Confesiones de una cazadora

Capítulo 163.

La semana terminó y las cosas habían cambiado muy poco con la presencia de los Evenson, pero al menos Injae ya les dirigía aunque sea un poco más la palabra, en especial cuando se trataba de Isobel, pues le permitió a Scott ver a su hija en la casa Brizz ya que era el único lugar seguro que tenían. Scott le presentó la bebé a Yurim y esta empezó a sentir un fuerte aprecio por ella qué lo demostraba efusivamente, a diferencia de Scott quien sentía que no era correcto encariñarse con la bebé siendo que podría ser peligroso para ella.

Un día temprano, Injae estaba cortando rosas en el jardín del instituto cuando Yurim la vio a distancia después de haber salido a correr, fue hacia ella por detrás para hablarle a solas; Injae se dio cuenta, pero la ignoró.

—Injae… —Vaciló sobre mencionar el tema de Andreas así que mejor lo cambió—. Quería agradecerte por permitirnos estar con Isobel.

Injae siguió cortando sus rosas sin prestarle mucha atención a Yurim.

—Es su familia, ese lazo es más fuerte que todo… tú más que nadie debería saberlo.

La indirecta fue clara, estaba ahí queriendo herir o al menos causar un efecto negativo en Yurim y por supuesto que ella se vio afectada, tanto que bajó su mirada, pero ya estaba cansada de ser acusada sin poder defenderse así que la levantó de nuevo.

—Entiendo que sigas enojada y dolida por lo que hicimos, nos equivocamos y lo sentimos —dijo casi sonando a la carrera.

Injae detuvo su actividad con las rosas y volteó por encima del hombro, apenas viéndola.

—Scott lo siente, pero ¿y tú? —Se dio vuelta con la rosa en la mano—. ¿De verdad lo sientes? Puedo entender que quisieran estar con su padre porque yo hubiera hecho lo mismo, pero nunca hubiera hecho lo que ustedes hicieron conmigo… con Marco.

Yurim evadió su mirada, pero se sentía molesta e incluso irritada, tanto que mordía sus labios disimuladamente.

—¿Sabes lo qué fue hacerle un funeral a una tumba vacía porque el cuerpo estaba perdido en el agua? —La retó con la mirada—. No, claro que no.

—¡¿Qué quieres que diga?! —Alzó la vista de golpe—. ¿Quieres que te ruegue de rodillas para que me perdones? Lo siento mucho, de verdad. Creí que hacía lo correcto… tú has actuado igual, no puedes juzgarme por querer algo y creer que hago lo correcto por lograrlo. —Hizo referencia a lo sucedido con Gerard.

Injae miró a otro lado y se sonrió burlona.

—Nunca has querido ser cazadora porque quieres una vida normal, enamorarte y vivir feliz como en los cuentos de hadas qué te contaba tu mamá —mencionó haciéndola agachar su mirada—. Así que por eso me traicionaste… lo hiciste por amor —expresó con desprecio.

Se sonrió con desdén mientras jugaba con la rosa y luego la quedó viendo.

—¿No creíste que pude haberlo entendido? Más que tu líder, era tu amiga, pudiste decirme… pudiste pedirlo.

Los ojos de Yurim se pusieron llorosos cuando alzó su vista a Injae, no podía hablar claro porque su voz estaba rota y solo salían esfuerzos de habla clara.

—El Orkunato se hubiera opuesto.

—Separé a La orden del Orkunato. ¿Crees que su orden me lo hubiera impedido? —Se vio molesta—. En su lugar, me traicionaste, querías tu libertad, pero no te salió bien y ahora estás de nuevo aquí.

Caminó hacia Yurim de forma lenta sin dejar de verla y le ofreció la rosa, la cual Yurim tomó con desconfianza y luego Injae le apretó la mano sobre la flor para que se enterrara las espinas de esta, aunque Yurim se quejó y quiso jalar su mano, Injae no se lo permitió.

—Las cosas más bellas también lastiman, Yurim —dijo en bajo—, las personas que más amamos son las que más nos lastiman porque así lo permitimos. —La vio con lástima cuando se dio cuenta que estaba sangrando y aun así jaló la rosa para cortarla—. Serás mi cazadora hasta que decida lo contrario y hasta entonces tienes prohibido ver a Yohan.

Se alejó con su rosa y haciendo sonar su tacón, mientras Yurim se apretaba la mano que le dolía, luego se sobresaltó cuando Injae habló por atrás.

—Si desobedeces o me traicionas, no seré razonable una vez más.

En la corporación, Injae había recibido la auditoría terminada que mandó a hacer de la corporación Brizz y descubrió que sus sospechas fueron ciertas, Robert Parrish había estado robando a la corporación al incluir instalaciones falsas a los laboratorios y entre otros tipos de robos hormiga. Decidió mantener en secreto ante las autoridades lo que descubrió para mientras poner al escuadrón V23 a buscarlo, dicho escuadrón ahora era liderado por Hannah.

—Dijiste que me darías mi viaje a las Bahamas —se quejó intentando no ser dramática.

—Y lo haré, pero aún quiero que hagas unas cosas antes de irte —le habló seria—. ¿Hiciste lo que te pedí con la hija de Hank?

Hannah asintió sin darle atención porque jugueteaba con el péndulo de bolitas en el escritorio.

—No creí que cumplirías tu palabra de seguir pagando su educación aunque Hank muriera.

Injae detuvo lo que hacía con los informes y se quedó seria, viendo el bolígrafo del portalápices y dio un trago duro.

—Él cumplió su parte del trato hasta el final de su vida, me cuidó las espaldas y haré lo mismo por su hija hasta que yo tenga vida. —Sacudió ligeramente su cabeza para no ponerse emotiva y siguió con lo suyo como si nada.

Hannah la quedó viendo con atención después de lo que dijo porque había confirmado lo que Stella le dijo la vez que se marchó y fue así como surgió una pequeña admiración hacia su líder.

—Entre más tardes haciendo lo que pedí, más tarde llegarás a las Bahamas.

Hannah reviró sus ojos, el momento de admiración pasó y se levantó para irse, pero no se aguantó las ganas de decir lo que pensaba y se detuvo antes de llegar a la puerta.

—Sé que todos dicen que eres una perra, pero yo creo que eres buena… muy en el fondo —confesó con gracia e Injae alzó la vista—, he podido presenciar esos momentos de bondad y no pienso que seas el diablo en persona, en todo caso… el diablo también fue un ángel antes de caer al infierno.




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