Confesiones de una cazadora

Capítulo 119.

Mientras se avanzaba el trámite para que el par de niños quedaran bajo custodia de Gastrell, estos se empezarían a quedar en casa del hombre. Después de las clases de Injae, esta fue llevada al hospital por el chofer de Maxon para buscar a los niños y llevarlos a su nueva casa.

— ¿Aquí viviremos? —Juzgó con la mirada la niña a la fachada de la casa—. Es enorme.

—Y esperen a verla por dentro —susurró con gracia—. Bueno, creo que ya es momento de que me digan sus nombres… ya que no quisieron hacerlo en el hospital.

Se paró delante de ellos esperando que le respondieran; el niño fruncía sus labios indeciso de decirle mientras que la niña miraba hacia otro lado sin indicios de querer presentarse.

—Vivirán aquí, pero yo estaré a su cargo así que lo mejor será presentarnos y llevarnos bien. ¿Les parece? —Les extendió su mano y sonrió—. Mi nombre es Injae.

—El mío es Charles —contestó tímido—, el de ella es Malia.

— ¡Hey! ¡Yo no quería decírselo!

Malia le dio un golpe fuerte a Charles para tirarlo, por lo que Injae les detuvo las manos antes de que se siguieran golpeando y eso hizo que ambos voltearan a verla solo que cada uno con una mirada diferente; la mirada de Charles mostraba temor y respeto ante un probable regaño mientras que la mirada de Malia mostraba más enojo y rechazo por la chica en sí, que por la situación en que se hallaba.

—Vayamos aclarando un par de cosas…

«Lo que vieron ese día no fue nada comparado a lo que verán una vez que se vuelvan cazadores oficiales». Los fue guiando por la casa para darles un recorrido por ella y el instituto al mismo tiempo en que les explicaba las reglas que ellos debían acatar ahora que estaban allí. Primero los presentó con algunos miembros que se hallaban en la sala y luego los llevó al comedor grande «Gerard Gastrell es el líder y podrá tener su custodia legal, pero él no responderá por ustedes ante La clave o el Orkunato… yo sí», les mostró sus habitaciones hasta el final del pasillo y ellos parecían deslumbrados por el lugar «todos contribuimos en esta casa ya que todos vivimos de ella así que por ahora ayudarán con tareas menores». Los llevó al pasillo donde estaba la puerta secreta hacia el instituto y los guio por el pasadizo oscuro que apenas se alumbraba con los faroles «Aquí no pueden solo rendirse y ya, deben darlo todo hasta no poder más y entonces, solo entonces podrán hacerlo. Si no pueden con eso, será mejor que lo digan ahora y podrán irse ya»; al bajar, les abrió las puertas de metal grueso y les dio la bienvenida a La orden de la sombra, pasaron por los corredores principales donde estaban la sala de descanso, el cuarto de operaciones y el cubículo para el equipo de gestión de crisis; les mostró el gimnasio y pasaron por la sección de combate donde estaba el ring «su desempeño en los combates semanales se ve calificado por cualidades físicas como fuerza, resistencia, velocidad y agilidad mientras que su habilidad en armas es evaluada por separado…»; los llevó a la armería donde pasó por el taller para presentarlos con James, el maestro de armas «… así como deben saber hablar dos idiomas distintos al nativo, es un requisito también saber manejar todas las armas disponibles, pero tenemos derecho a escoger una propia».

Los llevó al estudio de Gerard donde él y Yurim estaban conversando asuntos sobre El círculo azul.

— ¿Son ellos? —Preguntó Gerard viéndolos fijo—. Sus nombres, niños.

—Charles, señor.

—Malia.

Gerard le lanzó una mirada de aprobación a Injae y asintió tomando su puro para encenderlo.

—Ella es la señorita Yurim Evenson, directora de este instituto y mi segunda al mando —presentó a la pelinegra que se puso en pie mientras él daba una calada y soltaba el humo—. Y yo soy Gerard Gastrell, líder de La orden de la sombra y de El círculo azul.

Charles tenía sus manos sudando al sentirse intimidado, volteó atrás para ver a Injae y pedir ayuda con su mirada, pero ella le sonrió haciéndole un guiño y entonces él regresó su vista al frente con el anciano.

—La señorita Venator estará a cargo de su formación como cazadores novicios hasta que sean oficiales y su estancia será aquí, pero si la señorita Injae fracasa en su trabajo… solo habrá dos opciones para ustedes. —Respiró hondo sosteniendo su puro humeante—. Desertan y se van por su cuenta o bien continúan y siguen su entrenamiento en Sølvbyen, el instituto oficial para cazadores novatos. ¿Queda claro?

Los niños asintieron nerviosos, Gerard vio a Injae esperando respuesta y ella asintió firme ante la encomienda.

Charles y Malia fueron a sus cuartos para bañarse y cambiarse con ropa deportiva para que después bajasen al gimnasio para empezar a entrenar. Mientras tanto, Injae buscó a Marco y lo encontró preparando las pesas con las que trabajaría; llamó su atención y le contó sobre la llegada de los niños.

—Quiero que entrenes con ellos.

—No, olvídalo, Injae —espetó burlón—. No quiero ser niñera de un par de niños huérfanos que sabrá el señor como carajo se comportan.

Injae lo veía inexpresiva oyéndolo protestar y cuando acabó de hacerlo, ella recargó su mano sobre el estante metálico donde estaban las mancuernas.

—No fue una petición, Marco, fue una orden —avisó tajante y luego cambió su tono por uno más elocuente—. Gerard lo autorizó, quiero que esos “niños huérfanos” entrenen con lo mejor de lo mejor porque quizá un día ellos podrían salvarte el trasero, pero si no puedes con eso solo dilo y buscaré a otro que sí.

Marco la vio impresionado y una especie de respeto por ella le surgió de pronto al verla actuar tan dominante, lo que lo hizo aceptar sin más quejas. Oyeron un ruido en la puerta, eran los niños que habían bajado y los veían expectantes.

—Charles, Malia, él es Marco y los entrenará físicamente esta semana. Luego los llevaré con Félix que les enseñará la teoría —comentó saliendo del lugar.




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