Confesiones de una cazadora

Capítulo 102.

Injae se acostó sobre el pecho de Scott y se lamentaba una y otra vez. Una avecilla se posó sobre la mano de Injae, quien la agitó para quitársela de encima, pero el pájaro volvió a pararse sobre ella y sin más fuerzas, se dejó picotear la piel por él sin darle importancia al dolor como si lo considerara merecido.

—Esto es culpa mía —masculló viendo al animal—. Si no hubiera venido, él estaría vivo ahora, en su lugar él se ha ido y yo sigo aquí siendo tan débil y patética.

Más pájaros se acercaron a cantar cerca de ellos y su canto fastidió a la chica, esta se levantó abruptamente para arrearlos de allí; cuando se fueron, Injae se quedó parada con la vista perdida en el suelo, luego parpadeó rápido varias veces tratando de recomponerse mentalmente, miró a su alrededor caminando en círculos por el mismo sitio donde estaba.

— ¡Sé que estás aquí! —Gritó con fuerzas hasta doblar su abdomen—. ¡Tú ganas, tenías razón! ¡Todo fue real!

Se tiró al suelo de rodillas y empezó a aventar sin dirección las rocas que encontró cerca de ella, su mente era un mar de pensamientos confusos que chocaban entre ellos y sus emociones no estaban tan diferentes.

— ¡Aparece! —Exclamó enfadada y luego se calmó—. Por favor… aparece.

Se cansó y se quedó respirando agitada, sintió su mejilla húmeda tomándola por sorpresa y como si fuera la primera vez que le pasaba, se limpió y vio sus yemas con agua.

“Veo que has descubierto porque lo llaman el páramo de las almas perdidas.”

Injae alzó la vista y vio a la entidad de luz que luego paulatinamente tomaba la silueta de un cuerpo humano hasta adoptar el cuerpo físico de una mujer rubia.

—Su alma era joven así que alimentará una parte pequeña del páramo —comentó frívola.

— ¡Lo mataste!

Se levantó para irse contra la entidad, pero esta la sujetó con unas lianas de luz.

—Yo no los hice entrar, ustedes lo hicieron por su cuenta y, además, irrumpiendo la serenidad de mi paramo —alegó ofendida—. Lo menos que pudieron haber hecho era mantenerse callados sin contaminar con sus almas impuras.

— ¿Puedes revivirlo? —La mujer le dio la espalda—. ¡Toma mi alma! Tómala toda si quieres, pero tráelo de vuelta, te lo ruego.

La entidad regresó su vista con sorpresa, entrecerró sus ojos y se acercó a la chica.

—Nadie ha querido entregar una mínima parte de su alma para mantenerse vivo, mucho menos por la vida de otros… —Admitió abatida desviando su vista de ella, pero enseguida regresó a Injae—. ¿Por qué tú sí?

—Porque haría lo que fuera por él.

Volteó a ver a Scott en el suelo y sintió un nudo en su garganta.

—No estoy segura del por qué, solo sé que no puedo dejarlo aquí y mucho menos así, por eso te pido que por favor lo revivas.

Las lianas de luz soltaron a Injae y la mujer los vio melancólica a ambos.

—Nada puede revivir a los muertos, ni siquiera devolver el alma original a su cuerpo terrenal, pero quizá tú sí puedas. Veo mucha energía espiritual en ti que puede llenar su cuerpo de vida otra vez —explicó el ser mágico—. ¿Estás segura de que quieres hacerlo? Le darías gran parte de tu energía.

—He vivido miles de vidas y amado a mil amores, he caminado por tierras lejanas y visto el final de los tiempos porque soy un alma reencarnada, aun así nada de eso significa algo de verdad para mí, pero si con ello puedo recuperar a Scott… no me importa darle una parte o toda mi alma.

La mujer la vio fijo, luego alzó sus manos para absorber la energía espiritual de Injae, levantó a la chica del suelo y extrajo en masa toda la energía brillante de su cuerpo y la transportó al cuerpo de Scott en una sola línea para introducirla por su boca; la entidad volvió a su forma de luz cuando el proceso acabó y dejó caer sin cuidado el cuerpo inconsciente de Injae al suelo.

“Ojalá alguien me hubiera dado parte de su alma cuando lo necesité.”

Después de un rato, Injae despertó desorientada y con su vista nublada, escuchó una voz lejana diciendo que ahora su alma y la de Scott estarían unidas por siempre. Se levantó despacio, volteó a ver al pelirrojo que seguía acostado y fue hasta él para ver cómo estaba; Scott sintió el roce de los dedos de Injae en su piel y empezó a abrir los ojos.

— ¡Oh por Dios! —Se lanzó a abrazarlo por la cintura—. De verdad volviste.

Hundió su rostro en el pecho de Scott sin importarle otra cosa en ese momento, ni siquiera se percató de que sus ojos se habían cristalizado.

— ¿Qué…? —Frunció su frente enfocando mejor su vista—. ¿Qué ocurrió? Solo recuerdo las lianas enrollándome y luego todo fue extraño. Pude oír que me llamabas, pero no podía verte ni siquiera sentía que estuviéramos cerca.

—Es interesante, verás… moriste, pero eso ya no importa porque regresaste.

—Si morí, ¿cómo es que regresé?

—La entidad de luz y yo hicimos un trato. Le pedí revivirte y a cambio le daría mi alma, pero ella dijo que no podía revivirte a menos que transfiriera mi energía espiritual a tu cuerpo —admitió viéndolo a los ojos—, así regresaste.

Scott entreabrió su boca impresionado, puso la yema de su pulgar en la lágrima escurrida por un rasguño que tenía Injae en su mejilla y luego con su otra mano, movió el mechón suelto de su coleta que se paseaba por su rostro.

—Diste tu alma para revivirme, ¿por qué hiciste eso?

—Porque no puedo perderte a ti también —confesó con la voz entrecortada—. Ya he perdido mucho y no quiero perderte también a ti porque te has vuelto muy importante en mi vida, eres quien mejor me entiende y con quien mejor me siento. Estoy segura que haría cualquier cosa para que estés bien incluso si debo dar mi propia alma por ti.

Ambos pegaron sus frentes con los ojos cerrados; Scott bajó despacio su mano por la mejilla de Injae y entreabrió sus ojos, encontrando a su vista los labios rosados de la chica.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.