Confesiones de una cazadora

Capítulo 138.

Los preparativos para la ceremonia de nombramiento se estaban llevando a cabo rápido. En la espera de salir, Injae terminaba de leer el diario de Hermione y se había enterado de varias cosas que esta había hecho antes de convertirse en la líder de El círculo azul, incluso supo sobre cómo había logrado obtener el puesto y lo mucho que la subestimaban por ser tan joven.

Entre la ropa que encontró en el baúl de Hermione vio el vestido que usó el día que la nombraron líder cuando joven: un vestido liso de color negro y largo con escote de strapless, entallado en la parte del torso y sobre él un chaleco transparente negro con pedrería y lentejuelas para formar el bordado en cada mitad. Viéndolos juntos ni siquiera se notaba que eran dos piezas distintas.

Cuando terminó de vestirse se quedó viendo frente al espejo, lucía seria y apagada mientras recordaba todas las veces que le habían dicho quién debía ser, como debía actuar por ser quien creían que era o como la menospreciaron en el pasado e incluso en esos momentos; se acomodó el cabello para ponerse la peineta que Hermione le había prestado cuando le dieron su marca, respiró hondo apretando sus puños y salió.

Todos los cazadores de La orden estaban de pie en la explanada mirando hacia las sillas del Orkunato en el frente. El inquisidor dio un pequeño anuncio antes de permitir que Injae entrara al centro ceremonial y caminara por el espacio de separación que se hizo para dividir al grupo en dos; la joven caminaba con el rostro en el alto y sin expresión, ignorando las miradas de todos sobre ella.

Al llegar al frente donde el Orkunato y el inquisidor estaban, ella debía hacer una entrega simbólica de su arma distintiva y luego una pequeña reverencia o inclinación de cabeza para mostrar su respeto al ser un rango inferior a ellos, sin embargo, ella apenas si se encorvó sin siquiera bajar la cabeza y todos pudieron notarlo sabiendo que quedaría marcado como una insolencia.

Subió a ocupar su nuevo lugar en la silla central del Orkunato por ser la líder con más quorum de todos y por lo tanto, la líder con más poder; el resto de líderes se pusieron de pie observándola como parte del protocolo mientras el inquisidor le colocaba una coronilla plateada que se componía de dos tiras de acero que se entrelazaban para formar en el centro un rombo; la anunció como la nueva líder de La orden de la sombra y nuevo miembro del Orkunato.

Injae mantuvo su mirada al frente mientras los cazadores aplaudían, luego el inquisidor Lim le cedió la palabra para poder dar el discurso habitual de nuevo líder. Al pararse, todo el Orkunato se sentó y todos hicieron silencio.

—Esto no se trata solo de liderar un grupo, de liderar otro o a tres, sino de unificarlos para ser uno solo y trabajar juntos para el mismo objetivo: no más traidores, no más sangre ni muerte —levantó la voz y respiró fuerte sin temblarle la voz—. Honraremos a nuestros viejos lideres al aprender de ellos para no cometer sus errores porque desde hoy no solo se tratará de La orden, de El círculo azul o de La rosa blanca, sino que ahora será únicamente…. —Hizo una pausa y miró a todos—… La orden de la rosa azul y honraremos a aquellos que ya no están, los que dieron su vida y a los que se la arrebataron.

La joven perdió el aliento al finalizar su discurso y todos los cazadores de su nuevo grupo desfundaron sus armas para arrodillarse y pararlas sobre el pavimento mientras bajaban su mirada. Injae miró de reojo a la primera fila de la derecha donde estaba Scott junto a su hermana y Marco, el pelirrojo alzó su vista a ella y sonrió seguido de los otros dos que se dieron cuenta de lo que hizo.

Durante la celebración, Injae estuvo llamado a Maxon sin recibir respuesta y eso empezaba a preocuparla. De lejos pudo ver al señor Marshall que le hizo el ademan de una sonrisa para que ella sonriese más, luego caminó cerca de la magistrada Torres y alcanzó a escuchar que comentaba con alguien más sobre ella así que no se contuvo de acercarse.

—Siempre es un gusto verla, magistrada Torres —expresó irónica dándole una copa de sidra que Torres se negaba a tomar—. No le puse veneno si es lo que cree.

—Ya debes estar feliz ahora que conseguiste entrar al Orkunato porque podrás entrometerte en los asuntos importantes —despotricó irritada desconfiando de la bebida—. Espero que sepas que esto no es un juego de niños, es mucho más que eso.

—Oh, sí, estoy muy consciente de eso —asintió frívola y se acercó a su oído para susurrarle—: Dile a quien de verdad da las ordenes que ahora jugaremos bajo mis reglas y que no lo dejaré ganar tan fácil.

Se distanció de Torres que quedó helada al oírla hablar así sin temblarle un solo músculo mientras le sonreía; Injae golpeó su copa con la de Torres para imitar un brindis.

—Disfrute el resto de la celebración… magistrada.

Injae se alejó hacia un lugar más callado donde no hubiera tantas personas para poder llamar a Maxon, pero luego apareció Scott sorprendiéndola.

—Creo que ahora tengo que decirle la verdad, sobre todo.

— ¿Crees que lo entienda?

—Espero que sí, no sé qué haré si no lo hace —confesó frustrada.

— ¿De verdad te importa tanto? Es como si pareciera que no quieres que se aleje de ti, has estado pendiente del celular desde California e incluso ahora, hasta pareciera que de verdad lo amas… ¿acaso lo haces? —Preguntó serio.

El celular de Injae interrumpió su conversación, ella contestó enseguida la llamada y el alivio de su voz al escuchar a Maxon revolvió el estómago de Scott que se marchó molesto.

— ¿Estás en el apartamento?

—No, por eso llamaba, para decirte que he venido a ver a mi tía. ¿Ocurre algo? Te escucho nervioso…

—Que bien que estés allá. Debo colgar, estoy… solucionando algo que salió mal.

— ¿Maxon? No estoy entendiendo, ¿qué ocurre?

Maxon colgó sin decirle más nada, por lo que ella tomó la decisión de regresar a Inglaterra enseguida.




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