Confía en Mí

Otra vez el volvía con su actitud seria e indiferente hacia mi pensé que habíamos avanzado, pero solo seguía igual.

Entramos por el pasillo del instituto y todos los que pasaban me saludaban.

Hasta que entramos al salón y empezaron los chiflidos. Emeric paso por mi lado y tomo asiento.

—¡Elise se está revelando! —exclamo Alban gritando junto con los demás que lo apoyaban.

Las chicas sonreían y solo me quedo sonreír también.

Me senté al lado de Lilian y ella me sonrío, la profesora llego y saludo a la clase.

—Fontaine y Fortier —hablo la profesora— trabajaran juntos para representar a su grupo lo necesito para mañana.

Abrí mis ojos ¡Para mañana!

Salimos del salón y mire a Emeric que seguían mirando hacia el frente.

—Podemos hacerlo en tu casa —dije mirándolo con una sonrisa.

—¿Hacer qué? ¿Qué es lo que harán cochinos? —dijo Alban abrazándonos.

—¡Quítate! —Emeric lo aparto.

—¿Elise? ¿Teniendo sexo? ¡Si es la virgen de las vírgenes! —dijo Ivonne en tono de burla.

Los demás se rieron mire a Emeric que no dijo nada y solo siguió caminando con los demás.

Me quede atrás sentía una extraña sensación en mi pecho.

¿Me había molestado que se burlara de mi por ser virgen? Quizás si, Sali hacia el patio donde estaban las mesas y las sillas.

Y encontré a Marion hablando con Bastien me sorprendió verlos hablar.

—¡Elise! —saludo ella con una sonrisa— Bastien me hablo de ti.

—Hola Bastien —el me sonrío— ¿vienes a clases?

El asintió me quede con ellos hasta que llegó la hora de la clase de natación.

—Te saltaste una clase ¿Ahora eres Marion? —dijo el entre risas mientras caminábamos al sector de las piscinas.

Teníamos que cruzar el campus de entrenamiento. A lo lejos divise a Emeric que reía con sus compañeros muy pocas veces lo veía reír así.

Entramos al lugar donde estaba la pileta nuestros compañeros ya estaban allí.

Al terminar la clase me dirigí hacia el estacionamiento para espera a Emeric. El estaba serio algo que no era nuevo para mi.

Él no se detuvo enfrente de mi casa sino que entro su auto a su garaje.

Entramos a su casa también era grande como la mía, el tenía una gran puerta corrediza que tenía vista hacia afuera. Abri la puerta y Sali al patio, hasta que en un rincón a los pies del gran árbol estaba su perro.

—¡ZEUS! —exclame al ver al perro.

El animal corrió a mi me tire de rodillas al césped, el perrito estaba feliz porque lamia mi rostro.

—¡Oh bonito! ¿Cómo esta esté perrito? —abrace a Zeus.

—Creo que eres la única persona que le cae bien —dijo Emeric apareciendo.

Él se sentó en el césped y Zeus fue hacia el también feliz, y lamiendo su rostro.

—¿Cuántos años tiene? —pregunte al no recordar.

—Doce es mi única compañía y es el único ser que me ama de verdad —el acariciaba la cabeza de Zeus— lo amo no sé qué haría sin él.

Sonreí al escuchar eso y por un momento sentí que veía al verdadero Emeric.

El perro salió corriendo trayendo en la boca un juguete.

Los dos nos pusimos de pie me quite mis zapatos y las medias, Emeric lanzo el juguete. Empecé a correr y Zeus corría detrás mío, los dos nos reíamos al ver al perro ir y venir.

Me tire en el césped de espaldas y Emeric se tiro a mi lado, y Zeus en medio.

—Siempre quise un perro uno pequeño, pero mama decía que no iba a poder cuidar de un perro… —dije lamentándolo.

—Ellos son los únicos que tienen el amor más puro y fiel de todos —mire a Emeric.

El miraba hacia el cielo estaba con una sonrisa.

—A veces quisiera estar así por horas y horas —el giro su cabeza y me miro.

Los dos nos miramos sentía que podía ver más allá de sus ojos.

Y lo único que veía era molestia y tristeza.

—Cuando nos casemos…. —de repente su sonrisa se borró aparto su mirada y se sentó.

—Tú has tu parte del trabajo y yo hare mi parte mañana lo juntamos —dijo el parándose.

Me puse de pie confundida por su actitud.

—Emeric… —dije caminado detrás de el.

—¡No! ¿Por qué insistes en eso? ¡No quiero casarme! ¡Y tu vienes con esas mierdas! ¡Como si fuese lo mejor! ¿No te das cuenta? —el gritaba enojado— eres muy… muy tonta… mejor vete.

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—Lo siento yo solo quería — y el entro a la casa.

Me volví hacia Zeus que hacía soniditos acaricié su cabeza.

—Tu padre me odia Zeus… —abrace al perro aguantando las ganas de llorar— te quiero nos vemos pequeño.

Sali de la casa con mi mochila sobre mi hombro y los zapatos en mi mano.

Emeric necesitaba amor y eso lo sabía desde el momento que vi esa tristeza en sus ojos.

 




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