Confesiones de una cazadora

Capítulo 158. [Canción]

[Escucha Darkside - Neoni]

 

Edward Morris estaba en su apartamento de noche viendo el noticiero donde se anunciaba el fallecimiento de Clarke Johnson debido a lo que parecía ser un incendio en su casa.

“Johnson fue conocido como acosador sexual de sus empleadas y los internautas aseguran que su muerte pudo tratarse de una venganza, muchos incluso creen que Clarke Johnson tuvo que ver con la desaparición de Felicia Allen, antigua secretaria de la corporación Brizz…”

Edward pasó su lengua por los lados en su boca, sonriéndose burlesco antes de darle un fuerte trago a su copa de brandy.

—Que astuta fuiste, Injae Venator.

Al día siguiente, muy temprano en la mañana, Injae fue a una iglesia pequeña de aspecto humilde que no tenía muchas personas apoyándola. La misa estaba por empezar y mientras las personas tomaban su lugar en las bancas, Injae estaba viendo el altar que había en la entrada.

— ¿Pedirá un favor? Dicen que no es necesario dar una ofrenda para dar su petición.

En la casa Brizz, los policías habían ido a interrogar a Injae y Florencia los hizo pasar mientras esperaban a que llegara de la misa matutina. Cuando ella apareció, los vio extrañada y estos se levantaron del sofá con desconfianza.

Le mencionaron la muerte de Clarke y le explicaron algunos detalles que estaban tratando de investigar respecto a ella, Injae se cruzó de brazos y arqueó una ceja.

— ¿Están aquí porque soy sospechosa?

—Es de conocimiento público que no se llevaban bien por algunas… diferencias.

— ¿Diferencias? —Protestó indignada—. Trató de abusar de mí en mi oficina. Fue mucho más que unas diferencias y si eso me hace sospechosa, es una lástima porque desearía haber sido su asesina, es más, diría que es una pena su muerte, pero la verdad espero que se pudra en el infierno.

Los dos detectives se mantuvieron callados durante su discurso, bajaron la mirada apenados y carraspearon un poco.

—Pueden apuntar eso en mi declaración, ahora váyanse.

Les abrió la puerta de la sala para que se fueran al recibidor y ellos tomaran su camino hacia la salida; los hombres le asintieron sin más que decir, pero justo antes de salir pasando a su lado, uno se detuvo.

—Lamento su perdida, señorita Venator. —La miró apenado sin que ella entendiera—. Su ama de llaves mencionó que la madre de la bebé que cuida murió y por su ropa supongo que fue hace poco.

Ellos se fueron e Injae pudo soltar el aire que contenía para mantenerse firme, luego se recargó de frente al espejo grande de una cajonera en la sala mientras asimilaba la situación. Florencia la veía por atrás con nervios.

—Tengo miedo de preguntar… —Cruzó miradas con Injae cuando esta alzó la vista al espejo—. Algunas cosas solo deben mantenerse sin saberlas, así que no preguntaré.

Le sonrió para hacerla sentir segura, pero su semblante era triste como lo era siempre que Injae iba y la observaba tan apagada.

—Algo que es cierto es que… usted solía vestir ropa más alegre y colorida, pero desde hace unos meses su ropa se volvió más oscura como si estuviera en un largo e interminable funeral —comentó melancólica—. ¿A quién le guarda tanto luto, niña?

Injae se giró despacio con los ojos llorosos, los cuales se esforzaban por no querer romper en llanto y por eso se obligaban a ocultarse para conseguir una mirada fría.

En la noche después de que acabó la misa de la tarde, los encargados de levantar las peticiones para velarlas encontraron un sobre en el altar que pedía ser abierto; sus caras se llenaron de asombro al ver muchos billetes dentro de él acompañados de una pequeña nota doblada.

“Tengo más dinero del que quisiera, así que por favor úsenlo en algo bueno, quizá para provisiones para las personas que ayudan.

Claro que esto no es una ofrenda a cambio de un favor porque hace mucho que perdí la esperanza, pero si hay alguien ahí que oiga mis ruegos, por favor permita que algún día mi alma encuentre la redención, aunque no halle la paz ni la felicidad.”

Septiembre 2028.

Injae estaba en el laboratorio de la corporación donde tenía a unos vampiros allí que habían sido aprehendidos hacía unas semanas. Los usaba para sus investigaciones sin torturarlos, al menos no demasiado y los mantenía alimentados con sangre de los bancos que conseguía en secreto por medio de sobornos que eran efectuados por su escuadrón secreto al que llamó escuadrón V-23.

—Tu secretaria es muy rígida cuando preguntan por ti —bromeó Stella entrando con un café para Injae.

La castaña se rio leve y siguió absorta en lo suyo mientras Stella veía lo que había en las pantallas y carpetas.

— ¿Has encontrado algo nuevo?

—Algo así. —Dio un sorbo al café—. Los vampiros son todo un campo de estudio para la ciencia… —Le mostró dos placas de cerebro de personas distintas—. El cerebro alcanza su madurez total de los veinticinco a treinta años, pero la transición a vampiro detiene todo envejecimiento celular, no solo para el aspecto físico sino también cerebral.

Stella arrugó su frente y puso de lado su cabeza queriendo entender las placas en el monitor.

—Si un niño de cinco años se convierte en vampiro, no solo su apariencia permanecerá de cinco años también su cerebro, lo que impedirá una madurez normal.

Stella comprendió mejor con el ejemplo, se acercó a ver más de cerca las placas en el monitor para compararlas una con la otra de forma detenida y asombrada, sin embargo, algo en su interior se sintió presionado.

—Eso explica porque no crean niños vampiros… —Frunció sus labios y bajó la mirada—. ¿Significa que un vampiro de diecisiete que viva cien años pensará siempre como un adolescente?

—La madurez mental no solo depende del crecimiento cerebral, sino también de factores externos donde interviene la relación social y el ambiente en que se desarrolle el sujeto —explicó viéndola desde atrás—. Así que aún hay esperanza para los vampiros adolescentes, aunque eso no quitará que sean más intensos y despreocupados con sus habilidades.




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