Confesiones de una cazadora

Capítulo 122.

Julio 2026.

Stella estaba en el parque con Yurim ya que le había pedido que la acompañase a comprar un regalo para el cumpleaños veinticinco de Yohan, pero cuando Yurim supo el motivo le contó sobre el viaje que haría él.

— ¡¿Barcelona?! No me contó que se iría, ese idiota… ¿No pudo esperar dos semanas más? Quería celebrar su cumpleaños —reprochó desanimada.

—Él tampoco sabía que iría.

—Pudo haberse negado y continuar aquí, pero seguro Skyler lo convenció.

—En realidad… —vaciló jugando con el cordón de su blusa—. Fui yo quien le dijo que fuese.

Durante los siguientes días que pasaron, Yurim dejó de pensar en la partida de Yohan para creer que eso había sido lo mejor y prefirió concentrarse en lo que hacía mejor, dirigir a La orden cuando Gerard estaba ausente.

Scott e Injae habían peleado por algo tonto y su discusión se concretó más por quien mantenía mejor su orgullo por lo que dejaron de compartir misiones, tener prácticas de piano o charlar de trivialidades como solían hacerlo hasta que un día llegó a manos de Yurim el caso de unos licántropos que andaban dejando cadáveres de otros sobrenaturales por el pueblo sin ocultarse.

—Los trillizos Hoffmann son unos licántropos viejos de Alemania y al parecer asesinaron a uno de ellos, así que están buscando venganza en contra de los asesinos —explicó Yurim mostrándoles una foto de una escena del crimen—. El problema es que van por ahí mostrando sus habilidades sin pudor alguno.

— ¿El objetivo cuál es?

—Buscarlos, encontrarlos y apresarlos.

—Lo haré —respondieron al unísono Scott e Injae.

Ambos se voltearon a ver y empezaron a discutir sobre quien debía tomar la misión, Yurim se fastidió de oírlos así que envió a ambos a que se hicieran cargo e instantáneamente Injae tomó el expediente antes de que Scott lo hiciera y salió a prepararse con el chico detrás de ella protestando.

Mientras se alistaban, Marco y Charles pasaron junto a ellos observando el expediente en la mesa.

— ¿Misión nueva?

—Sí y es peligrosa con tipos muy rudos —dijo Scott en alto para que Injae oyera.

—Sí es así, ¿no deberían ir cazadores con más experiencia?

—Gracias, Charles, tienes mucha razón —contestó presuntuoso—. Hay que dejárselo a los profesionales.

Injae arqueó una ceja sin quitarle la mirada de encima a Scott mientras ella se ponía el brazalete para el látigo en el brazo y luego levantaba su arco para presumirlo.

—Que gran arma… —murmuró impresionado—. Con eso sin duda podrían acabarlos rápido.

—Gracias, Charles. —Sonrió presuntuosa.

—Arma no gana a experiencia, señorita Venator.

—Y experiencia no gana si su arma es obsoleta, señor Evenson.

Los dos se fueron rumbo a la camioneta para irse, pero al salir del instituto discutieron sobre quien conduciría; Marco y Charles voltearon a verlos cuando oyeron sus voces que exclamaban frases como “¡Estás siendo inmaduro!” o “¡La inmadura eres tú!”

—Scott está enamorado de la señorita, ¿verdad?

— ¿Tú también lo crees? —Añadió riéndose Marco.

—Habría que ser ciego para no hacerlo.

—Lo curioso es que al parecer los ciegos son ellos y no el resto.

El rato pasó rápido y todos siguieron con sus propios asuntos, pero Yurim estaba en el estudio recargada en el escritorio viendo a la nada con sus dedos jugando su anillo.

— ¿Estás preocupada? —La voz de Félix al entrar la sacó del trance en que estaba.

— ¿Quién dijo que lo estoy?

Félix se cruzó de brazos y arqueó sus cejas expectante a que lo admitiera, Yurim resopló y confesó estarlo por su hermano e Injae ya que creía que algo saldría mal en la misión.

— ¿Cómo supiste que lo estaba?

—Cuando estás ansiosa juegas con tu anillo antiestrés y entre menos sepas como actuar, más rápido lo haces —respondió serio.

— ¡Oh! —Frunció el ceño avergonzada—. ¿Soy tan predecible?

—No —contestó riéndose leve—. Solo me gusta observar a la gente, así aprendí a conocerte.

— ¿Ah sí? ¿Qué otras conoces de mí que haga sin darme cuenta?

Félix se quedó pensando un instante y al conseguir recordar lo que quería, la volteó a ver fijo.

—Cuando das un bocado a tu helado favorito… de menta y chocolate. —Sonrió imaginando la escena—. Cierras tus ojos y muerdes tu labio mientras saboreas despacio hasta que te das cuenta que tienes helado en la barbilla, entonces te enfadas y prometes dejar de comerlo, aunque sabes que no cumplirás porque le das otro bocado.

Yurim permaneció callada sintiéndose sorprendida por lo que Félix pudo decir de ella, pero al mismo tiempo una sensación extraña la abordó provocándole una sonrisa.

Por otro lado, estaban Injae y Scott huyendo de los hermanos licántropos por un centro comercial de la plaza. Para pasar desapercibidos entraron a una tienda de ropa y accesorios; Injae tomó una gorra para ponérsela, agarró unas gafas junto con una chaqueta para dársela a Scott y siguieron corriendo mientras la dueña les gritaba desde el mostrador.

— ¡Lo siento! ¡Lo devolveremos en la entrada!

Corrieron hasta las escaleras eléctricas y se abrieron paso entre el montón de personas para esconderse de la mirada de los hombres que estaban siguiéndoles el rastro con su olfato, pero tenían problemas para ubicarlos entre tantas personas ya que no lo tenían memorizado.

—Debemos hacer que no volteen hacia acá —murmuró Injae desesperada—. ¿Alguna idea, señor experiencia?

—Solo una…

Injae estaba desprevenida viendo a los alrededores en busca de una salida rápida luego de salir de las escaleras cuando en eso, Scott le volteó el rostro y elevó un poco su gorra para no estorbarle cuando la besara; la chica quedó inmóvil con sus ojos abiertos sin saber cómo reaccionar ante lo que estaban haciendo, pero cuando divisó a los hombres que voltearon hacia ellos y con la misma miraron a otro lado, entendió la razón y se dejó llevar por el movimiento lento de los labios de Scott para seguir la actuación que pronto se hizo más creíble cuando Injae le puso su mano sobre la nuca jugando un poco con su cabello cobrizo que ya estaba un tanto más largo que cuando lo conoció.




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