Confesiones de una cazadora

Capítulo 99.

La cueva se estaba derrumbando y aparentemente la única salida se había sellado por las rocas que cayeron. Por tal modo, el escuadrón de cazadores quedó atrapado esperando lo que podría ser su fin.

Todos se pusieron junto a las paredes para evitar que alguna roca cayera sobre sus cabezas, se miraban entre ellos con desesperación, incluso algunos se tomaron de las manos y otros empezar a rezar a quien oyera sus plegarias; Marco escuchó un burbujeo viniendo del pozo de brea y luego alguien se quejó al recibir una salpicadura de esta viscosidad negra cuando una roca cayó al pozo.

— ¿Qué demonios está pasando ahora?

—Ese tipo dijo que era una cueva Kineut así que debe tener algún tipo de magia elemental.

Yurim arrugó su entrecejo al ver una estalactita caer sobre una de las rocas alineadas al otro lado del pozo de alquitrán, se mantuvo observando con más atención la alineación de las estalagmitas y luego miró los símbolos tallados sobre ellas.

—Esto no es una cueva… —expresó un tanto sorprendida—, es un trono.

— ¿Un trono? ¿De quién o para quién?

Yurim miró hacia Injae y con eso todos imitaron la acción; Injae se rio incrédula.

—Es ridículo, Yurim.

—El trono no es para ti, idiota, es para la cazadora original que ellos conocieron… pero que lamentablemente quiso reencarnar en ti —alegó Yurim escondiendo su miedo de morir en una fachada de chica ruda y molesta—. Así que ahora levanta tu maldito trasero reencarnado de cazadora original y siéntate en ese trono.

Scott miró a Injae inseguro y le asintió para apoyar la idea de su hermana.

—Sea lo que sea que hagan, que sea pronto porque el pozo de brea está subiendo rápido para desbordarse y nos cubrirá a todos —espetó Félix.

Injae se puso de pie tambaleándose por el temblor del suelo, corrió esquivando las rocas que caían hasta llegar a la orilla del pozo, se detuvo a buscar con la mirada una forma de cruzar.

— ¿Por qué te detienes? —Reclamó alguien.

—No hay como cruzarlo…

—No entres —ordenó Scott inquieto presintiendo las ideas de la chica—. Injae, ¿me oyes? ¡No vayas a entrar!

La chica miró la brea burbujeando y a la vez escuchaba las rocas cayéndose detrás de ella, miró hacia arriba en donde estaba y observó una estalactita débil queriendo desprenderse del techo, respiró hondo y dio un paso dudoso hacia adelante sin saber lo que iba a pisar.

“¡El suelo se siente caliente! ¡¿Por qué se siente caliente?!”

Injae trató de ignorar las voces para concentrarse en donde pisaba, sus pies se hundieron un poco haciendo que la brea le cubriera el pantalón hasta un poco arriba de la rodilla, pero entre más avanzaba más hondo se estaba haciendo el pozo y más dificil le era moverse; un pequeño grito soltó cuando algo la jaló de las piernas para hundirla.

“¡Injae!” “¿A dónde se fue?” “¡Hay que sacarla!”

— ¡Esa no es brea común! —Exclamó una chica.

Scott junto con otros dos chicos que estaban más cerca se levantaron para auxiliar, pero al dar el movimiento brusco sobre el suelo, este se agrietó y fue creando una abertura a la mitad del suelo que se empezó a extender con mayor profundidad por todo el suelo queriendo llegar hasta el pozo.

—Maldición, estamos jodidos —expresó Marco agitado.

—Estás sudando, todos estamos sudando mucho —comentó Félix confundido al ver al resto—. ¿Por qué está haciendo tanto calor?

—Kalisman dijo que hay fuego de Kineut almacenado aquí…

—No sé de lo que hablan, pero sí veo fuego —replicó el chico dementor mirando la abertura del suelo.

En la abertura mayor se veía una especie de lava que iba subiendo a la superficie de la misma manera en que quería salir por las pequeñas gritas que se iban haciendo en su alrededor. La estalactita débil que Injae había visto antes de entrar cayó sobre el extremo de la abertura permitiendo que el paso de la lava fuera más rápido.

—Injae aún no sale.

—Maldición —masculló Scott queriendo levantarse.

Una bocanada de aire se escuchó saliendo del pozo al mismo momento en que una mano cubierta de brea salió a la superficie. Era Injae que intentaba avanzar hasta el trono de rocas con todo el espesor de la brea sobre su cuerpo que apenas podía moverse fuera del pozo, el cual parecía tener vida y quería arrastrarla de vuelta al fondo.

Injae logró tocar el asiento con su mano antes de ser jalada y con la otra se aferró a una de las estalagmitas para poder subir unos escalones que estaban dentro del pozo; entre más lograba subir sobre el trono, más se resbalaba la brea de su cuerpo de regreso al pozo de dónde venía, volteó a ver atrás y respiró hondo con su mirada al frente antes de sentarse en la silla; la escritura tallada se iluminó símbolo por símbolo mientras la chica aferraba sus manos al respaldo del asiento, la salida de la brea por el pozo se detuvo y empezó a bajar para irse secando, la orilla del pozo alcanzó a cubrirse de lava para luego incendiarse con una llamarada que llegó hasta el techo.

Cuando todo acabó, el escuadrón se levantó a observar como quedó el lugar y el pozo. La brea estaba seca y dejaba ver un puente de piedra roto junto al resto de cadáveres que ya antes habían intentado cruzar, pero que la brea hundió; Injae se levantó del trono con su cuerpo libre de viscosidad y al hacerlo se escuchó el derrumbe de una pared que daba paso a un sendero nuevo y totalmente diferente al que cruzaron antes de entrar a la cueva.

— ¿Podemos tomar un descanso? —Pidió Marco impactado—. Ha sido mucho para menos de dos horas.

—Sí, buena idea.

Los cazadores se sentaron un rato en el suelo húmedo a tomar un poco de aire fresco que esperaba fuera de la cueva Kineut.

—Lo que dijo Kalisman… —mencionó Scott en bajo acercándose a Injae.

—Todo lo que dijo fue cierto.

— ¿Y lo que tú dijiste?

— ¿Me estás juzgando? —Entrecerró sus ojos—. No creo que seas mejor que yo, ¿o quieres hablar de Tobías Bane y la golpiza que le diste?




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