instante retrocedió cubriendo su nariz como el resto al percibir el olor a podrido; Injae se acercó a ver y se dio la vuelta asqueada.

—Son cabezas de lobo —mencionó Yurim.

— ¿Qué clase de lobo? —La vio inquieta.

—Un lobo común, seguramente. —Cerró la caja para retener la peste—. ¡Carlos! ¡Johana!

Los cazadores que encontraron el paquete estaban en la puerta fuera del estudio y entraron en cuanto fueron llamados.

—Llévense esto.

— ¿Qué hacemos con esto? —Echó un vistazo y volvió a cerrar.

Yurim los miró molesta y azotó sus manos a la mesa para recargarse.

—Sírvanlas en una charola y llévenlas al comedor para la cena, ¿ustedes que creen? ¡Desháganse de ellas!

Se llevaron las cabezas y con ellas la peste del estudio. Injae miraba a Yurim con su postura burlona que mantenía al tener su ceja arqueada y los brazos cruzados.

—No me mires así, sé lo que estás pensando.

—No dije nada. —Sonrió de lado encogiéndose de hombros.

Félix interrumpió antes de que iniciaran una discusión para mostrarles el otro lado de la nota que contenía una dirección.

—Quiere que le llevemos el cachorro, es obvio, pero para ser un intercambio parece que no lo está haciendo bien —expresó sarcástica Injae.

Un grito salido del final del pasillo los alarmó a todos, quienes salieron apurados para saber que ocurrió. Miraron a la chica que se llevó el paquete, estaba de pie con la cara petrificada mirando al suelo.

—No… —balbuceó paralizada—. No eran lobos.

— ¿Qué quieres decir? —Se acercó Yurim a ver—. Ay, mierda —masculló viendo el piso—. Eran originales… lobos originales.

Tiradas en el piso estaban dos cabezas humanas con los ojos abiertos al igual que sus bocas como estaban en su forma de lobo.

—Carlos, ¿qué pasó? —Cuestionó Scott viendo al chico del otro lado del incidente.

El joven tragó duro, pestañeó unas veces de forma rápida y elevó su vista al pelirrojo.

—Johana tropezó y la caja se abrió por abajo, las cabezas cayeron y luego… se transformaron.

—Fue luna llena, debieron decapitarlos mientras se transformaban —comentó Félix viendo con lástima las cabezas en el piso.

Yurim desvió su vista respirando fuerte; Félix la vio muy inquieta y se acercó a ella para tomar su mano disimuladamente, aunque Scott los vio desde el otro lado con los ojos entrecerrados; Yurim regresó su vista al frente después de haber visto al rubio de rulos.

—Quien trajo esto puede seguir afuera, hay que incrementar la seguridad del instituto y del cachorro… Scott, ¿puedes encargarte? —El pelirrojo le asintió—. Félix, ve con gestión de crisis para que se encarguen de las cabezas y… Venator —expresó indecisa al verla—, hay que hablar en el estudio ahora.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.