Confesiones de una cazadora

Capítulo 140.

—911. ¿Cuál es su emergencia?

La respiración jadeante era muy fuerte para la bocina del celular.

—La policía llegará pronto.

La calle donde se encontraba el edificio de apartamentos estaba con varias camionetas de medios de noticieros, así como autos de policías quienes se encargaron de acordonar el edificio y la entrada del apartamento para que nadie más entrara mientras se encargaban de inspeccionar la escena del crimen.

La noticia se había corrido por todos los medios y todos decían lo mismo: “Maxon Brizz fue asesinado brutalmente.”

Tras ser interrogada varias veces, Injae finalmente pudo dejar de ir a la estación de policía y luego de que le autorizaran, llevaría a cabo la cremación de los restos de Maxon para luego realizar un pequeño e íntimo funeral. Unos días después del funeral, Injae fue citada por el abogado de la familia Brizz para hacerle entrega de unos documentos que hablaban sobre la fortuna y bienes de dicha familia.

—Eso es imposible. —Lo miró incrédula—. No tiene sentido, no llegamos a casarnos siquiera como para que…

—De igual forma, el señor Maxon le heredó todo incluyendo la corporación.

Se inclinó para poder hablar en bajo y que la joven pudiera oírlo, pero que el resto de personas en el bufete no lo hicieran.

—Joseph Brizz no confiaba en sus socios para que estuvieran a cargo, por eso el joven Maxon tomó su lugar muy pronto. —Se aclaró la garganta y la vio nervioso—. Debe ser la misma razón por la que Maxon hizo su testamento hace poco para dejarle todo.

Injae se puso a leer el documento del testamento sin poder creer lo que estaba pasando en ese momento, ni en lo que significaría para ella en el futuro.

—Hay algo más… —Le entregó una carpeta que sacó del archivero—. Son todas las propiedades de la familia con cada uno de sus datos incluyendo su valor monetario y antigüedad, sin embargo, hay una que es nueva y está a su nombre por orden Maxon. Con gusto puedo llevarla allá cuando usted lo pida.

La joven se quedó callada sin poder reaccionar.

Al día siguiente, Injae fue llevada a la casa misteriosa por el abogado de la familia, pero también los acompañaba Scott que actuaba ante el público como el guardaespaldas personal de Injae desde lo que pasó en el apartamento.

Se detuvieron en la entrada donde Harry se estacionó y desde allí pudieron darse cuenta de lo enorme que iba a ser la propiedad, incluso más que la casa donde vivía Joseph y en donde creció Maxon. Los tres empezaron a caminar rumbo a la casa que se hallaba muy adentro del terreno; no había nadie más allí, pero seguro los empleados estuvieron hacía poco, pues el jardín estaba bien atendido, así como las fuentes que estaba limpias enfrente de la puerta de la casa.

—Muy linda, ¿no cree? —Comentó el abogado admirando la fachada—. He de suponer que usted no tiene idea tampoco de lo que diré, pero Maxon compró un seguro de vida una semana antes de su muerte.

Injae volteó a verlo inaudita.

 —También está esto… —Se acercó y le entregó un sobre con su nombre escrito—. Cuando hizo su testamento, me pidió que le entregase esto cuando estuviéramos aquí en caso de que algo le pasara.

La joven sostuvo el sobre entre sus manos que temblaban, vio su nombre escrito en la parte delantera con la letra de Maxon en cursiva y sintió un vacío en su estómago.

—Me despido de usted, señorita Venator. —Le extendió su mano—. Estuve a las órdenes del señor Joseph luego del joven Maxon y ahora a las de usted.

Scott e Injae recorrieron el interior de la casa de forma superficial ya que era bastante grande; por todos lados se encontraban con muebles de caoba que impregnaban la casa con olor a madera y veían adornos de cristal cortado como candelabros, además de cortinas de seda y vajilla costosa.

Encontraron el estudio que consistía en una amplia habitación con dos libreros repletos de libros puestos en las paredes y lo primero en verse al entrar, era el escritorio largo con bordes biselados con un ventanal atrás suyo que tenía vista al resto del terreno trasero.

—No sabía de este lugar ni que fuesen tan ricos.

Injae se quedó viendo por la ventana el paisaje del verde prado con árboles y arbustos florales mientras Scott husmeaba la habitación y se encontraba con otras puertas corredizas como las del estudio dentro del mismo que daban entrada a un dormitorio igual o hasta más grande que el estudio, pues en él se hallaba también un baño de lujo.

—No creo que deba aceptar nada de esto. —Negó con su cabeza.

—Si no lo haces, otros lo harán y seguro nada bueno saldrá de eso, en especial de la corporación. —La miró ponerse tensa y se acercó para tomarla del brazo para calmarla—. Maxon confió en ti para cuidar de su patrimonio, además… parece un buen lugar para un instituto de cazadores muy al estilo de Sølvbyen.

El tono juguetón en cómo le insinuó abrir el instituto allí le provocó una pequeña sonrisa a Injae.

—Más que una casa, parece un palacio y con la corporación, el dinero y las demás propiedades… —Enarcó sus ceja y resopló agobiada—. Parece un reino muy enorme.

—Y ahora tú eres su reina. Los cazadores están respetándote, los sobrenaturales ya lo hacen y los socios de la corporación empezarán a hacerlo porque ahora eres la nueva dueña y eso arruinará sus planes.

—No es la primera vez que arruino los planes de alguien, pero tú lo dijiste y es cierto… —Tragó duro y endureció su semblante al ver su reflejo en la ventana—. Si quieres la corona, soporta la presión.

En la noche, Injae permaneció en el estudio de la casa tratando de analizar todos los documentos que ahora tenía en su poder, recordó el sobre de Maxon y al abrirlo se encontró con una carta donde le explicaba todo, incluyendo la razón de su extraño comportamiento de los últimos días; un escalofrío siniestro recorrió su cuerpo al punto de hacerle sentir nauseas cuando recordó la escena del departamento y sin pensarlo salió a vomitar.




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