Confesiones de una cazadora

Capítulo 145.

Los días transcurrieron rápido y Yurim no dejó de escribirse con Yohan, al principio eran cartas cortas con mucha frialdad en las palabras de ambos, pero poco a poco parecía que ambos se habían abierto para confiar de nuevo.

«…gracias por preguntar por el negocio, la verdad es que ha sido dificil levantarlo y sobre todo dirigirlo porque siendo honesto jamás creí que dirigiría mi propio negocio…»

«…seguro el negocio irá bien, ya verás. Por cierto, creo que es una buena idea que quieras invertir en la casa de modas que quiere poner Stella cuando se recupere, aunque detesto que use el dinero de su madre para eso, si fuera ella se lo devolvería con veneno.

¡Lo estaba olvidando! Creo que mi hermano e Injae se traen algo. Un día lo vi cortando una rosa del jardín y más tarde Injae jugaba con una en su escritorio, podría asegurar que es la misma, además un día que Scott fue por Injae a su estudio, ambos regresaron con el cabello mojado, claro que nadie le prestó atención excepto Charles que es muy observador y curioso, él no tardó en preguntarle a Marco. ¡Debiste ver la expresión de Marco! Envió a Charles con Scott para tener “la charla” ya que él no quería darla por quinta vez…»

«…Si lo de la zanahoria y la chica rúnica es cierto, solo puedo decir: ¡Al fin! Ya se habían tardado mucho, moléstalos de mi parte hasta que pronto pueda hacerlo yo mismo en sus cumpleaños.

Espero verte pronto, Yohan.»

«…creo que algo ha ido mal entre ellos, las cosas se han puesto tensas cada que están cerca uno del otro…»

Londres, Inglaterra.

Yohan se hallaba leyendo la última carta que recibió de Yurim, cuando en ese preciso instante recibió una llamada de la misma joven explicándole el problema que acaban de tener y si podían ir a ayudarlos. Debido a la cercanía entre ambas ciudades, el par de vampiros llegaron ese mismo día al instituto de La orden.

Bristol, Inglaterra.

En cuanto llegaron al instituto, vieron la conmoción de los cazadores así que supusieron que algo serio había pasado. Más adelante fueron recibidos por Yurim que los llevó al estudio, les dejó ver en el cuarto de Injae a la joven que estaba dormida y les contó que había caído en un hechizo de sueño o algo similar, según lo que entendió de Mireya quien también estaba presente.

— ¿Cuánto lleva así?

—Tres días —replicó preocupada—. Está viva, respira, pero no podemos despertarla y está muy rígida como si estuviera…

—No lo digas —ordenó Scott viéndola serio—. Injae no está muerta. Es solo un maldito hechizo que Mireya puede romper, ¿no es así?

Scott vio hacia la joven bruja que se puso nerviosa por su tono poco amigable; Mireya carraspeó para aliviar los nervios en su voz mientras jugaba con sus dedos al tratar de encontrar las palabras para explicarles mejor.

—No es tan simple, el alma de Injae ha sido enviada al mundo espiritual y este tipo de hechizos suelen ser hechos por brujas de sangre lo que significa que… —Miró de reojo a Scott y se concentró en los otros—. Solo puede romperse con magia de sangre.

— ¡Genial! ¿En dónde hallaremos a una bruja de sangre que quiera ayudarnos?

Yohan resopló alterado, se dio vuelta y se recargó con una mano en la puerta mientras escuchaba los insultos en voz baja que tiraba Scott, así como las quejas de preocupación que emitía Yurim sentada en uno de los sillones frente al escritorio.

—No la necesitan —afirmó un tanto confiada y todos voltearon a verla—. Puedo hacer el ritual, solo necesito conocer el hechizo del vademécum infernal y sangre, seguramente de Injae…

Yohan la miró incrédulo y caminó de regresó hasta donde estaban todos juntos.

—No te ofendas, Mireya, sé que eres una bruja muy fuerte y admirable, pero eres una bruja espiritista. ¡Ellas tienen prohibido usar magia de sangre! ¿Cómo podrías hacer el ritual?

Mireya se quedó callada sintiendo las miradas inquietas e intrigadas del grupo, luego Yurim se incorporó para pararse frente a la bruja y preguntarle de nuevo lo que Yohan antes.

—Ya he usado magia de sangre antes para eliminar el don de la videncia —confesó avergonzada—. Una bruja de sangre me ayudó y todo está bien, los ancestros parecen no haberse enfadado así que podré hacerlo.

—Podría ser peligroso al ser un hechizo muy fuerte…

—Estaré bien. —Sonrió esperanzada.

— ¿Segura?

—Ella ya dijo que sí —espetó Scott exasperado saliendo sin importar como lo miraron.

Scott salió hacia la biblioteca en busca del vademécum infernal y el resto esperó callado sin comentar nada sobre su actitud grosera, luego Stella se acercó a Mireya y le puso la mano en el hombro.

—Aún puedes decir que no y no habrá problema, buscaremos otra bruja —susurró, pero Mireya siguió adelante.

Cuando el vademécum llegó a sus manos, la bruja buscó el hechizo para romper el que ya estaba en Injae o al menos el que más pudiera servir. Pidió un par de cosas que se requerían para el ritual como cinco espadas largas, sal, velas, sangre y tiza roja para marcar en el piso un pentagrama.

—Deben clavar en cada punta una espada en el piso —ordenó distraída leyendo lo que hacía falta—. Yohan y Stella irán en esas dos puntas, ustedes en las otras. —Señaló hacia los hermanos—. Serán las anclas de Stella y Yohan en el plano terrenal mientras ellos entran al mundo espiritual y buscan a Injae.

Marco llegó con un poco de la sangre de Injae como solicitó Mireya que se encontraba poniendo la sal en un círculo alrededor del pentagrama.

— ¿Es todo?

—Ah… —Leyó la página arrugada y arrugó su frente—. No. Dice que se necesita un alma con la que intercambiar el lugar de Injae en el plano astral.

— ¿Qué? —Protestaron todos—. No podemos poner a una persona ahí y ya.

—Es la única forma para despertarla, se vinculará su sangre con la de Injae. —Encogió sus hombros—. ¿No tienen a algún criminal sobrenatural muy malo encerrado?




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