Confesiones de una cazadora

Capítulo 105.

El nuevo festival de primavera llegó al pueblo. Las risas y alegría que trajo consigo la entrada de la estación se esparcían por el pueblo, incluso para los cazadores de La orden de la sombra que eran parte de la organización de algunos eventos y concursos que se presentarían en la plaza principal y en el campo de la residencia Gastrell.

Injae llegó al evento patrocinado por la casa Gastrell en compañía de Maxon Brizz.

—Vaya —expresó asombrado al ver el lugar—. Es muy…

— ¿Pueblerino? —Se rio—. Lo mismo pensé la primera vez, pero la verdad es que es muy divertido.

“¡Lo hice! ¡En tu cara, Evenson!”

Scott se iba acercando a Injae, pero con él venían Félix y Marco.

—Maxon, ellos son mis amigos… —Presentó a cada uno señalándolos—. También son mis vecinos.

—Oh. —Extendió su mano a cada chico empezando por Marco—. Mucho gusto, Maxon Brizz.

Al llegar a Scott, este sin muchas ganas estrechó su mano y apretó con fuerza esbozando una sonrisa fingida.

—Scott Evenson y soy un poco más que el amigo y vecino de Injae… —Todos lo voltearon a ver expectantes y él carraspeó—. Soy algo así como su mejor amigo.

Maxon asintió entrecerrando sus ojos y sonrió apretando un poco la mano.

—Es bueno saberlo… mejor amigo de Injae.

Injae estaba en el medio junto a ambos y al ver las expresiones pícaras de Marco y Félix, se acomodó el cabello fingiendo que estaba ocupada con eso hasta que al final habló para cambiar el tema.

— ¿Qué era eso que ganaste, Félix?

—No de nuevo —mascullaron Scott y Marco.

— ¡El juego del cencerro! Solo participan mayores de edad y por primera vez le gané al gran Scott y a Marco —alardeó extendiendo sus brazos—. El año pasado me lesioné la pierna y no pude participar, pero prometí que este lo haría.

Los tres amigos del rubio se rieron, por su parte Maxon vio intrigado el lugar del concurso que tenía en un contenedor los cencerros para colgarse y no se contuvo de preguntar sobre el juego.

— ¿Quieres jugar? —Invitó Félix.

—No sé… yo… —Miró a Injae encogiéndose de hombros—. De acuerdo, sí.

Félix y Marco se rieron llevándose con ellos al chico británico, Scott se burló diciéndoles que no fuesen rudo con él y por eso se ganó un pequeño golpe de Injae.

— ¿Es el señor Marshall allá? —Cuestionó Injae viendo al establo.

—Todos los años viene por la carne gratis que pueda ganar en el concurso de cabalgata.

Los dos saludaron con la mano al hombre y este se aproximó a ellos.

—Señorita Venator, ¿participará en la cabalgata de primavera? Espero que sí, podría darme la revancha.

La chica se rio y aceptó la invitación. Fue con Scott al establo para preparar la silla de montar sobre el caballo con el que concursaría y poco después participó en el concurso; cuando bajó del caballo recibió el apretón del señor Marshall como señal de respeto por haberle ganado.

—El concurso del cencerro, ¿aún no acaba?

— ¿Preocupada por el niño Brizz?

— ¿Qué fue eso? —Lo vio pícara—. ¿Estás celoso acaso?

Scott chistó con la cabeza agachada manteniendo sus manos ocupadas para desmontar la silla de los caballos; Injae se reía desde el lado opuesto mientras se encargaba del caballo con el que participó.

—Bien hecho, Hunter. —Sonrió acariciando al caballo negro.

—Es una lástima que no puedas conservarlo —comentó Scott viéndola—. Gerard venderá una parte del ganado para hacer mejoras a los dos institutos, desde ganado vacuno hasta equino. Quizá si le dices puedas conservar aunque sea a Hunter.

Injae se mantuvo callada acariciando al caballo a la vez que vagaba en sus pensamientos. Regresó al campo donde estaban las gradas para subir al podio donde anunciarían al ganador de la carrera de caballos; el anuncio y felicitaciones quedó ese año a cargo de Yurim ya que Gerard la consideró por ser la directora del instituto; al acabar el anuncio, Injae fue a la casa en busca de Gerard mientras Yurim divisó a Yohan en uno de los puestos de bebidas.

—Conozco a ese tipo —mencionó acercándose por atrás—. Lo he visto en el bar de mala muerte donde asisten algunos sobrenaturales del pueblo.

— ¿Ah sí? Que observadora.

Carraspeó nervioso al guardar algo dentro de su pantalón en la parte de su abdomen antes de darse vuelta y encontrarse con la daga de Yurim rozándole el cuello, de pronto la chica empezó a meter mano por debajo de la camisa rumbo a la parte del cinturón en busca de algo.

—No me gusta hacerlo en lugares públicos, pero si es lo que quieres…

—Buen intento. —Alzó una bolsita transparente con polvillo rosado adentro—. Polvo de estrella, la droga de las hadas siendo traficada por un ex cazador que conoce las reglas… que interesante.

Yohan se rio pícaro queriendo tomarla de entre sus dedos, pero ella la alejó a tiempo; el chico permaneció relajado, se pasó el cabello hacia atrás y mordió su labio inferior.

—Conoces las reglas, Yohan. Está prohibido la venta del polvo de estrella sobre todo en tierra mundana, las consecuencias pueden empeorar con las faltas que cometas.

—Pero solo si se entera algún cazador. —Encogió sus hombros y extendió su mano.

— ¡Soy una cazadora! Podría arrestarte ahora mismo si quisiera…

—Pero no quieres. —Sonrió jocoso acercándose y viéndole los labios—. Sino ya lo hubieras hecho. No te preocupes, Yurim, no ando vendiendo polvo de estrellas a cualquiera, sé a quienes sí.

—Aun así…

“¡Hey! Ahí están.”

Stella se apareció con un peluche de cerdo que recién había ganado en uno de los puestos de juegos de tiros y aros; Yohan y Yurim estaban muy cerca el uno del otro cuando la chica les habló, ambos voltearon a verla, aunque con expresiones distintas ya que Yurim lucía nerviosa mientras que Yohan parecía molesto o incluso irritado porque Stella los haya interrumpido.




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