Confesiones de una cazadora

Extra. 1.2. Scott. [+18]

Esto es una escena no mostrada en la historia, pero es completamente canónica, lo que significa que es oficial y afecta la continuidad de la historia.

 

Scott.

—Entrégale esto a Injae. —Yurim me da una carpeta azul y la tomo sin importancia—. Scott, no lo arruines.

Me volteo a verla, me confunde su expresión, ¿sabrá algo que yo no? Espero que no, pero si lo hacía, seguro hacía esto para fastidiarme de algún modo. Mi querida y usualmente entrometida hermana mayor.

— ¡Oh! Recuérdale que la reunión con el inversionista Ford se cambió de hora.

Se marcha apurada, creo que llevaba pasta dental en su blusa, pensé en decirle, pero ya se dará cuenta sola dentro de un rato.

Sigo comiendo la tostada con mermelada. Sabía a fresa, demasiado dulce, pero rica… ¡carajo!

—Será mejor que le lleve la carpeta antes de que la termine manchando.

Sacudo las migajas de mis manos y boca, creo que mis labios todavía se sienten pegajosos por la mermelada, pero no quiero que Injae se atrase por mi culpa y se moleste… más. Ver a Injae de lejos era simple, hablar con ella en público también, pero hacerlo a solas y en su cuarto… no tanto, me pone nervioso el tan solo recordar “aquello”.

Todo el camino a su cuarto pensé en que palabras decir, aunque solo tenía que darle la carpeta y recordarle su reunión, pero es tan complicado porque quiero entender que debo hacer ahora y ella tampoco me ha dicho nada. ¿No habrá sentido lo mismo y me evita porque no quiere herirme?

—Yurim se fue a la corporación y me pidió que te diera esto. —Levanto la carpeta—. También me dijo que te recordara que la reunión con un inversionista se cambió de hora.

Piensa en otra cosa, Scott, piensa en algo más, en cualquier cosa menos en aquello. ¡Maldición! ¿Por qué tenía que verla así justo ahora? Claro que esperaba a Yurim, sino no me hubiera dejado entrar con ella en bata.

Me acerco a poner la carpeta en su mesa del tocador y sin querer rozo su brazo con el mío. El olor de su shampoo es fuerte, pero también su jabón, claro porque acaba de bañarse… ¿habrá sido en su bañera o en la regadera? ¡Por Dios, Scott! ¿Qué estás pensado?

Me siento como un depravado. Mis mejillas se sienten calientes.

—Marco me dijo que recibiste una carta de amor el mes pasado… —comentó tomándome por sorpresa—. ¿De… quién… era?

— ¿Eso es importante? No estoy interesado.

Marco se lo dijo con una intención, pero ¿por qué ella no dijo nada antes? ¿y por qué sigue sin decir nada ahora? Solo está mordiéndose la esquina de su labio, sé que piensa en algo, hace eso cuando su cabeza le da muchas vueltas a algo.

— ¿No dirás nada? —La miro por el espejo y finge leer el documento. Ruego que diga algo y si no lo hace ella, lo haré yo—. ¿Ni sobre el otro día?

Levanta su vista de pronto al mencionar aquello, pero no dice nada sobre eso y solo menciona el suero, pregunta por mí y como he estado con él en mi cuerpo. Fue fácil responder eso hasta que recordé algo y dejo de hablar porque me avergüenzo, ni siquiera puedo verla a los ojos así sea por el espejo. Solo puedo pensar en esa tarde de hace dos días.

— ¿También qué?

Algo se apoderó de mí, ya no puedo seguir así.

Tan pronto ella se voltea, la tomo por el cuello y la beso. Simplemente dejo que pase, ella no me aleja y todo se vuelve más intenso conforme paso mis manos por encima de la tela de su bata, pero no fue suficiente y acaricio su cuello hasta llegar sus pechos.

Su piel estaba helada, era normal si recién salía del agua y no terminaba de vestirse. El contraste de nuestras temperaturas era algo… curioso, la pone nerviosa, lo siento al besar su cuello y notar el cambio de su respiración.

Cuando Injae suele tener el control de todo, su rostro es serio todo el tiempo, casi parece no tener emociones ante los demás, pero ella no es así ahora y me gusta poder cruzar esa barrera de autocontrol suya, que la hace ver tan… hermosa e intimidante a la vez.

—S… —Creo que quiere decir mi nombre, pero no la dejo.

Se cubre la boca para no gemir y su otra mano se agarra como puede de la silla. Es increíble la fuerza de voluntad que tiene para contenerse en una situación así, está sonrojada, sí, pero también excitada y no me rechaza, sus piernas me dejan el camino libre para poder tocar su parte íntima y ella recarga su cabeza en mi pecho mientras me deja besar sus clavículas… No sabía que estos huesos, sus huesos, tan delicados, pudieran parecerme tan deleitantes.

Pero esto no me es suficiente, por alguna razón quiero más, deseo más de ella, más de su cuerpo delicado estremeciéndose por mis caricias, más de su rostro sonrojado y más de esos jadeos que trata de ocultarme. Por eso voy soltando el cinturón de su bata y me doy cuenta que la he puesto en alerta, nuestras miradas se encuentran por el espejo; está expectante, sabe que seguro planeo algo por la forma en que le sonrío, pero no es por eso que lo hago, sino porque he logrado excitarla tanto que ahora está muy húmeda.

No me he podido resistir y pongo dos de mis dedos dentro suyo. ¡Joder! Cerró sus ojos y se vino de espaldas hacia mí con su carpeta entre sus dientes.

—Me gusta cómo te ves —le susurro en su oído.

—S… —balbucea reprimiendo sus gemidos—. Scott…

¡Dios, Injae! No me hagas esto. Si pronuncias mi nombre así, no puedes pedirme que no quiera continuar provocar que sigas diciéndolo.

Sus piernas tiemblan, su respiración está agitada como la mía, pero sigue cubriendo su rostro con esa tonta carpeta que me está empezando a molestar… Y ahora se encorva hacia el tocador para esconder su cara, pero maldición, eso no lo ha hecho mejor.

—Injae…

Levanto despacio su cara para verla a los ojos, aunque sea por el espejo y acaricio su cuello para llegar hasta sus labios, pero… ¿qué ha hecho? ¿ella acaba de…? ¿su boca… mi dedo…? ¡¿Qué hago ahora?! Ni siquiera me deja reaccionar, sus brazos la dejan caer en la mesa del tocador y creo que está por venirse, pero aún no quiero que lo haga.




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