No culparé al destino, el universo y mucho menos a Dios por mi desdicha en el amor.
Culpo a mi corazón por elegir mal, por aferrarse a personas que evidentemente no me querían.
Porque nadie más que yo puede decidir a quien amar, si bien nos enamoramos sin control también podemos elegir alejarnos de alguien que nos está haciendo sufrir, sin embargo allí permanecí.
Desdichada en el amor pero afortunada de vivir, a pesar de las caidas sigo con mi vida sin perder la fé de encontrar a alguien especial que me pueda complementar.
Me encuentro aprendiendo de mi pasado sin dejar de amar en mi presente, así es mi suerte.