Confesiones de una cazadora

Capítulo 113.

Agosto 2025.

Tal y como Kalisman le había prometido a Injae, ella no tuvo problemas para terminar su semestre en la universidad y después de algunos meses de terminar de aprender a equilibrar su vida común universitaria con su vida de cazadora de lo sobrenatural, Injae estaría iniciando un nuevo semestre en Berkeley. Aquella mañana la chica se quedó en la entrada del edificio esperando a Jace, su amigo lobo de Richmond que hacía unos meses le había enviado un texto diciéndole que asistiría, pero debido a algunos problemas que Injae tuvo con su celular no pudo responderle antes y ese día ella lo esperó, pero jamás apareció, trató de llamarle y cada que lo hacía, era enviada a buzón de voz.

Después de sus clases fue al instituto de La orden para entrenar, pero fue llamada por Gerard a su estudio. Adentro vio a Scott sentado frente al escritorio esperando a que llegara.

—Las cosas marchan bien en El círculo azul, pero ya es momento de involucrar a La orden y me vendría bien una mano de vez en cuando —comentó Gerard sin importancia—. Scott finalmente se decidió por una carrera y estudiará derecho en San Francisco…

Injae le lanzó una mirada jocosa al pelirrojo que solo se rio en bajo.

—Hice unas llamadas y conseguí que pudieran transferirte a la misma universidad a una carrera similar a la actual —agregó el hombre viendo a Injae.

Después de acabar la conversación, los dos jóvenes se fueron a seguir con su día; Scott continuó a solas su entrenamiento al aire libre mientras Injae se cambiaba para entrenar y tan pronto estuvo lista, recibió un mensaje del pelirrojo:

“¿No vienes?”

Injae se sonrió y bajó al instituto a buscar una vara de madera, al pasar por el estante vio a dos chicas entrenando con guantes de boxeo así que después de unos instantes pensándolo mejor, buscó dos pares y salió al campo en busca del chico. Lo encontró debajo de la sombra de los árboles más grandes del terreno que con sus ramas encontradas formaban un arco alto y amplio.

— ¿Derecho? Primero Yurim vuelve a la universidad y ahora tú estudiarás derecho —comentó jocosa al llegar con él—. ¿Desde cuándo querías eso?

Scott le daba la espalda cuando ella llegó, al escucharla se sonrió, jugueteó con su vara antes de darse vuelta y apuntarle; Injae detuvo el ataque sorpresa de Scott con su propia vara.

Ambos se quedaron viendo y se sonrieron.

—Desde hace un tiempo… —Ladeó su cabeza un par de veces—. Alguien me inspiró a defender a quienes no pueden hacerlo por su cuenta.

—Me pregunto quién será…

—También me inspira a ser mejor persona.

—Espero que también a defenderte. —Alzó los guantes y sonrió jocosa—. Enséñame lo que tienes, zanahoria.

— ¿También tú vas a llamarme así? —Reclamó riendo.

Diciembre 2025.

Yohan y Yurim discutían en el estudio de Gerard para que nadie los viera.

—Es la tercera vez en este mes, no puedo seguir con esto —se quejó exasperada—. Me meteré en problemas por salvarte el cuello, ¿es tan dificil dejar de meterte en líos?

—No son líos importantes, no veo por qué te preocupas…

— ¡Porque es mi trabajo! Soy una cazadora, me aseguro de que los sobrenaturales no generen un caos allá afuera y pongan en peligro a los humanos.

Injae tocó y entró para entregarle un aviso de Gerard enviado por correspondencia a Yurim, cuando vio a Yohan suspiró.

—Yohan otra vez aquí, ¿eh? Seguro no es bueno. —Se rio burlona—. Gerard envió esto y no olviden ir a lo de Mireya esta tarde.

En cuanto volvieron a quedar solos, ambos resoplaron cansados, Yurim cerró la carpeta que ya contenía el expediente sobrenatural que Yohan se fue haciendo durante estos meses y la tomó junto con el sobre que le dejó Injae.

—Será la última vez, Yohan —dijo abatida alzando su vista a él—. Ahora por favor vete antes de que sepan que no te arresté.

Más tarde, el grupo de amigos estaba en aquel bar sobrenatural que Yohan y Stella frecuentaban y del que hicieron participe al grupo de cazadores. La razón de su reunión aquella tarde era para celebrar el cumpleaños diecisiete de Mireya.

Mireya estaba inquieta mirando a todos lados como si buscase algo que parecía no estar allí; Injae le dio su bebida y se dio cuenta de su actitud así que preguntó si se hallaba bien, por lo que la bruja la quedó viendo dudosa.

—Hace unos días empecé a tener visiones del futuro, anoche por ejemplo y por lo que pude ver… parece que conoceré a un chico en este bar. —Encogió sus hombros tímida.

Stella bebía su preparado “daiquiri” de fresa con alcohol cuando escuchó y no pudo detenerse de comentar emocionada, pero a la vez sintiendo ternura.

—Nuestra pequeña Mireya se enamorará de alguien… —Esbozó una gran sonrisa abierta que luego borró—. Pero aún no sabe de quien, supongo que es algo normal en esta vida sobrenatural.

Todos se rieron de la bromita de la vampiro, luego Injae se puso más seria al pensar mejor las cosas y preguntó a la bruja adolescente sobre su nueva habilidad ya que antes esta le había mencionado que no podría ver el futuro debido a su parte mayor de bruja realista y espiritista.

—Desde que murió mi mamá, mi magia espiritista despertó y la he practicado con mi abuela, supongo que eso hizo que mis poderes se expandiesen —explicó no muy convencida—. Pero no sé bien cómo funcionan las visiones, ni siquiera sé que tan exactas puedan ser ya que las que tuve solo fueron luces y sombras con voces o fragmentos de imágenes rápidas sin mucho sentido. Lo único que creo saber es que puedo verlas si toco a la persona o al menos eso pasó al tocar a mi abuela.

Stella se emocionó así que aprovechó a pedirle que lo intentara con ella ya que había comprado un boleto de lotería y quería saber si ganaría; mientras ellas se daban las manos, Yohan con Marco y Félix traían sus órdenes de platillos que habían pedido al llegar. Mireya cerró sus ojos y sintió como si estuviera en otro lugar, pero lucía sombrío con destellos pequeños de luz blanca y en ocasiones azules que venían de repente; por más que se esforzaba en distinguir el lugar, este se veía borroso como si su vista no enfocase bien y lo único que alcanzó a reconocer fueron las voces de Stella y aparentemente de Yohan que estaban discutiendo fuerte; Mireya sintió algo pasar a través de ella sin que le afectase en algo y luego escuchó un florero caerse de una mesita de cristal junto a unas escaleras de madera blanca y luego abrió los ojos sobresaltada.




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