Confesiones de una cazadora

Capítulo 110.

Injae respiraba agitada, echó su cabeza hacia atrás con pesadez y al oír la voz de Kalisman atrás se enderezó fastidiada.

— ¿Nunca has pensado en convertirte en vampiro? Darías mucho miedo como uno…

La chica resopló y se dio vuelta para irse del comedor, pero él la detuvo del brazo opuesto del que ella aún sostenía la catana.

—No olvides que hasta la más bella rosa tiene espinas —susurró serio.

Ambos se mantuvieron la mirada hasta que Injae apretó la empuñadura de la catana para levantarla en contra de Kalisman, pero este escuchó el sonido de sus yemas rozando la madera que componía la empuñadura o también llamada tsuka. Injae quiso atacarlo, pero este la sorprendió al sujetarla del cuello para pegarla a la pared con sus pies levantados del piso; Kalisman se quedó viendo como aún desarmada ella no le tenía miedo, la bajó y soltó despacio su cuello para que tomara aire de nuevo, luego le hizo sujetar la catana apuntándolo y él mismo se presionó contra ella para ser atravesado.

— ¿Esto era lo que querías hacer? —Masculló conteniendo el dolor.

La sangre escurría al piso por la hoja de metal salida del cuerpo, Kalisman apretaba sus dientes aguantando el sufrimiento al mismo tiempo que sujetaba fuerte la mano de Injae sobre la empuñadura.

— ¿Por qué te cuesta tanto aceptar lo que eres? No lo comprendo. —Se carcajeó recargando su frente en el hombro de Injae—. ¿Temes perder el control?

Injae respiró fuerte y con rabia, entonces giró la hoja filosa dentro del cuerpo de Kalisman y empezó a clavarla más, a la vez que lo empujaba lejos de ella.

—Yo sí comprendo lo que pasa —arrastró el tono de su voz al empujarlo fuerte—. Tu padre no te amó así que asumes que nadie va a hacerlo tampoco y es por eso que compeles a la gente, los chantajeas o tratas de comprarlos con algo para que estén contigo…

Jaló de su cuello el collar que le regaló el vampiro y lo arrojó al piso a un lado de él y continuó diciendo.

—… y lamento informarte, pero no es así como funciona esto —susurró sarcástica—. No sabes conectar con las personas porque ni siquiera tratas de entenderlos, por eso tú jamás vas a ser apreciado, agraciado y mucho menos amado.

Kalisman bufaba al oír cada palabra, se mantuvo con la mirada fija y cuando acabó ella de hablar, le jaló las manos para aventarla contra la columna de la puerta de la cocina, luego se sacó la catana sin emitir algún quejido y la arrojó hacia el otro lado lejos de ellos. Observó a Injae que tosía un poco luego de reaccionar tras el golpe que se dio, caminó con furia hacia ella mientras exclamaba con la voz rasposa.

— ¡Yo jamás te compelí! ¡Nunca te he forzado a nada! ¡Lo que has hecho fue porque quisiste!

Llegó hasta a ella y sin consideración alguna le levantó el rostro para que lo viera directo a los ojos.

—Así que dime, Injae Venator, ¿disfrutaste vengar a tu padre con la sangre de sus asesinos?

—Púdrete.

— ¡Responde sí o no! —Le apretó las mejillas y la miró fijo para compelerla—. ¿Lo disfrutaste?

Las pupilas de Injae se dilataron y sin control de sus palabras admitió:

—Sí, lo hice.

Kalisman le soltó la cara y asintió con su cabeza, le acarició el cabello para calmarla ya que ella había quedado anonadada con su propia contestación.

— ¿Ahora te das cuenta? No somos tan diferentes —murmuró acercándose a su oreja.

Él se puso en pie, miró los cuerpos y el lugar cubierto en sangre, resopló sobándose la frente.

—Date una ducha, estás cubierta de sangre. —Se dio vuelta y se marchó.

Injae se quedó unos momentos más en el suelo viendo el destazadero que hizo apenas hacía instantes. Después de un rato, Kalisman subió al cuarto de Injae con una charola para llevarle un té y unas galletas.

— ¿Adivina que encontré? Es tu collar, estaba lleno de sangre así que lo limpié…

Al entrar al cuarto vio la cama sin sábanas, el ventanal sin cortinas y el tubo del cortinero atravesado en este último; el vampiro lanzó la charola y salió con gran velocidad para atrapar a la chica que se había salido.

Injae sacó al caballo del pequeño establo provisional que Kalisman había mandado a armar para el caballo y otros animales que llevó y de los cuales Injae no tenía conocimiento. Una vez afuera, se subió al caballo para a andar, pero apenas se alejó un poco se detuvo debido a unos fuertes gruñidos viniendo del establo improvisado y volteó a ver como las puertas de madera que estaban a un lado del lugar del caballo se azotaban bruscamente queriendo romper el pasador que las mantenía cerradas.

Kalisman llegó a la parte trasera y divisó las puertas azotándose, escuchó atento unos segundos a lo que había detrás de ellas y se apresuró para llegar a la chica.

— ¡Baja del caballo! —Le gritó al mismo tiempo que la jaló de la cintura.

La chica quiso alegar, pero él la ignoró para darle un golpe al caballo para que saliera corriendo de regreso al establo mientras a ella la obligaba a ir hacia el lado contrario.

— ¡Corre y no mires atrás!

Las puertas se destrozaron por tres dementors adultos que salieron del lugar y que lo primero que encontraron para devorar fue al caballo que Kalisman usó como distracción para darles chance de huir. Se metieron al bosque sin una dirección concreta, solo corrían lo más rápido para alejarse de allí y aunque Kalisman podía irse más pronto por su velocidad, se mantuvo al ritmo de Injae para no dejarla atrás; se escuchaban las ramas de los árboles que se rompían más fuerte y rápido cerca de ellos, lo que indicaba que los dementors los estaban alcanzando.

Los dos llegaron al final del camino y se encontraron con una gran y posiblemente mortal caída a varios metros sobre el agua.

—Hay que saltar —ordenó Kalisman agitado viendo el agua.

—Olvídalo, no saltaré contigo. 

—Entonces muere aquí con los dementors, yo me largo —espetó desesperado alejándose para tomar impulso.




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