Confesiones de una cazadora

Capítulo 111.

Mireya estaba en el instituto de La orden de la sombra de Petaluma. El equipo logró comunicarse con ayuda de Gerard que tenía el contacto de su abuela, gracias a eso logró saber de la situación de Injae y en cuanto pudo salió del reino de la magia para ayudar a los chicos a buscarla por medio de su magia espiritista que había estado mejorando.

En el escritorio de Gerard estaba un mapa con el arco de Injae en miniatura encima y habían pequeños destellos y solo un par de líneas muy delgadas de luz cerca de este que querían desvanecerse.

—Algo anda mal, su energía espiritual es débil —advirtió la chica viendo el mapa con la frente arrugada—. Vean, aquí. —Señaló uno de las líneas—. Su rastro es confuso, puede ser que esté rodeada por un hechizo contra localización o porque… algo muy malo esté ocurriéndole.

Scott miró a su hermana sin saber que más hacer, quería no darse por vencido, pero la situación era muy grande para sus manos. La puerta fue tocada y en eso entró Félix con un semblante no tan alentador.

—Llamó Gerard desde Oregón —avisó a Yurim—. Sabe del pedido de ayuda a los VK.

—No me digas, ¿no está de acuerdo en que pidamos ayuda para buscarla?

—De hecho, es lo contrario. Los VK acaban de llamar para disculparse, rechazaron nuestra solicitud de apoyo. —Yurim y Scott se desanimaron más al oírlo—. Están muy ocupados en su región noroeste porque al parecer hay unos cuantos dementors sueltos en un bosque de Vermont.

— ¿Vermont? —Repitió Scott preocupado. Volteó hacia Mireya y preguntó—: ¿Por dónde está el rastro de Injae?

Mireya le dio otro vistazo al mapa para buscar el lugar y entonces levantó su mirada con inquietud.

—En Massachusetts, cerca de Vermont.

Scott se quedó viendo el mapa mientras pensaba lo siguiente que debían hacer ante esto, miró a su hermana y luego a Félix.

—Dile a Marco que llame a Stella y a Yohan, que vayan a Massachusetts cerca de la frontera con Vermont —ordenó serio y agregó—: Lleva a Mireya al portal del reino, por favor, nosotros dos iremos a Massachusetts.

Félix asintió y Mireya se fue con él mientras este llamaba a Marco para que atendiera el encargo de Scott. Marco recibió el mensaje estando con Killian en el granero y le comentó lo que estaba sucediendo en esos momentos para que también estuviera al tanto.

— ¿No iremos con ellos? —Preguntó desconcertado.

—Ah, no. Alguien debe quedarse a cuidar que este lugar no sea un caos, además Félix llevará a Mireya al portal para que regrese al reino de la magia.

— ¿Quién es Mireya?

—Cierto, no la conoces… es una bruja, amiga nuestra y nos ha ayudado a salvar el trasero de Injae un par de veces —comentó riéndose—. Es muy curiosa, seguro te caería bien.

Marco sacó su celular para llamar a Stella que se hallaba en Nueva York en la mesa de una cafetería aguardando a que Yohan volviera del mostrador con sus pedidos.

Nueva York.

—Aquí tiene.

—Gracias… —Tomó las bebidas sin atención por ver el televisor colgado en una esquina.

“Los recientes acontecimientos en North Adams, Massachusetts han sacudido a sus residentes…”

Yohan agudizó su audición para escuchar con más claridad lo que decía la presentadora de noticias en el televisor.

“Lo que verá es una grabación de seguridad tomada de un bar, se recomienda discreción.”

El vampiro agrandó sus ojos, masculló un insulto por la impresión y enseguida se aproximó a la mesa donde estaba Stella. Como si estuviesen con las mentes conectadas, ambos dijeron lo mismo justo al mismo tiempo.

— ¡Sé dónde está Injae!

Se vieron confundidos, Stella quiso preguntar como lo supo él, pero Yohan lo pasó por alto y la apuró para subir al auto gris.

Doce horas antes.

North Adams, Massachusetts.

Después de que Kalisman liberase a Injae, esta se quedó sola caminando por el lugar sin saber a dónde ir porque ni siquiera sabía en donde estaba, preguntó a la primer persona que encontró en el muelle y al saber el lugar no pudo evitar sentirse abrumada ya que estaba sola en un lugar en el que jamás había estado sin dinero para transportarse y ni un medio por como comunicarse. Conforme más siguió caminando sin rumbo fijo, la oscuridad de la noche la fue alcanzando.

A pesar de que trataba de pasar desapercibida al cubrirse la cabeza con la capucha de su chamarra, las injusticias del mundo común no pasaban para ella y aunque se decía que no debía interferir para salir de allí pronto, su corazón compasivo la hizo dar vuelta más de una vez para volver a aquellos callejones oscuros donde el mal acechaba al inocente indefenso. En una pelea por defender a una anciana de unos asaltantes terminó disparándoles a los tipos con la pistolas que ellos mismos llevaban, aunque en lugares no mortales ya que lo que buscaba era darles una lección, no matarlos.

Injae había entrado a un bar a beber un poco de agua, ya que era para lo único que le alcanzaba el dólar que la anciana le dio como agradecimiento. Mientras esperaba con la cabeza agachada, sentía atrás de ella unas miradas que le causaron escalofríos, pero prefirió ignorarlas y seguir su rumbo sin más problemas hasta que dos tipos se acercaron y uno de ellos le habló.

—Te conozco.

—No lo creo, no soy de aquí. —Mantuvo su mirada agachada.

—Eres esa cazadora, ¿no? —Se sonrió burlón—. A la que llaman…

—La cazadora original —continuó el otro tipo por detrás—. Es la que estuvo en el bailecito del hijo de Arkain.

Injae miró de reojo el adorno de metal que estaba sobre la barra para ver el reflejo de los sujetos, tragó duro con nervios y cuando recibió su vaso de agua le agradeció al barman en voz baja.

—No quiero problemas, solo busco volver a casa —contestó tajante y bebió.




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