Confesiones de una cazadora

Capítulo 128. [Final de parte A] [Canción]

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Después del funeral de Félix, Injae se fue a su casa para quedarse en su cuarto hasta que Verónica entró y la vio mal.

—Lamento mucho lo que le pasó a Félix.

Injae levantó su vista hacia su tía, no articuló gran gesto y volvió a mirar hacia la pared enfrente suyo.

—Hay muchas cosas sucediendo al mismo tiempo —masculló angustiada—. Debo darle una respuesta a Maxon y ahora Gerard quiere que decida si ir a Inglaterra o quedarme aquí y como siempre yo no sé qué hacer.

Agachó su cabeza poniendo sus manos sobre su nuca, vio sus collares moviéndose bajo su mentón y respiró fastidiada quitándose el collar de medialuna.

— ¡Y este estúpido collar de porquería!

Se arrancó el collar del cuello y lo lanzó a la pared para que se rompiera, pero al caer, empezó a emitir murmullos de los trozos de la piedra qué también se iluminaban mientras se volvían a unir. Verónica se acercó a recogerlo cuando este dejó de murmurar y de iluminarse, al levantarlo lo vio como nuevo y reconoció la piedra.

—Moissanita, piedra de ángeles —mencionó impresionada—. ¿Sabes lo que hace?

—Mireya me explicó un poco. —Encogió sus hombros—. Fue bendecida por los ángeles y eso le otorgó fuerza que permite realizar ciertas cosas o incrementar poderes espirituales como la comunicación con mis vidas pasadas, parece que eso fue lo que estuve viendo antes por las noches.

— ¿Y de dónde lo obtuviste?

—Kalisman me lo dio cuando estuve con él. Creo que quería hacerme ver quien era yo y de lo que era capaz, pero la verdad es que sigo sin saberlo.

Verónica se sentó junto a Injae en la cama y le acarició el cabello.

— ¿Recuerdas lo que te dije antes de que fueras a la reunión de La clave?

Injae le asintió cabizbaja ocultando sus ojos llorosos y esa nariz enrojecida que la delataba.

—Te dije que eras una Venator, pero eso es solo un apellido que en su momento fue renombrado y aclamado para que luego de que tu padre y yo desertáramos de los cazadores, lo único que representase fuera vergüenza y deshonor—afirmó seria—. Ahora tú lo has vuelto a poner en alto por lo que has hecho, pero los apellidos y nombres no son nada si uno les da poder y significado. ¿Crees que aún después de todo lo que has vivido sigues siendo una chica débil, temerosa e incapaz?

La mujer la hizo voltear tomándola del mentón con delicadeza.

—Yo creo que te has vuelto una mujer muy valiente y fuerte.

Injae se sonrió cohibida y luego abrazó a su tía que le dio un beso en la cabeza. Patrick apareció tocando el marco de la puerta en compañía de Susy que corrió hacia Injae para unirse al abrazo.

—Tu tía me contó lo que ocurrió —comentó apenado—. Sé que quizá no quieras, pero creo que te haría bien salir y despejarte un poco. Abrieron un restaurante tailandés, ¿no quisieras venir a comer con nosotros?

En la noche al regresar a su casa, Injae los dejó entrar sin ella para ir a atender un pendiente en casa de Gerard. Fue al cuarto de Yurim y después de que le dieran paso, enseñó una cajita de comida tailandesa que le había llevado a la chica y se sentó junto a ella en la cama mientras esta empezaba a comer.

— ¿Estás bien? —Preguntó al verla cabizbaja—. ¿Qué ocurrió en el médico?

—Me diagnosticaron insuficiencia cardiaca y ahora deberé estar medicada por siempre, evitar el estrés y ataques de ansiedad o tomar relajantes cuando no pueda controlarlo… —Levantó su vista de la cajita con los ojos cristalizados—. La verdad es que no estoy bien, no quiero vivir así y tampoco quiero irme a Inglaterra.

Cerró sus ojos llorando fuerte y volvió a abrirlos para ver de nuevo a Injae, pero con la vista nublada por las lágrimas.

—Quiero quedarme en Petaluma y ser una cazadora californiana de La orden contigo y mis amigos —confesó con la voz rota—, pero eso ahora jamás podrá volver a ser y tendré que afrontarlo sola.

Los ojos de Injae se cristalizaron con solo oírla y verla así de triste, la abrazó fuerte y Yurim se aferró a ella.

—No estarás sola, yo siempre estaré junto a ti —le susurró acariciándole el cabello en su cabeza.

Yurim se distanció despacio para poder verla, juntó un poco sus cejas y se limpió las mejillas mojadas.

— ¿Qué quieres decir?

—Iré a Inglaterra contigo, iremos juntas.

Le sonrió tomándola de una de sus manos porque dejó la otra sobre su rostro mientras se limpiaba; Yurim la vio unos instantes sin poder decirle algo, luego su mente se fue a otro lugar y le pidió que la acompañase.

Bajaron juntas a la armería para entrar a la sección de armas distintivas de los miembros. Injae no entendía lo que estaban haciendo allí, ni lo que le quería mostrar Yurim hasta que esta jaló de una cortina negra para dejar ver una vitrina grande y angosta hasta el final del lugar.

—Félix lo hizo… para ti —dijo viendo a Injae que estaba desconcertada—. Él pensaba que cuando encontrases el momento, estarías lista para salir y dejar ver quién eres, pero que deberías estar bien equipada.

Yurim abrió la vitrina para que Injae pudiera ver mejor y tocar el traje negro de piel que se sentía duro por alguna razón; el traje era de cuerpo entero de una sola pieza y de mangas largas que se veían ajustadas, así como el resto del traje, pero había ciertas partes que se veían rígidas.

—Está hecho con una tela suave y flexible para mejor movimiento, tiene dos capas de tela y entre ellas hay una capa sumamente delgada de acero ubicada en el torso, brazos y piernas evitando las articulaciones para evitar heridas y amortiguar golpes, aunque la del torso es más gruesa—explicó señalando en el traje—. Quería hacer una máscara, pero dijo que con cubrir solo la mitad de tu rostro bastaría para mantener tu identidad a salvo y sí, también está hecho con una hoja fina de acero.




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