Confesiones de una cazadora

Capítulo 112.

Al día siguiente Scott y Yurim llegaron a North Adams, en cuanto lo hicieron buscaron la dirección del mesón que les dio Stella y el número de cuarto.

Scott no se esperó a tocar y abrió con fuerza bruta.

— ¿Dónde está ella?

Stella y Yohan estaban solos en ese cuarto ya que ese era de él y el de Stella estaba a lado con Injae durmiendo todavía.

— ¡Oye! Más respeto para este lugar, todavía no hemos pagado el día de hoy —alegó la rubia.

—Injae está bien, está dormida en el cuarto de al lado… necesita descansar.

—Y tú. —Señaló molesta Stella a Scott—. Necesitas un poco de agua y un tranquilizante.

—No sin antes verla.

Yohan acompañó a Scott al otro cuarto, lo hizo pasar mientras lo esperaba en la puerta viéndolo; Scott entró en silencio, se acercó a la cama para verla de cerca, quiso acariciarle la mejilla, pero al verle el moretón se detuvo con su mano temblando.

—Vamos al comedor, hay que hablar de algunas cosas —expresó serio Yohan.

Los cuatro bajaron y tomaron asiento en una de las mesas del fondo para hablar mejor.

— ¿Cómo la encontraron? ¿Qué le ocurrió? —Preguntó preocupada Yurim.

—Más bien, ella nos encontró o algo así. Estábamos afuera del mesón cuando ella apareció cubierta en sangre y con golpes a punto de colapsar.

— ¡¿Qué?! ¿Por qué está aquí y no en un hospital si venía desangrada?

— ¡Calma, Scott! —Regañó la rubia—. La sangre no era de ella.

Los dos hermanos se fueron hacia atrás en sus sillas y aquellos dos se vieron entre sí sin poder encontrar la forma de explicar lo ocurrido porque tampoco lo sabían.

—Las noticias han dicho de unos recientes heridos por las calles, incluso muertos en un bar —informó Yohan en voz baja—, creo que alguien estuvo jugando a la justiciera nocturna. Luego tuvo un accidente y fue llevada al hospital, pero escapó… según por lo que creemos, quizá fue secuestrada por sobrenaturales y luego apareció aquí.

—Tiene varios moretones en todo el cuerpo, para ser así debieron ser muchos tipos golpeándola o unos cuantos con superfuerza —añadió Stella abatida—. Cambié su ropa por una nueva y le di un poco de mi sangre como pude porque estaba inconsciente.

—Ya despertó —avisó Yohan inquieto.

— ¿Cómo sabes?

—Porque está aquí, olí su aroma.

Se levantaron de la mesa siguiendo el aroma de Injae que no se dejaba ver, se metieron a la cocina y fue ahí donde ella apuntó a Yohan con un cuchillo.

— ¡Hey, calma! Vas a lastimarte con eso. —Alzó su manos en señal de paz.

Injae apretó más el cuchillo, retrocedió unos pasos y apuntó enseguida a Scott porque se paró frente al grupo; el pelirrojo extendió sus manos despacio pidiéndole que bajara el cuchillo, pero ella estaba lista para atacar.

— ¿Quién eres? —Demandó energética.

Todos se vieron extrañados, pero mantuvieron la calma.

—Scott… ¿Evenson? —La miró abatido porque ella no lo reconoció—. Soy tu amigo, somos amigos…

—Y muy cercanos —añadió Yohan pícaro y Scott lo miró fastidiado.

—Sí, muy cercanos —afirmó el pelirrojo—. Ella es Yurim, mi hermana y ellos, Stella y Yohan, somos tus amigos. ¿Sabes cuál es tu nombre?

La chica se mantenía con el cuchillo arriba, pero queriendo buscar en su memoria la información que el chico le decía. Todo en su mente era borroso y distorsionado, solo pequeñas lagunas con voces que desconocía en ese momento pronunciando el mismo nombre.

—Eres Injae Venator, tu padre fue Alaric Venator y falleció hace un año —comentó Scott nervioso—. Tuviste una hermana, Rebecca, que murió hace un tiempo.

Injae se quedó en silencio viendo al piso como si las escenas que se le atravesaban por su mente estuvieran allí: una chica rubia con ojos marrones y un rostro pecoso casi siempre luciendo ropa un tanto escotada y zapatos altos que acompañaba con accesorios brillantes; luego la imagen de un collar dorado de flecha con sangre cayendo sobre una mano la dejó con un escalofrío en el cuerpo.

— ¿Por qué tendría que creerles? No tienen pruebas —alegó molesta.

Yurim sacaba su celular cuando Injae le apuntó y miró con recelo; la pelinegra alzó su mano para mostrarle lo que hacía, buscó algo en él y se lo enseñó de lejos.

—Lo tomé el día de tu cumpleaños y de Scott en tu casa antes de agotar mi batería.

—Eso no prueba nada…

“Mori salva quem amas est bene mori” —interrumpió Scott y tradujo—: Morir salvando a quien amas es una buena forma de morir. Fueron las palabras que dijo tu hermana poco antes de morir en tus brazos y están en el tatuaje que hiciste atrás de tu cadera.

Todos voltearon a verlo sorprendidos por la confesión, pero reservaron sus comentarios para otro momento más adecuado; Injae le quedó viendo desconfiada y negó saber algo de un tatuaje, a lo que Scott confiado le dijo que podía comprobarlo ella misma si veía.

— ¿Por qué sabrías tú de ese tatuaje?

—Porque fui yo quien te lo hizo.

Los otros tres como si se leyesen la mente entre ellos, sabían que no contendrían sus reacciones así que cubrieron sus bocas con sus manos uno al otro al mismo tiempo para callarse y evitar decir algo con lo que su impresión no podría contenerse.

Injae entró al baño para comprobar lo que dijo Scott y durante la espera, el pelirrojo tuvo que soportar las miradas del resto que aguardaba con él afuera.

— ¿Desde cuando haces tatuajes? ¡¿Y cómo es que yo no sabía?! —Protestó Yohan indignado, pero sorprendido.

—Nunca preguntaste. —Encogió sus hombros desinteresado.

Todos voltearon hacia la puerta del baño cuando salió Injae seria. Esta miró a Scott aún con recelo, pero ya no por la misma razón que antes sino porque creía imposible que fuera cierto lo del tatuaje.

—Te creo, pero no confío en ellos.

—Me basta si con eso podemos irnos antes de que nos cobren la puerta rota —replicó Yohan apurado al ver a la dueña señalando al pasillo de los cuartos.




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