Injae estaba en el hospital, había salido de terapia intensiva y descansaba en un cuarto. Yohan y Stella estaban apurados pidiendo informes sobre su amiga, pero la enfermera estaba con cara larga y solo se limitó a preguntar si eran familiares, a lo que ambos respondieron al mismo tiempo con diferentes respuestas: Yohan afirmó ser su primo y Stella su hermana.
—Él parece ser más su hermano que tú.
—Es adoptada —susurró en broma y Stella le dio un codazo.
La mujer se distrajo volteando al mostrador y Stella aprovechó para ir en busca de Injae, mientras Yohan se encargaba de distraer a la mujer que lo veía raro.
Stella encontró la habitación de Injae y vio salir al médico de ella, se acercó a preguntar por la salud de la joven y lo que él le dijo le quitó el habla a la rubia; entró despacio para no causar tanto alboroto, pero vio a Injae despertando histérica al sentir el collarín sin saber en donde estaba.
—Calma, calma, estás a salvo… —Se apresuró a detenerla de moverse—. No debes moverte por ahora, tienes algunos huesos rotos, cortes y… —Se detuvo dudosa.
Injae se calmó a reconocerla y se quedó viendo su cabello rubio que tenía unas pequeñas ondas que caían en sus hombros.
—Está largo… —comentó apenas audible.
Stella levantó la vista del yeso en el brazo de Injae, quería hablarle sobre su estado, pero la castaña interrumpió ignorándola.
—… cómo el día que te conocí en el bosque.
—Es cierto. —Sonrió a medias—. En ese entonces tenías dieciocho y yo debía tener veintiuno, pero lucía de veinte. Cuatro años después, eres y luces como alguien de veintidós y yo… sigo luciendo como alguien de veinte, debe ser raro, ¿no?
Injae se mantuvo callada y miró a otro lado con la mirada triste, tragó con dificultad sintiendo un hormigueo de nervios en su estómago por darse cuenta de lo tensa que se había vuelto a poner Stella.
—Los doctores hicieron lo que pudieron, pero… tuviste un aborto espontáneo.
Injae trataba de contener sus ganas de llorar al cerrar sus ojos mientras arrugaba su boca, entonces Stella escuchó el cambio de su respirar y la observó con tristeza.
—Sé que no debería preguntar, pero… —Vaciló melancólica—. ¿Ese bebé era de Scott?
Injae apretó sus ojos llorando y Stella se cubrió la boca soltando también algunas lágrimas.
— ¿Él lo sabía?
—No, no, no —contestó agitada—. Y nadie puede saber que estuve embarazada, por favor, Stella. —La vio desesperada—. No se lo digas a nadie, solo olvídalo, este asunto está muerto igual que… igual que el bebé.
—Está bien, no diré nada. —Tomó su mano asintiéndole cabizbaja.
Yohan entró sin aviso diciendo que había sido un alivio que miembros de su pequeño y nuevo clan la hubieran encontrado, pero que era dificil calmar a los cazadores de Injae porque todos preguntaban lo mismo; dejó de hablar cuando las vio extrañas y quería preguntarles, sin embargo, Stella se adelantó para evitárselo.
— ¿Qué preguntan?
—Ah… —Vaciló receloso—. Quieren saber… sobre quien tiró a Injae del edificio.
Ambos voltearon hacia Injae porque la intriga les llegó también y con la mirada un tanto perdida al recordar, Injae pronunció en voz baja el nombre de Scott.
Del lado de los Redentors se encontraba Scott dando vueltas al comedor por su histeria generada gracias a no saber de Injae y sin poder salir de la casa para averiguarlo porque Andreas lo dejó bajo custodia de otros tres hombres. Yurim entró junto a su padre quien estaba irritado, ella no sabía lo que pasó y por más que quiso averiguarlo hasta con su padre, nadie le decía nada.
Scott vio entrar a su padre y se quiso ir contra él, pero lo detuvieron los hombres de Andreas.
—Cuidado con lo que haces —amenazó agravando su voz—. Tu querida amiga pudo haber salido de terapia intensiva, pero puedo hacer que regrese y no salga de allí, ¿entiendes?
El joven retrocedió tratando de calmarse, pero su respiración era iracunda.
— ¿Podría por un demonio alguien decirme que ha pasado? —Reclamó Yurim poniéndose en el medio de ambos—. ¿Quién está en terapia intensiva y por qué?
Andreas se mantenía callado sin dejar de ver al muchacho que tenía su mirada clavada en él y sus puños cerrados a un lado de sus pantalones.
—Injae cayó de un edificio —respondió tenso—. Estábamos peleando y ella… ¡Esto es tu culpa! —Le gritó al hombre—. Injae dijo la verdad, mi madre no era un lobo como dijiste y yo te creí. ¡Maldita sea, te creí!
— ¡¿Y qué?! ¿Ahora quieres regresar a La orden? ¡Anda, ve corriendo! Seguro los esperarán con los brazos abiertos después de hoy.
Yurim se puso junto a Scott sin levantar los ojos del piso porque sentía que la discusión la estaba aturdiendo con tanto que no podía asimilar en poco tiempo.
— ¿Aún crees que Injae Venator dejará pasar este día? Hijos míos, esta guerra recién empezó y ella no se quedará de brazos cruzados.
Más tarde, Scott estaba sentado en la orilla de su cama con el ancla de su colgante en sus manos cuando el respirar fuerte de Yurim lo sacó del trance en que estaba.
—Llevo diez minutos aquí y no has dejado de verla. ¿De verdad crees que lo que dijo de Injae sea verdad?
Su hermano tragó duro frunciendo su boca, luego cerró el puño con el ancla dentro para volver a su trance y perderse en sus recuerdos.
Enero.
Scott e Injae estaban en el jardín de rosas del instituto nuevo, él había planeado una cita romántica para ambos, pero lo que pasó fue muy distinto a lo esperado. Terminaron discutiendo en voz alta porque ahí podían estar a solas sin que nadie oyera sobre lo que había entre ellos.
— ¡¿Es tan difícil amarme?! —Reclamó sentido apartándose de ella—. ¿O es que debo esperar hasta que caiga la noche para que lo hagas?
Observó a Injae negando con su cabeza y con los ojos cristalizados acompañados de su nariz enrojecida, eso causó un mayor nudo en su garganta porque sintió que había sido demasiado duro.
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Editado: 04.04.2024