Confesiones de una cazadora

Capítulo 135.

Maxon había estado tan ocupado que en ocasiones no llegaba a dormir a su casa por quedarse en la oficina e Injae no se mostraba molesta ya que creía que era lógico que lo hiciera al tener que estar al tanto de cada cosa que pudiera o no saber antes de la corporación, sin embargo, empezaba a preocuparse por él, pues había empezado a actuar extraño.

“Paranoico y nervioso” lo describía Injae.

—Hey —lo saludó extrañada—. Es raro verte por los laboratorios, ¿ocurre algo?

— ¿Qué? No, para nada, ¿por qué debería?

Maxon se veía apurado mientras buscaba algo sin importarle que Injae lo viera; cuando encontró lo que quería detrás del escritorio de uno de los cubículos de los ingenieros genéticos, le dio un vistazo rápido y lo guardó en un maletín de metal que llevaba.

— ¿Qué es eso?

—Nada importante. —Volteó a verla con una sonrisa fingida—. Haré un viaje corto, volveré en un par de días… llegaré a la boda, lo prometo.

Injae sonrió a medias asintiéndole, él le dio un beso en la frente y se marchó apurado mientras la joven se quedaba viendo el cubículo de dónde sacó algo.

En la noche que Injae regresaba a su apartamento se encontró con un olor a té de canela, eso la puso alerta y de su bota sacó una daga de plata esmaltada, luego se asomó a la cocina y vio de espaldas a una chica de cabello negro trenzado.

— ¿Mireya? —Preguntó dudosa y la desconocida volteó—. ¡Mireya!

Se abrazaron emotivas y luego Injae la soltó para darle un regaño por haberse perdido y no comunicarse con ella antes, pero vio el semblante cabizbajo de la chica y se preocupó por ella. Fueron al sofá a beber el té de limón y canela con miel que Mireya preparó junto con unos panecillos que hizo aparecer con su magia.

—Quise venir antes para tu boda —comentó sonriendo cabizbaja—. Será la próxima semana, ¿no?

Injae asintió sin mucho interés, vio que Mireya jugaba con el decorado de chocolate en su panecillo y se atrevió a preguntar por lo que le pasaba. Primero no quiso responderle por vergüenza, pero no pudo continuar callada cuando rompió en llanto así que se confesó.

—Killian y yo rompimos —balbuceó llorando.

— ¡Oh, Mireya!

Se sentó junto a ella para abrazarla y mantenerla entre sus brazos mientras se desahogaba.

— ¿Rompió contigo?

—No… —murmuró limpiándose las mejillas—. Yo rompí con él porque… porque mi aquelarre en el reino no permite que salga con un lobo sobre todo ahora que quieren que sea la cabeza del aquelarre porque soy la que más poder tiene y eso fortalecerá al grupo —explicó enfadada, se sentía irritada por las leyes del reino.

—Entonces, ¿rompiste con él porque ya no lo amabas o por orden del aquelarre? —Preguntó como si estuviera a punto de dar un sermón—. Porque si es la primera, entonces está bien, no es culpa tuya dejar de sentir algo por alguien, pero si no es el caso… ¡Mireya, no les hagas caso!

Mireya volvió a llorar más fuerte, entonces Injae suspiró y se levantó por más té.

— ¿Killian sabe la razón?

—No. Si le hubiera dicho, no lo aceptaría y entonces discutiríamos mucho y eso hubiera sido más doloroso de lo que ya es —alegó tratando de contener su llanto, pero alzó la vista y siguió—. Ni siquiera quiero ser la líder del aquelarre, Injae, ellos solo quieren la energía que mi poder les brindará, ni siquiera me dejarían tomar decisiones, aunque tampoco es como que quiera tomarlas.

Injae mordió el interior de sus labios pensando en algo que pudiera decirle a Mireya para hacerla sentir mejor, se acercó para verla fijo y le tomó las manos.

—Si algo he aprendido en estos años es que, si quieres que te respeten, debes mostrarles quién eres en verdad —afirmó tajante con voz de la experiencia—, y cuando lo hagas, harás de su juego el tuyo con tus propias reglas… incluyendo poder salir con lobos.

La castaña le hizo un guiño y le dio un panecillo para animarla.

— ¿Crees que Killian aceptaría volver conmigo después de lastimarlo?

—Yo creo que… —Respiró hondo y sonrió—. Si dos personas que se separan están destinadas a estar juntas, volverán a encontrarse en esta vida o en otra y si no es así, entonces piensa que ya estás a un corazón roto menos y a un paso más cerca de encontrar al amor para tu vida.

— ¿De verdad crees eso o solo lo dices para hacerme sentir mejor? —Preguntó queriendo reírse.

—Ambas —bromeó.

En la noche el grupo de amigos apareció de sorpresa en el apartamento de Injae para celebrarle una despedida de soltera. Cada uno llevó algo con que celebrar y poner en ambiente las cosas; Yohan y Skyler llevaron varias bebidas alcohólicas, sobre todo fuertes ya que eran las preferidas de Injae; Marco llevó comida rápida como pizza, botanas picantes y algunas botanas con dosis leves de alcohol; Stella llevó algunos juegos de mesa coquetos con los que subir la emoción en la fiesta; Yurim y Scott llevaron más alcohol y un karaoke con el que todos podrían pasar vergüenza cuando se embriagasen.

Tras un largo rato de beber y jugar, el grupo ya estaba sufriendo las consecuencias del alcohol, pues aquellos que eran humanos ya habían perdido la batalla contra este y empezaban a actuar incoherentes mientras que los vampiros se mantenían en pie.

—No deberías beber tan de golpe —le sugirió Stella a Yurim viéndola beber shot tras shot.

Yurim no le hizo caso y siguió bebiendo sin freno como si estuviera molesta mientras veía al otro lado como la única pareja allí además de la suya con Stella, se la pasaba riendo y coqueteando continuamente.

—Nunca he jugado. ¿Cómo se llama? —Preguntó confusa Mireya—. El juego ese de hacer preguntas que jamás harías.

— ¿Yo nunca, nunca? —Intervino Injae entrecerrando un ojo—. Creo que ese juego es algo… rudo.

— ¿Tienes miedo, Venator?

Scott se burló jocoso y la chica reviró sus ojos mordiendo sin querer su labio inferior, lo que hizo que Scott no pudiera dejar de verla.




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