Abril 2028.
Injae estaba de visita en el instituto viejo para evaluar al escuadrón secreto. Cuando preguntó si estaban listos, el hombre fortachón que parecía haber tomado el lugar de líder del escuadrón empezó a alardear sobre que él lo estaba así que, sin darle gran importancia, Injae hizo que Marco lo pusiera a prueba y como lo esperaba, el hombre falló.
—No están listos.
Se les quedó viendo con más atención a cada uno para analizar el aspecto físico que tenían y frunció el ceño.
—Necesitan más músculo. ¿No llevan la dieta que deben?
—Claro, pero no tenemos el metabolismo de un jodido lobo para ganar músculo más rápido sin engordar en el camino —se quejó Hannah.
—Todavía…
Marco e Injae compartieron miradas y luego se fueron al estudio para hablar en secreto. Mientras tanto en el comedor, Stella y Yohan también hablaban a solas.
—El negocio sigue estable, eso es bueno porque no iré a la quiebra aún…
—Deberíamos tener un clan —sugirió de repente y con entusiasmo, pero él la vio confundido—. Busquemos vampiros y formemos un clan. ¡Será genial! Pondré mi casa de modas y con tu negocio les daremos empleo.
Yohan se quedó analizando las palabras y luego como si lo que dijo Stella fuera algo absurdo, él le habló con burla.
— ¿Quieres un clan que trabaje para ti?
—No, idiota. Quiero que ellos tengan algo estable para que tengan una vida honrada, claro que no los obligaré si quieren otro empleo. —Se le quedó viendo a Yohan que empezaba a verla más serio—. Yohan…
Stella estaba por empezar a vacilar cuando Hannah iba pasando por el lugar y se detuvo en la puerta para oír en secreto.
—Solo quiero un lugar, un grupo al que pertenecer y no sentirme juzgada. ¿O es que crees que los cazadores de La orden no nos ven como monstruos chupasangre cada que vamos?
Yohan bajó la cabeza apenado sintiendo un poco de lástima por oírla tan triste.
—Los lobos tienen una manada. ¡¿Por qué los vampiros tienen que ser solitarios y arreglárselas por su cuenta?! —Reclamó indignada en voz alta—. Sé que pido mucho, lo siento, pero quiero más o lo más que se pueda para una vida como la nuestra.
Yohan respiró hondo manteniendo su vista en cualquier otro lado que no fuera en Stella y esta al verlo actuar así, desvió su vista también negando con su cabeza un tanto molesta.
—Claro que no espero que entiendas de lo que hablo sí siempre has querido ser solo tú y tu estúpido ego alto. —Se dio vuelta y se detuvo a verlo por encima del hombro—. Ojalá tu cambio no fuese solo para conquistar a Yurim.
Stella se marchó molesta del lugar sin fijarse de Hannah quien con remordimiento la vio irse. Hannah fue tras la vampiro sin atreverse a hablarle para detenerla y cuando llegó al quiosco nuevo en el jardín trasero, no supo por dónde seguir porque la perdió.
— ¿Por qué me sigues?
Stella apareció por atrás de Hannah logrando que esta diera un brinco del susto, la vampiro reviró sus ojos y se acercó al barandal del quiosco.
—Te escuché. Eres una hipócrita por despreciar a los vampiros cuando eres uno —acusó sin tapujo.
— ¿Quieres ser uno? —Levantó la voz y la miró atrás por encima de su hombro—. ¡¿Al menos sabes lo que implica serlo?!
Hannah encogió sus hombros sin poder responderle y cuando vio que Stella dejó de mirarla sin decirle algo más, se acercó para pararse junto a ella en el barandal viendo a los lejos el brillo del campo de fuerza.
—Entiendo que me odies, pero…
—No te odio, ni siquiera te conozco —alegó irritada—, aunque no niego que no me agradas mucho si lo que tienes de cerebro es tan pequeño que no entiendes la magnitud de las cosas.
— ¡Cielos! —Arqueó sus cejas volteando a verla—. ¿Siempre tiras a matar? Me llamaste descerebrada por querer ser como tú porque creo que es genial.
Stella se dignó a verla, solo que con molestia y desprecio.
— ¿Sabes que sí odio? Que puedas elegir y lo estás haciendo sin pensar en todas las demás opciones que te da la vida que tienes.
Hannah soltó una risa nerviosa y cuando se calmó, resopló con fastidio antes de chasquear la lengua viendo el brillo del campo.
—Mi vida es un asco. Mi madre me obligaba a “servir” a los hombres en su cantina hasta que hui y empecé a robar en las calles, como si eso hubiera sido mejor. —Arqueó sus cejas irónica—. Así que, ¿por qué querría seguir en una vida así? Lo que hubiera podido hacerles a esos imbéciles hijos de perra si fuese como tú…
Hannah apretó su mandíbula viendo fijo al frente y de vez en cuando fruncía un lado de su rostro cerca de la nariz como parte de su gesto de rabia; Stella la observó con lástima y culpable por el modo en que la había tratado, por ello se disculpó y aminoró su actitud grosera.
—Mi vida tampoco era la mejor, pero aún con toda la miseria siempre tendré esta sensación de vacío que ni con toda la eternidad podré llenar —admitió abatida rascando la pintura del barandal—. Siempre permaneceré igual sin poder avanzar, solo estancada en una vida de pena, sufrimiento, frustración y sed… Cuando te conviertes, la única cosa más fuerte que tú es la sed por sangre y por ella se hacen cosas terribles.
Hannah la observó de reojo, pero luego miró con atención cada detalle de aquel bello rostro que solo era sinónimo de melancolía por lo decaído que se veía y no apartó su atención de él ni cuando Stella alzó su vista a ella.
Ambas se quedaron viendo fijamente y de pronto los latidos de una de ellas se incrementaron, Stella entreabrió sus labios a punto de decir algo hasta que cambió de parecer y desvió su vista.
—No trataré de hacerte cambiar de opinión porque después de todo es tu vida y tú sabrás como vivirla… si es que a esto se le puede llamar vida.
Stella se giró sin verla y se fue dejando a Hannah pensativa a la vez que jugaba con la parte del barandal del quiosco al que la vampiro le peló la pintura.
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Editado: 04.04.2024