Confesiones de una cazadora

Capítulo 116.

Verónica vio llegar a Injae con Scott, primero sintió un alivio y luego la regañó por dejarla preocupada, pero Scott le explicó la situación omitiendo pequeños detalles debido a la presencia de Maxon allí.

—Me alivia saber que estás bien —expresó Maxon acercándose a ella—. Gracias, Scott.

Scott le asintió quieto en su lugar viendo como Injae abrazaba al británico y luego se iban hacia la casa.

— ¿Qué haces aquí? ¿Mi tía te llamó? —Preguntó alarmada.

—No, recordé que dijiste que la camioneta se averió así que vine para llevarte y luego ella me dijo que no habías dormido aquí —explicó tranquilo—. Mientras la arreglan, le pediré a mi chofer que pase por ti.

—No es necesario. —Manoteó nerviosa frente a ella—, solo por hoy y luego podré usarla.

Maxon aclaró su garganta y la miró sin saber cómo decirle para no ponerla más nerviosa.

—Tu tía dijo que deben cambiar una pieza, pero no está disponible por el momento así que primero deberán pedirla y luego esperar a que llegue.

Injae suspiró asintiendo agradecida y le sonrió. Maxon se quedó esperando a que Injae se alistara para llevarla, al salir de la casa fueron vistos por Scott que subía a su motocicleta.

Una semana después, después de la universidad Injae preguntó por Scott en el instituto de La orden y lo encontró en la enfermería atendiéndose un par de golpes en el rostro y en los nudillos.

—Tenía el presentimiento de que estarías aquí y lo confirmé —dijo recargándose en la puerta viendo cómo se dio vuelta—. ¿Cómo te hiciste esos golpes?

—Entrenando.

—Que mentiroso. —Se acercó y lo hizo darle la cara al jalarlo del mentón—. Sé que ya no entrenamos juntos, pero aun así no me he olvidado de ti y sé que no estabas así esta mañana antes de que Jerome fuera a ofrecerme con el rostro golpeado disculpas luego de admitir que puso algo más en mi bebida.

Scott se rio y luego se quejó por estirar el labio que tenía roto.

—Sabía que fuiste tú.

— ¿Te han dicho lo tierna que te ves cuando te enojas? —Bromeó sonriendo abiertamente conteniendo el dolor de los golpes—. La vena de tu frente se dilata justo cuando frunces los labios.

—Te golpearía si no estuvieras ya golpeado. —Le dio un manazo leve en el brazo—. Gracias, Scott.

Marzo 2026.

—Llegó un paquete, Yurim. —Avisó el cazador entregándole un papel a firmar.

Yurim firmó por inercia antes de preguntar por el contenido del paquete y cuando se acercó a verlo, enarcó sus cejas impactada por tal enorme paquete así que rápido protestó para saber quién lo había pedido, entonces volvió a ver el recibo de entrega y salió en busca del dueño.

— ¡Scottland Evenson! —Gritó por cada pasillo que pasaba.

Scott abrió la puerta de su cuarto al oír los gritos con su nombre, al salir recibió un coscorrón por parte de Yurim y él soltó un quejido que muy poco le importó a la chica.

— ¡¿Por qué gastas nuestra herencia en un piano?! ¡Tú ni siquiera tocas el piano!

— ¿Ya llegó? —Preguntó emocionado dejando de sobarse.

El chico salió apurado a ver su paquete con Yurim detrás de él reclamándole. Más tarde, el rumor de la compra se espació por todo el instituto hasta llegar a oídos de Injae, quien vio llegar al gimnasio a Scott con la frente roja por los golpecitos con el dedo que Yurim le dio.

— ¿Scottland?

—No puede ser —expresó avergonzado—. ¿Lo sabes?

—Todos lo saben. —Se rio molestándolo—. Scottland, ¿algo como Escocia en inglés?

—Scottland, algo como Escocia en inglés. La familia de mi mamá era de allí así que mis padres creyeron genial llamarme con el nombre de un país, pero al entrar a Sølvbyen lo dejé solo en Scott —explicó jocoso.

— ¿Y el piano?

Scott se puso nervioso y encogió sus hombros como única respuesta a la sonrisa burlona de Injae.

—Quería aprender a tocar, es todo… ¿Me darías clases?

—Claro, pero no creas que te lo dejaré fácil.

Por otro lado, estaba Yurim en la cocina sirviéndose un vaso de agua fría para refrescar su garganta luego de tantos reclamos a su hermano; Félix y Marco venían del establo con la ropa sudada y con un poco de heno en los pantalones.

—Escuchamos lo del piano, no sabía que Scott tocara —comentó Marco quitándole el vaso a Yurim con un guiño—. Gracias por el agua.

—Es claro por qué lo hizo, cierta amiga nuestra de cabello castaño con cierta ancestro famosa toca el piano —agregó Félix con gracia—. Scott quiere pasar más tiempo con ella ya que han estado alejados.

—Pff. —Reviró los ojos—. Si quería eso me lo hubiera dicho y hubiera inventado una misión para los dos en lugar de gastar más de siete mil dólares.

Algunos días después.

Verónica le llevaba a Injae y a Scott una jarra con limonada a un cuarto que estuvo cerrado gran parte del tiempo, pero que ahora era usado para las clases de piano del pelirrojo.

—Gracias otra vez, Verónica, por dejarme guardar el piano aquí.

—No hay de qué, además… me gusta oírlos tocar. —Le guiñó el ojo al chico.

Hace un tiempo cuando Injae estuvo desaparecida, Scott fue a la tienda a comprar cuerdas de guitarra cuando se encontró con Verónica y después de saludarse, ella vio el nombre de la tienda de música en la bolsa de Scott.

— ¿Tocas algún instrumento?

—Solía tocar la guitarra, pero dejé de hacerlo y ahora… la he retomado.

—Me alegro. —Sonrió melancólica—. ¿Sabías que Injae tocaba el piano? Ojalá ella también vuelva a tocar algún día.

—Una vez me lo dijo… ella quería oírme tocar de nuevo y yo también quiero oírla.

Más adelante cuando Maxon volvió de Inglaterra, las clases de piano se vieron interrumpidas de vez en cuando debido a las citas que tenía la chica con su novio y luego por el anuncio de las competencias anuales de Sølvbyen, donde todos empezaron a entrenar arduamente casi por cuenta propia para evitar malos entendidos en la competencia.




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