Confía en Mí

13°

No podía pensar en otra cosa que no fuese en lo que Emeric había dicho.

Él estaba tan dolido y vacío como yo, lo entendía a la perfección y eso lo sabía.

Me coloque las gafas y mire una vez más el libro.

—¿Estas segura que es así? —pregunte mirando a Marion.

—Estoy más segura que mis ex jurándome amor —respondió ella.

De repente el líquido empezó hacer humo algo que indicaba que quizás estaba en lo correcto.

—Haremos grupos para la exposición —comento la mujer de unos cincuenta años de pie en frente de todos.

— Alban, Marion, Elise y Emeric —mire a Marion que puso sus ojos en blanco.

Lilian se giró mirándonos con una cara triste al igual que Simon que estaba sentado a su lado.

Emeric no había entrado a clases así que solo estaba Alban que sonreía amistoso.

Al terminar la clase salimos del salón y nos dirigimos hacia la cafetería.

—¡Buenas señoritas! —Alban apareció parándose en medio de las dos— advierto que soy alguien responsable.

Marion se cruzó de brazos mirándolo con expresión de que Alban no daba más de idiota.

—Falta Emeric —dije viendo que no estaba por ningún lado.

—No te preocupes por ese imbécil aparecerá seguramente —dijo Marion sin mucha importancia.

—No entiendo cómo puedes estar con el eres muy guapa Elise —comento Alban de repente que venía caminando a nuestro lado— Emeric es un mujeriego…

Llegamos a la mesa donde se encontraban los demás.

—Además por lo que eres muy virgen —comento Marius que había escuchado— las vírgenes son tan… lindas pero odiosas.

Fruncí mi ceño y miré a Marion que tenía mueca de desagrado total. Hasta que apareció el odioso.

Su rostro no lucia con la molestia de siempre tenía más cara de preocupado.

—¿Sucedió algo? —pregunte al ver su cara.

Habíamos ido juntos pero volvió a irse algo que no era muy común en el.

—Zeus no quería comer estaba actuando extraño —comento el en voz baja.

—Oh… —el levanto su cabeza para mirarme con seriedad.

Solo hice silencio y no volví a comentar más nada. Las horas pasaron tan rápido como también asi tuvimos que regresar a casa.

Odiaba la rutina, pero era algo de lo que me había acostumbrado. Él se detuvo en frente de mi casa.

Volví a mirarlo al ver que estaba demasiado preocupado hasta que mis ojos llegaron a su patio que se veía desde mi casa.

—Zeus —dije abriendo mis ojos.

El frunció el ceño y me miro para luego girar su cabeza y bajarse del auto. Me baje para correr detrás de el.

Llego hasta Zeus que hacía movimientos raros como si no pudiese respirar.

—¿Qué pasa amigo? ¡Zeus! —exclamo el preocupado.

—¡Hay que llevarlo al veterinario! —dije para volver hacia el auto y abrir la puerta.

El cargo al perro en el asiento de atrás y yo me subí atrás con el dejando su cabeza sobre mi regazo.

Acariciaba su cabeza y se lo veía tan viejito y cansado.

—Todo estará bien hermoso —dije a lo que vi que el me miro.

Llegamos a la veterinaria Emeric llevaba a Zeus en sus brazos.

El doctor lo hizo ingresar de inmediato al consultorio y empezó a revisarlo.

—Mmm tiene un problema renal y quizás también digestivo le haremos unos exámenes y lo dejaremos internado… —dijo el doctor mirando a Emeric que no apartaba su mirada de Zeus.

—¿Es grave doctor? —pregunte a lo que el me miro.

Su cara me lo decía todo no hacía falta que dijera más nada.

—Es un perro con muchos años… aunque nunca podemos saber con certeza —dijo el para luego salir de allí.

Emeric trataba de contenerse, pero le estaba siendo inevitable.

Inicio de Flashback

Mire a Emeric y a su lado venia corriendo Zeus.

—Zeus mira ella es tu mama de corazón —dijo el señalándome a mi— debes darle mucho amor porque sin querer mate a su conejito.

Emet bajo su cabeza y yo me acerque a el para abrazarlo.

—No importa pronto tendré otro… —dije limpiando mis lágrimas.

Zeus apareció para luego empezar a lamer mi cara.

—¡Zeus te ama tanto como yo! —empecé a reír.

Fin de Flashback

El viaje a casa se volvió tan eterno como la velocidad a la que él iba.

Llegamos a casa y yo seguía dudando si bajarme.

No podía, sentía que no debía dejarlo solo en aquel momento que era tan difícil para él.

—Puedes bajarte y hacemos la tarea juntos —dije mirando hacia el frente.

Cerré mis ojos unos segundos y él se bajó del auto, acercándose a la entrada de mi casa. Me baje rápidamente y entramos a mi hogar que estaba silencioso.

Deje mi mochila en el sofá y mire que el había salido afuera a mi patio. Estaba sentando en los sillones del jardín.

Me volví hacia la cocina y tomé una jarra con limonada, y unas galletas de chocolate.

<< Las favoritas de Emeric >>

Sali y me senté a su lado, el tenía la mirada perdida.

—Aquí tienes si quieres comer o beber algo —dije señalando las galletas y la jarra.

El me miro y luego miro a la bandeja con galletas y se inclinó para tomar una.

Le dio un mordisco y cerro sus ojos.

—Hace mucho tiempo que no comía de estas galletas —dijo el dándole otro mordisco.

Hice silencio porque el no dijo más nada, solo era silencio el mismo que aparecía en el auto o cuando ninguno quería pronunciar palabra.

No había palabras que sanaran o hicieran desaparecer lo que sucedía por su mente.




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